lunes, 1 de noviembre de 2021

The Bite. Primera temporada.

Mascarillas y comunismo, para empezar. Videollamadas. Mordiscos. The White House. Infección. The Bite, como antes con la historia de las hormiguitas asesinas, nos lleva al extremo de la locura, esa misma en la que seguimos inmersos pero normalizados (no sé si se dice así, pero da igual). La paranoia llevada al extremo, a la banda de Lucas Vázquez rematando el 0-2 en Barcelona ante un Ter y un Sergi Roberto. Racismo y mordiscos, sangrías y tensión baja. Batas blancas y olvidar lo que eres o lo que serás. Los engaños y la vuelta atrás. Bichos del COVID, zombies y preguntas que nos repetimos: ¿Cuántas veces se habrá escrito y dicho la palabra apocalipsis desde marzo de 2020? ¿Hay estimaciones? ¿Hay estimaciones en redes sociales? ¿Podríamos pensar en un número aproximado para cuantificar lo apocalíptico? En The Bite se habla de un apocalipsis zombiecovidiano o covidzombie o del modo que queramos llevarlo. Bajo la apariencia de un barniz de uñas o de un bótox en la cara, The Bite nos lleva a reflexionar sobre varios asuntos sobre los que nos hemos hecho preguntas durante meses: el origen, el tratamiento, la negación, las consecuencias, los muertos y, sobre todo, la posibilidad de un colapso apocalíptico. Si los King nos llevaron a las consecuencias de una invasión que venía de fuera con Braindead, con The Bite buscan lo irracional que nos ha llevado a la situación covidiana (dejan los puntos suspensivos en el aire con esa referencia a las fiestas covid que se hacían para contagiarse y poder seguir de fiesta en fiesta). Si Megacuarenteno nos hizo pensar en antecedentes como la gripe del 18, The Bite nos lleva a hacerlo desde una perspectiva crítica, subrayando la responsabilidad de unos gobiernos que no estuvieron a la altura de las circunstancias en los momentos primigenios de la pandemia. Además, hace hincapié en la importantísima labor de la investigación y de los investigadores, matriz de toda salvación (si es que hay salvación posible). Si nos centramos en lo importante, podemos (o podríamos) olvidar asuntos importantes pero que ante una pandemia se quedan en anécdotas o chistes: una fiesta, una publicación que podría dañar tu imagen, un día malo que acabó con tu escasa reputación, una infidelidad o esa tendencia que tenemos de no pasar desapercibidos. No. Lo realmente importante es poder vivir para contarlo y poder disfrutar, sea en compañía o en solitario, de lo que realmente importa. Quizás no consigamos la redención, pero siempre, aunque sea por última vez, habrá una tarta de cumpleaños que compartir.

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