domingo, 31 de marzo de 2019

El humo camino de misa del 23-F

Yo no me acuerdo porque no llegaba a los 4 años. Iba camino de misa de siete con mis padres, mi hermano y una tía abuela. Hacía un mes justo de la muerte de mi abuela Dolores y había que ir a la iglesia. Lo que recuerdo son las palabras de Ginés Caballero, auxiliar de enfermería y politoxicómano, miembro del PCE y que lleva desde septiembre de 2010 enterrado en el cementerio de Aljucer. Aquel tipo, vivía en la Carretera del Palmar, a unos 400 metros de la sede del PCE en el pueblo. Estaba en su casa escuchando a Jerry García y sus Grateful Dead. Sonó el teléfono y salió corriendo a la calle Vereda, lugar donde estaba la sede. Cuando llegó, Vivancos y Córdoba, otros compañeros, habían atrancado el váter con papeles de los viajes, las reuniones, los concejales y la lista para las próximas elecciones. Ginés, empezó a sacar todos los documentos y fue a empaparlos en alcohol. Salió al patio y empezó a pegarle fuego a toda hoja con el sello o el logo del partido y a cualquier cosa que llevara sus nombres. Aquella madrugada del 23 al 24 de febrero de 1981 durmieron con otros veinte compañeros en la sede con la luz apagada. No hubo brasero de leña y pasaron un frío de mil demonios. Contaba después Caballero que hablaron de Líster y de la Velada en Benicarló de Azaña, de poemas de Gil de Viedma y de aquel Real Murcia que empezó entrenando José Victor y acabó la temporada con Irulegui y en el que jugaban Higinio, Campello y Pepe Vidaña. Según mi madre, vimos una humareda al cruzar la Vereda y al llegar a misa era visible en la parroquia. Y aunque tocaba sermón, don Alfonso, cura obrero, no hizo referencia a lo que pasaba en el Congreso. Ni una palabra. Quizás no se había enterado, quizás miró para otro lado, quizás no quería revolver tripas a nadie, que hacía frío y estaba oscuro y las viejas tenían que volver por los caminos de la huerta a sus casas. Después de aquello, Ginés se dejó el PCE y no quiso hablar más de político, se metió a saco con la heroína y acabó hastiado de la política y los políticos; por el contrario, Córdoba siguió fiel a sus ideas y siguió con su acción política a escala local, con sus mitines y sus panfletos callejeros y fue a la fiesta del PCE de la Casa de Campo de Madrid a finales de septiembre de aquel mismo año. A la vuelta de la fiesta, a la altura de Quintanar de la Orden, el autobús donde iba Córdoba se estrelló y allí se dejó la vida con otros 22 compañeros del partido. Ginés se negó a ir a la Facultad de Medicina, en Espinardo, a la ceremonia civil en recuerdo de sus antiguos colegas comunistas. Otros siguieron fieles a sus principios, como Don Alfonso, que se manchó las manos de cemento con el resto del pueblo en terminar la obra de la casa de Córdoba, que estaba incompleta y en la que colaboraron comunistas y no comunistas, gente de iglesia y otros que también pusieron humo en Aljucer desde sus casas una noche de febrero de 1981. Pero yo no me enteré. Estaba en misa y era pequeño y mi abuelo Juan, antiguo miembro de Izquierda Republicana, no fue a la misa de su esposa y se quedó en su molino de piensos atendiendo la clientela. Pero cada 23 de febrero suena en casa Dark Star de los Grateful Dead en mitad del humo y de olor a alcohol.

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