lunes, 7 de febrero de 2022

Ozark. Cuarta temporada. Parte 1.

Ozark va de imposible en imposible, de dioses que quieren penitencias y perdones que no siempre llegan. Y es que las penitencias tienen demasiados daños colaterales. Volver a las andadas, con ese pasado que siempre retumba en nuestros oídos. Y si vuelve Ozark vuelve el silencio y lo incómodo, las miradas pensativas y la crucifixión diaria de todos los días. Y aparece por allí una especie de Joe Strummer tocando la moral. Y resulta que todavía hay personas con conciencia, o lo que sea eso que llaman conciencia. Y el sobrino altanero, jodiendo la marrana. Padres orgullosos de sus hijos aunque se enfrenten con su esposa. Casera, ecológica y todas esas mierdas que te venden, pero aplicada los acompañantes de las yeguas. “Trabajos: la gran excusa americana”. ¿Qué pijo es bueno o malo? ¿Para qué madrugar para trabajar en un empleo normal? ¿Quién quiere sudar teniendo alpiste a mano? Hay que reseñar el crecimiento de la serie, convertida en adicción omnipotente, sabiendo cambiar hasta el infinito desde una segunda temporada manifiestamente mejorable, pasando por una magistral tercera y una primera mitad de la cuarta que roza la perfección. Y, de vez en cuando, los peones van cayendo, y los elefantes convertidos en pequeños alfiles y, si hace falta, los reyes. Grandísimo penúltimo acto.

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