miércoles, 8 de febrero de 2023

Infiesto

Desapariciones que no lo son, o lo son y las vendemos como otra cosa, o con otro nombre. O sobrenombre. Infiesto. Shock. A ciegas. Lluvia fincheriana Secuestros. Días de marzo de 2020 en la que todavía, con las calles vacías, no sabíamos realmente la que se nos venia encima. Y mascarillas al poder. Y más neblina, y cuadras, y demonios, y adelgazamiento de la base poblacional de España, y clases de Geografía con provincias del norte, y muñequitos y escondites y zulos y gente que nunca sonríe. Hágase querer en una ermita. Esto de hacer películas con búsqueda de zumbados no es fácil, y en Infiesto lo hacen bien. Buena historia y buenos grises. Pero no es Seven, la verdad (aunque tampoco lo pretendían, o parece que no lo pretendían). Y se dice prisión permanente revisable, aunque ya no se hable de ella como se hizo (hubo un tiempo que no se hablaba de otra cosa). “Nosotros no estamos enfermos, es la sociedad. “¿O es que no veis lo que está pasando ahí fuera?”. Profetas de obras inacabadas. Faroles que van y vienen, pero siguen sin iluminar esa ciudad con lluvia eterna y hospitales que se van llenando y viejos que van cayendo como moscas. Muñecos de paja y pajas celtas que se hacen eco en la quijotera de un zumbado. Y los muertos, y el no poder despedirse, y escapar con la vida porque ya no hay más. Y aquí no hay tipo con cámara de fotos y gabardina, pero al final, todo se parece a otra cosa. O a muchas cosas.

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