sábado, 15 de octubre de 2022

Los 8 de Irak. Primera temporada.

Recordamos Irak por los Telediarios y los distintos informativos, por Pepe Ribagorda y por lo que leía en La Verdad (cuando era un periódico y no solo lo de ahora). Aquel enjambre de mierda y desiertos nos explotó en la cara cuando alguien con un bigote que ya dejaba de ser bigote nos metió, con calzador, en un asunto que olía a podrido. Demasiado podrido. No he contado las veces que se cita el nombre de Alberto Martínez en Los 8 de Irak. Es un personaje que lo engloba todo, pero que continuamente está presente en los cuatro capítulos: jefes, compañeros, subalternos e intérpretes hablan de él como una entidad personal a la que acudir para pedir consejo o ayuda, cual siervo medieval, e intentar que Alberto Martínez lo solucionara, o intentara solucionarlo, o llevarlo a buen puerto. Irak, españoles en Irak, jodiendas en Irak, todo en Irak fue distinto del 11S, y luego aquel enjambre se extendió y llegó a nuestros trenes y nuestras calles. Hoy no es raro ver, o escuchar, o creer escuchar que aquello no sucedió. Ocurrió lejos pero lo recordamos bien, aunque fuera manipulado por una prensa con demasiados intereses en un cambio que no hubiera llegado en condiciones normales. El problema (sin solución) es que no se llegó a 2004 en condiciones normales: pasaron demasiados desagradables en muy poco tiempo. Y no sé valoró lo suficiente el trabajo de aquellos españoles fuera de España. Aquel enjambre que solo dejó cicatrices de las que no se cierran, y no solo en noviembre de 2003. Quizás me sobran jefazos, quizás me sobran trajes de los caros y me faltan de los otros, de los de faena. Dice uno de esos jefazos, o exjefazos, que “la información no se consigue leyendo periódicos”. Cierto es, pero no solo es información lo que mueve esta vida: está la envidia, el dinero, la sustitución, ocupar un lugar cuando el terror se institucionaliza. Quizás faltan pecadores en esta historia, porque se dejan caer hipótesis, se dejan caer los puntos suspensivos, se dejan caer historias que forman la historia global. Me gusta la opinión de los periodistas, a veces demasiado cercana, pero es que parece que la persona de Alberto Martínez llegaba a todos. Una buena labor de investigación, en la que aparecen culpables de corbata y de cargo estatal, aquí y al otro lado del Atlántico, aunque los culpables fueran los que dispararon a los españoles caídos. Hubo un tiempo en el que escuchar armas de destrucción masiva nos llevaba a cuestionar la idoneidad de las misiones, la lucha contra el mal, la reconstrucción y aquellos jardines que acabaron en avispero. Nadie, o casi nadie, quiere recordar a Bush Jr., a CP o a DR. Parece que se nos han olvidado muchas cosas, y está bien, como hace Los 8 de Irak, recordar. Aunque deberíamos recordar muchos más asuntos con mayor frecuencia. Un buen ejercicio de memoria.

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