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domingo, 20 de marzo de 2022
Queen of the South. Quinta temporada
A diferencia de otros momentos alargados sin motivo aparente, Queen of the South ha sabido terminar cuando ya no tenía más que decir. Se cerró la historia, más que previsiblemente, pero se cerró. La lista de cadáveres es como la de cualquier partido político: infinita. ¿Qué las pretensiones iniciales eran otras? Da igual. Casi nunca conseguimos todo lo que deseamos, o ni la mitad de lo que queremos. O nada. La historia de Teresa Mendoza ha ido cambiando pero el espíritu, la supervivencia por inercia o escapada, seguía ahí. Justo ahí, en esa sucesión de nuevos problemas que evitan la tranquilidad, que hacen que te desesperes porque nunca sale el sol o si sale es un espejismo. O una tragedia. Y no se puede aspirar a lo que no se es: eso de la eternidad es una patraña. Queen of the South es una maratón que parece no acabar nunca, llena de sufrimientos e impedimentos, llena de huesos cadavéricos que pisar y paranoias que ocultar, llena de padecimientos. En la vida, como en la zona 2-3 en baloncesto, eso de la paciencia es una patraña. No hay que tener paciencia. Eso es, sin duda otro truco de marketing. Y Queen of the South ha sabido terminar cuando había que hacerlo. Lo de longevidad de Ley y orden es una excepción, como lo de muchas personas en vida. Lo raro es que nuestra especie no esté extinguida, lo raro es que Teresa Mendoza llegara a los veinte años, lo raro es que nos sorprendamos de que los viejos sigan siendo viejos. Pero, de vez en cuando, hay erratas que merecen la pena, o, al menos, pasar el rato con ellas sin mayores pretensiones. Y ese Pote es inolvidable.
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