Hace 17 minutos
jueves, 31 de diciembre de 2009
Dexter. Cuarta temporada.
Uffffff!!! Qué final para la cuarta temporada de Dexter. Me acabo de quedar sin palabras. No puedo decir ni mú. Lo intento, pero juntar la eme con la u se me hace imposible. ¿Cómo describir el sentimiento con el qué se me ha quedado el cuerpo después del episodio 12 de esta cuarta temporada? No puedo. Necesitaría ser de otra galaxia para decirlo con palabras. Un alien que supiera castellano, o que creyera que sabe castellano. Exhausto. Un minuto con el corazón en la mano, de verdad. La patata entre mis cinco dedos de la mano derecha. 12 episodios de tensión mantenida. Y qué final, Dios, qué final. Dicen que todo tiene consecuencias: el amor, el miedo, la ansiedad, la violencia, la infancia, tus padres. Dexter es un padre responsable en esta cuarta temporada. ¿Pero somos lo suficientemente responsables en la vida? ¿Tiene cada gintonic consecuencias en el organismo? Pues, como dirían los hermanos cantarinas seguidores del Manchester City, Definitely Maybe. Quizás todo esté relacionado, o predestinado. La vida es una loca hija de puta pero con momentos de cordura increíbles. ¿Y quién no te ha engañado alguna vez? Todos nos engañamos, porque todo es mentira. Hay veces que nos conformamos con cualquier cosa cuando deberíamos exigirnos lo máximo. Canta Jota en Caja del Biablo que “cuando siento que algo me está robando el alma, con esfuerzo consigo separar sus labios de los míos, logro separarme escupiendo sangre, el roce de su piel quema mi carne…”. No se puede describir, es de ilusos creer que vives bien, porque esa loca hija de puta que es la vida se escapa en mitad de la noche del manicomio y monta la de Dios es Cristo (y paloma, formando la santísima Trinidad): atropella a unos niños de 10 años por la carretera, provoca el infarto de un anciano, le pega una paliza a otra mujer y, finalmente, se suicida al final de la noche casi rozando el alba. En fin, que todo es mentira, hasta que una muerte súbita te deja helado y con la calefacción rota. No es que vaya de puto regalador de consejos, no voy de comprensivo porque no soy comprensivo ni quiero ser comprensivo. Tampoco tengo la obligación de ser simpático ni de caerle bien a la gente. Ni de llevarme bien con nadie. No tengo que hacerlo, no me sale de los cojones, la verdad. Pero, por si me da algo, aunque sea la lotería del niño, o un infarto de los disgustos, yo que sé, no me queda más remedio que ejercer de puto pedagogo, en plan padre enterrador de la ESO, y recomendar encarecidamente la cuarta temporada de Dexter. Dexter Morgan. En su línea de genialidad, como Darby Shaw, roza la perfección. Vaya joyita de serie. Y punto.
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5 comentarios:
Primero de todo: Feliz Año Nuevo, Salva. Pocas veces estaré tan de acuerdo con una descripción de la vida como ésta: La vida es una loca hija de puta pero con momentos de cordura increíbles. ¿Y quién no te ha engañado alguna vez? Todos nos engañamos, porque todo es mentira. Hay veces que nos conformamos con cualquier cosa cuando deberíamos exigirnos lo máximo. Canta Jota en Caja del Biablo que “cuando siento que algo me está robando el alma, con esfuerzo consigo separar sus labios de los míos, logro separarme escupiendo sangre, el roce de su piel quema mi carne…” Eres la repera. Un abrazo muy fuerte.
Marchal, un abrazo!!!
Callate la bocaaaaaaaaaaaaaa tuuuuu.
Estoy de vacaciones hasta el 2 de febrero,espero sacar tiempo de donde no existe para poder verla-leerla o verla aunque sea en latinoooo.
Corre que llegas tarde a misa, estan dando el primer toke.
Yo vi la 1ª hace mucho y la dejé aparcada por otras series que me urgían más, pero la retomaré pronto, en cuanto acabe con The Wire.
Creo que debería ver esta serie.
Besos.
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