Hace 14 minutos
miércoles, 8 de junio de 2022
Annika. Primera temporada.
Annika nos lleva a territorios inhóspitos, a familias disfuncionales, a hijas que beben desde jóvenes, a papeleo y cambios de turno, a botellas de agua que no llevan agua, a investigaciones que se tuercen o se enderezan sin motivo aparente, a islas que provocan a la insularidad y a las preguntas incómodas. Lo que pasa es que esas miraditas a la cámara, hablando de agua miel y saltos al vacío, confunden. El error y sus daños colaterales. Y no hemos leído a Ibsen. La terapia como fracaso, la familia como fracaso, todo como fracaso. Pero como todo es mentira, Annika nos pone en un tablero de ajedrez falso, de barcos en vez de escaques, de compañeros con altibajos en vez de perfección, de jodiendas con las que no te puedes creer nada. Y el infierno sigue lleno de buenas intenciones. No siempre caras conocidas nos sirven para vender una historia.
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