lunes, 10 de junio de 2013

El sueño de mi desvelo

No me es fácil juntar letras para hablar de baloncesto. Un video de minutos resume mejor un mate, un tapón, una carrera baloncestística. Y entonces empezamos a hablar de los gurús: recordamos a Héctor Quiroga, a Trecet, a Montes, a Daimiel. A Antoni Daimiel. Y en dos días, entre exámenes sobre la dictadura estalinista, sobre los rasgos y factores del turismo y sobre las andanzas de Luis XIV de Francia me he leído El Sueño de mi desvelo. Digo que no es fácil, y, menos, dentro del cainismo actual de los medios de comunicación. Y me preocupa, lo que escribe Daimiel, de que acaba su contrato en 2013. No recuerdo bien el curso 2008 cuando empecé y olvidé el segundo ciclo de periodismo. No era lo que me imaginaba. Por eso no me sorprende los giros y los desprecios que un tipo como Daimiel ha tenido que soportar en “su casa”. Si te tratan así en tu casa…que vengan los Lannister a mejorarlo. Pero dejemos los tronos y los mancos y los enanos para otro día. El sueño de mi desvelo es reconocible. No he visto mucho de esos partidos en directo. Me perdí la mayoría cuando nuestra cadena pública se olvidó del basket de un día para otro. Y de la NBA, hace muchos años. Y ahí empieza Daimiel, primero con la NCAA y luego con los Bulls que se reenganchan después de caer ante los Magic de Shaq. Jordan y aquellos Bulls, los Spurs en el Madison con su anillo ante Sprewell y compañía, el maestro Zen en los Ángeles, la jodienda entre Shaq y Kobe, los Pistons del anillo y su pelea, los Spurs de los impares (otra vez), el cuarto de Shaq y el primero de Wade, los tres verdes grandes (¿y no cita a Rondo ni una sola vez?), los títulos de los Lakers con Pau Gasol en sus filas… Muchos aspectos recordados y otros insospechados. Y el recuerdo de los españoles, coincidiendo en la mala suerte de López y Garbajosa con las lesiones. Y lo que queda por venir… o tal vez no. Pero a los que, intermitentemente hemos visto el plus (yo escaso tiempo), lo que más me ha sorprendido siempre es la capacidad como fuente de información de Daimiel de que cualquier aspecto relacionado con jugadores, equipos, entrenadores, directivos… De todo busca información. De todo. Y ahí es donde pongo el subrayador rojo, ese que tengo que utilizar para corregir hasta el 19 de mayo (¿this is the end, Sotoca?), para leer en voz alta, una y otra vez, las páginas que transcurren entre los números 153 y 178, la crónica negra y la crónica en rosa. Un libro para leer en dos tardes que es imprescindible para los que disfrutamos del basket como enanos. Y todo lo demás.

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