lunes, 4 de abril de 2016

Stan Lee's Lucky Man

No es fácil de entender al principio Stan Lee's Lucky Man. Todo parece un chiste, pero no es un chiste. Todo es mentira, pero con brazalete de la suerte incluído. Todo los reflejos, las perspectivas del Londres de la actualidad, todo mentira. Una y otra vez: las deudas, las mafia del juego, la lucha a muerte, el cambio de cromos de vida por vida, madre por hijo, hermano por madre, cárcel por cárcel, corbata por coche. Todo es una apuesta en la que siempre salimos perdiendo. Siempre quejándonos por algo que nunca llega. Y cuando llega la suerte, puede alterarse: buena, mala, mala buena. Siempre sostengo la teoría de que después de algo muy bueno, o bueno, o relativamente bueno, o semibueno, llega algo malo, muy malo, relativamente malo, semimalo. Vaya usted a saber el límite: todo es como un plato bien presentado, preciosismo que esconde vaya usted a saber qué. Y al final, en la capítulo 10, empezamos a entender. Y Stan Lee's Lucky Man es una historia de pérdidas: perdemos lo que tenemos y lo que nunca tendremos. Y todo lo demás.

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