domingo, 1 de mayo de 2022

Ozark. Cuarta temporada. Parte 2.

Antes, cuando tenía ánimos, o ánimo, o lo que sea eso que llaman ánimo o ánimos, leía mucho a Borges, y a Bioy Casares. Y tenían opinión sobre los prólogos. Ahora nadie tiene opinión propia sobre nada. Ahora todo es historicismo, todo es refrito, todo es algo recauchutado, algo pensado o dejado de pensar por otra persona. Y se copia. Y se dice como propio, en plan guay Indomable Will Hunting. O Caja del diablo de Los Planetas, que todo el mundo intenta copiar, pero no le sale igual. Nunca sale igual. No era necesario explicar muertes anteriores, ni a padres que buscan respuestas que saben, ni alargar agonías ni buscar vocaciones tardías. Con el último episodio, Ozark lo hubiera solucionado todo, que las cenizas eran claras, no eran un diamante en un anillo de una madre a la que nadie interesa. No digo que no habría que hacerlo, pero tampoco digo lo contrario. Nada como estirar un chicle de buen sabor para acabar masticando saliva. La risa te hiela el alma, pero esa risa era de Los Planetas. O no. Pues ni prólogos largos ni epitafios extensos. No hacía falta estirar tanto el velatorio.

No hay comentarios: