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jueves, 6 de febrero de 2014
Sobrebeber (La Biblia del día)
Este año casi no hablo con mis escasos alumnos de libros. Siempre he dicho, les he dicho, les he repetido, que hay Biblias que uno ha de leer antes de morir. Siempre les pongo el ejemplo de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Pero también les digo que no lean por obligación. A mí me lo hicieron con El Quijote en una asignatura, con exámenes cada ciertos capítulos y la profe Cuadrado y sus bicicletas y su pelo blanco lo joden todo. Ahora soy yo el que pinta canas en cabeza y barba y mata de pelo tinguolfiana. Pero es cosa de los años. Hoy hablo por aquí de otra Biblia. La Biblia del día es Sobrebeber del gran Kingsley Amis, del que ahora estoy medievalizando el febrero con La suerte de Jim (Dios, como me acuerdo de la Llanos, y de FdAVA, y toreros varios, pero ese es otro examen, y otra criatura pegada a la pared y muchas cosas más del cursos que van del 1996 al 2000, esos que parecen ayer). A lo que iba. Siempre le decía a mis alumnos de verdad, cuando daba clase de verdad y me pagaban más de 600 euros al mes, que no leyeran con esa jodida obligación. Que leyeran por placer, por devoción o por información. Este Sobrebeber, que incluye a su vez tres obras del autor (Sobre el beber, El trago nuestro de cada día y el cuestionario El estado de tu copa) lo he utilizado en ese último apartado, el informativo. Yo bebo un vaso de leche por las mañanas, agua en cantidades industriales (por algo en el instituto carmelitano había unos gañanes que me llamaban el bezoya meón), cerveza y gintonics. Me encanta el refresco de cola ereizante, que como nos recuerda Amis empezó a comercializarse en 1886, me encanta el Vichy catalán pero no abuso de él. Amis nos dice verdades como templos que deberíamos saber pero que en general desconocemos como que el alcohol es un depresor del sistema nervioso, que relaja y seda; también que por norma general el alcohol te enfría; que no le metamos el paladar y la lengua a las bebidas desconocidas, ni que entremos a bares como malas ventilaciones, que tengamos ojo con el cansancio; y, como no, que llevemos cuidado con las comidas pesadas. Evidentemente, aunque Amis lo recuerda varias veces, no está mal subrayarlo con boli rojo, con ese con el que suspender al personal recalcitrante y (mal)oliente: no podemos, de ninguna manera, a priori, calibrar ni evaluar una borrachera (y por descontado, una resaca). Hay asuntos que no podemos saber a priori: el gusto de una canción de Roxy Music en su primera escucha, unos callos a la madrileña de una marca desconocida, el conductor de un autobús a las cinco y media de la mañana. También nos sirve Amis, entre copa fría y bebida caliente (con el uso de la mantequilla en las calientes me quedo a cuadros escoceses), que cada médico te dirá una cosa distinta. Y sobre el mito cafetero, evidentemente, como les decía yo en primera persona del singular a mis alumnos, que nunca despeja el café, eso es otra mentira tan grande como las pamelas de las féminas en las últimas borbónicas. Que quede claro, joder: el café lo único que hace es que no te duermas, lo que único que hace es que sigas despierto/zombie/. Estoy de acuerdo con Amis en que lo de los cócteles es una bacalá, una milonga de proporciones isabelinas, esa mariconada de los que van al bar y como no tragan con el sabor alcohólico le dan al barniz y se toman un cóctel. Totalmente de acuerdo. Totalmente. Y me gusta esas apreciaciones que hace con la ginebra. Hace unos años, te veían pidiéndote un gintonic a las cuatro de la tarde y te decían borracho. Si eras mujer, borracha, puta, (mal)nacido, engendro, pecadora, deshecho social y cualquier burrada que se les pasara por mente. Ahora no. Ahora no. ¿Y qué ha hecho que la imagen poco respetable de la ginebra esté cambiando? Pues la puta moda. Amis nos recuerda como se le tildaba en el siglo XVIII: licor infame y tóxico, demencia líquida y un montón de burradas más. Lo único que me reconforta es que como estoy heredando la gota paterna, la ginebra sirve de bálsamo pigmyniano y que, además, es buena para el sistema urinario. Pues lo dicho, que no está mal de vez en cuando leer la Biblia. Una de las Biblias. Y Viva Sancho, y Don Quijote y, si hace falta, Viva Rusia, esa Rusia y ese este europeo que llama al vodka, literalmente, "agüita". Y punto.
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5 comentarios:
A mí si me gusta abusar del Vichy, porque la verdad es que está rico. Y con lo de los cócteles, totalmente de acuerdo.
Y otra cosa: unas guarrerías que provocan cirrosis si se abusa de ellas son...las chucherías y las gominolas!!!
coda: yo tengo que probar los cócteles con angostura, por lo menos para maldecir con razón.
Cerrar los ojos nunca es una buena opción. Y siempre se pueden buscar excusas. Define "abusar"
http://lema.rae.es/drae/srv/search?id=uW2MqU2V6DXX26vaSRdT
No me refería al diccionario y lo sabes.
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