lunes, 20 de junio de 2022

Hacks. Primera temporada.

Hacks nos lleva al fracaso entendido desde perspectivas diferentes: de la persona que parece que lo tiene todo, que vive en el estrellato pero su vida es vacía y de la persona que ha pasado de la felicidad al infierno pero que tiene imaginación. Ya sé que lo repito mucho por aquí, pero la pregunta es recurrente: ¿Podríamos vivir sin imaginación? Para algunos nos es imposible, aunque vivimos rodeados de individuos sin imaginación. Hacks es falsa apariencia constantemente, es reflexión sobre el error (el pasado y el que está por llegar), es familia que se odia y unos días lo oculta y otros lo hace público, es politiqueo falso como un billete de Tony Soprano, es relación inestable, es querer y no poder, es oposición a buscar una sonrisa donde solo hay drama, es decepción ante lo que nos encontramos a nuestro alrededor. ¿Podemos cambiar algo sin imaginación? ¿Y sin reír? ¿Y sin escuchar el Better Days de Graham Nash? Y en esa falsa apariencia nuestra de todos los días, de fracaso en fracaso, escondemos nuestras manos grandes, nuestras operaciones estéticas al más puro estilo Berlusconi (¿se puede decir al más puro estilo Putin ahora?), ocultamos las enfermedades propias y ajenas, no hablamos del suicidio porque ahora lo trufamos y disfrazamos de palabro (autolisis) y seguimos teniendo miedo a tomar decisiones. Hacks es vivir en el alambre aunque la época de la ruta del bacalao se ha pasado, es recrearnos en esa posición que no queremos cambiar (o que no deseamos por simple miedo al cambio). Aunque por momentos se pone un poco lacrimógena (gas mostaza para todos) y hay cierta recreación de personas/personajes que me hacen recordar mucho Entourage (más de lo que debería), la pareja protagonista lo hace tan bien que se te olvidan los peros y se te olvida, por un momento, que la vida puede ser una mierda y que todo es manifiestamente mejorable. Pero hay muchos días que, simplemente, es mejor olvidar.

No hay comentarios: