jueves, 30 de octubre de 2008

El paseo millonario.

Acabando de leer El paseo millonario me pasó uno de esas curiosas, que no casuales, que las casualidades no existen. Porque uno no escucha nunca por casualidad el Beatiful Ones de Suede. Escuché la noticia de la liberación del político colombiano Óscar Lizcano. Y el viernes, Ingrid Betancour recibió el Premio Príncipe de Asturias, y he podido leer el discurso que le salió del alma. La historia narrada por Roberto Tejela es una de tantas que ocurren en la actualidad. Como Brian Wilson con su That Lucky Old Sun. Siempre actualidad. No es apetecible, no es grato. A veces no es grato. Un secuestro es una aventura que no sabes muy bien cómo empieza y no tienes ni idea de cómo se va a desarrollar. El final sí que es una puta incógnita. Pero este paseo no es sólo la historia de un secuestro más en la Colombia del siglo XXI. Es el reflejo de la sociedad decadente y empaquetada de nuestras horas. Junto y por separado. El embalaje existencial viene sin cinta de regalo. El lazo se quedó por el camino. Y cuando todo se desata, la rendición no siempre es dulce. También resalta las evidencias de una alta burguesía con sus miserias eufóricas y decadentes. Siendo bueno no se llega a ninguna parte. Ni de listo. Los secuestros son horas y horas de escucha, es coraje y desesperación. Los discursos propios no siempre son claros y no siempre se entienden. La atención y el deseo, la carne con mucha pimienta y mucha sal. Las cositas buenas salen en otras novelas, los diamantes en utopías de números correlativos. El problema de las adicciones, y del dinero, llevada a la máxima potencia. La increíble ensoñación de las percepciones. Siempre hay un momento para editar una conciencia sin principios, para una reconversión ideal. Novela para aquellos que deben dejar atrás su estrechez de miras. Las paletas siempre tienen que dejar el espacio más grande para el negro, para ilustrar a la vida cómo se merece. La vida es frustración y frustración, una tras otra, engaño tras engaño. El escenario lo pones tú. Novela de recreo y meditación, increíble y necesaria. Y punto.

5 comentarios:

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

STOLICHNAYA, bueno no se si se escribía así.

La paleta del pintor tiene espacio para otros colores y siempre puede terminar el cuadro como a él le parezca. La libertad de las letras y la imaginación entremezcladas con trazos oscuros pero definidos.

Andrea dijo...

Yo tardé 3 días en leérmelo! Nunca un libro me enganchó tanto!!

Anónimo dijo...

Pues no me queda más remedio después de leeros que ir a por él (mi lista de libros crece, crece,crece... y mira qe soy voraz)

Sarashina dijo...

Voy a tener que correr a leerlo, ya que decís esas cosas. A mí lo que me pasa es que me engancha casi todo, pero al final no me gusta leer de prisa. Lo de Colombia es fuerte. ¿Habéis visto la peli "La virgen de los sicarios" o "La vendedora de rosas"? Pues no las veáis, son tremendas.

Leandro dijo...

Siendo bueno no se llega a ninguna parte. ¿No?. Vaya, justo ahora que Mr. Hornby está terminando de enseñarme Cómo ser buenos. Apenas le faltan cuarenta páginas. No esperaré al final para decirlo, por aquello de que los finales no siempre están a la altura. O no existen, sin más. Magnífico. Gracias por ponerme en la pista. Habrá que seguir ésta también.