viernes, 25 de marzo de 2022

Servant. Tercera temporada.

Puñales y mentiras, o jodiendas y lápices naranjas, o páginas en blanco esperando respuesta en una ducha con pelos que hay que estirar. Debemos decir, o debemos obligarnos a decir que Servant, pese a sus manías, es una serie coherente. Sigue a su bola desde el principio hasta ahora: parece que la realidad les da igual. Y está bien. La realidad no existe. Es todo mentira. Sobre todo, la convivencia, lo de llevarse bien, lo de limpiar cristales, lo de cambiar pañales. Todo es una puta mierda y mentira. Popularidad y abandono, dientes que rompen y tres meses que no pasan tan rápido como deberían. Dedos, anillos, vuelta atrás, mendicidad, nitrógeno líquido, autosuperación, sobriedad sin decencia, sangre en el cuello, corazones rotos. Dibujos, sueños rotos, imágenes que ilustran el peor de los sentimientos. Y siempre se desborda ese líquido blanco que hace llamar la atención, que hace que el zanahorio se ruborice, que hace que la ambrosía sea necesaria en nuestra vida. Gusanos somos y en gusanos nos convertiremos. Gran temporada la tercera de Servant.

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