domingo, 10 de abril de 2016

Shade of Blue. Primera temporada

En mitad del sueño, la pesadilla de la primera temporada de Shade of Blue. Aparte de ser un show al merced del cuerpo de Jennifer Lopez sin tilde y del tito Ray Liotta, nos trae a Drea de Matteo, lo que nos lleva a Los Soprano. El problema de Shade of Blue son los lugares comunes desde el primer episodio: policías corruptos desde el primer capítulo con disparos inapropiados al más puro estilo de The Shield, escuchas al más puro estilo The Wire, FBI y pasados que se cruzan demasiadas veces. Demasiadas. Y en ese show de la productora Jennifer, vemos, en mitad de los lugares comunes, ciertos cráteres en el guión que se caen por su propio peso (y ya no venden básculas para todos). Todo reconocible, todo con aroma a otras series, todo con historicismo y refrito ajeno. Está bien eso de salir mostrando las tallas nuevas, el sostén nuevo, los pantalones nuevos y las ideas nuevas. O tal vez, no. Sirenas de coches sin destino, o con destino muerto. Nada como la muerte de un compañero del grupo para montar una serie. Originalidad a raudales. Viva la segunda década del siglo XXI. Vivan las series con finales abiertos. Vivan los expolicías drogotas en plan Low Winter Sun. Sin muelas que sacar, pero sacando balas en camas ajenas y con hospitales bien lejos. Demasiados espejos en los que reconocer(se). Y mortuorios con apellidos latinos, y peluquerías en las que caer. Veo demasiados puntos suspensivos que cualquiera con doscientas series en su retina podría cumplimentar. Y el infierno sigue lleno de buenas intenciones.

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