domingo, 22 de mayo de 2022

Rapa. Primera temporada.

Viva la Guardia Civil. Y los caballos. Palabras ininteligibles. Nada como matar entre brumas. Nieblas y gritos. Ver lo que no ves. Chubasqueros verdes (ya nadie se acuerda del chubasquero del Capitán Pescanova). Partidas de ajedrez y partidas podridas. Hágase querer por una alcaldesa. Hágase querer por un profesor de Secundaria (ni más ni menos, y encima de Literatura). Hágase querer por unos alumnos (antes, durante y después). ¿Qué pijo es el realismo? ¿Tenía algo de especial Madame Bovary? “Nadie puede esconder sus deseos por mucho tiempo. Se acaba sabiendo”. Y más: “Hay quién se deja llevar”. Roll with it, que cantaban los hermanísimos Noel y Liam antes de convertirse en lo que diablos sean ahora (todo menos aquella rabia incontenible de Oasis, evocadora y problemática a la vez). Y se llama costa de las muerte, o de la muerte, o de lo que sea, pero por algún motivo, no solo por las hélices. La prensa. Los libros. Pulsaciones (vaya invento del demonio lo de los relojes inteligentes [a falta de inteligencia en muchas otras hermosas cabezas pero sin seso]. Inspectoras de educación metidas a política (nada como desertar del PTI, si el Sahara no va a ti búscalo por tu cuenta). A diferencia de Crematorio y de otras series y películas, aquí si se cita al charrán o gaviota. Y como en Dos crímenes, siempre hay una mina por medio. Pajarracas que vuelan libre. 11 de 13 concejales (casi inconstitucional debería ser). Hágase querer por una viuda. Y por un buen plato. Hágase querer por unos hijos distintos. Sin siglas sí puede existir el paraíso. Factor ecologismo. Movimientos bancarios que, como el charrán, chirrían. Nada como un velatorio y escuchar eso de “lo siento mucho”. Hágase querer por una yonki: “Como si lo que hacen los yonkis tuviera algún sentido”. El hombre de la camisa verde decía que lo mejor que puede hacer un yonki es quitarse de en medio. Métase a concejal y escupa mierda (“cacique de libro”). Hágase querer por el rezo de un rosario. Cromita. Monte en mano común. Todo es de todos, como si fuera una frase de Carmen Calvo. Hágase querer por una orla, por un jefe de un instituto, por varias orlas. Viva la esquizofrenia y el loco que cuida camelios en invierno (nunca es tarde para aprender botánica). Sillas grandes. Herencias al poder. Mirar para otro lado. No robar para dejar que otros roben. El cuarto poder jodiendo la marrana. “Esperar es no hacer nada”. Y la enfermedad, y la cuenta atrás, y las oportunidades perdidas que aparecen siempre. Hágase querer por un perdedor. Nada como los cementerios y las flores para reflexionar un rato, para darle a la quijotera sin freno. Farolas para todos. Muertes sin recordatorio, sin nombre ni placa, como está enterrado el hombre de la camisa verde. Vacaciones obligadas. Daños colaterales (otro eufemismo de mierda). Rastrillo sobre sangre. Alargar una historia que debería ser estrecha y corta. “De paisajes y costumbres no se vive”. Comuneros todos. Que no falten las modas envejecidas, ni leer, todos los días, un párrafo de Espejos de mi biblioteca. Tijeras y esquiladora, violación del pasado, terremoto del presente. Desparasitar para volver a empezar. Pero en política no todo funciona así, no todo es tan fácil. Verbenas pleistocénicas. Recortes de periódico. Iniciales. Y adjetivar ya no está de moda. “Es más fácil leer que escribir”. Vaya un negocio. Pero no todo el mundo intenta leer ni escribir. Y elecciones a la vista, que siempre está bien gritar algo sobre Cuba. Y siempre está bien recordar la voz de Karra Elejalde encarnando a Miguel de Unamuno, aunque aquel experimento o invento amenabariano no saliera del todo bien (o del todo). Las malas rachas y sus consecuencias. Y siempre hay un Colombo de serie B, un House calvo que se apoya en un bastón. Y si hay que inventar que las pupilas lo dicen todo, se inventa. Enfermar o ser un enfermo. ¿Qué es lo peor? Vaya usted a saber, porque hay que ordenar historias que explotan porque solo pueden explotar. Curioso, que no casual, que las casualidades no existen. Libertad, que todos somos bandoleros, bandoleras, bandoleres. Chic, chac y cuello arriba, cuello abajo, y todo lo demás. Nos son buenos tiempos para leer a Dickens con tanta tragedia. ¿Dickens es la tragedia antes de la tragedia? Descuajeringar. Viva el verbo descuajeringar. Vivan las apariencias. Y el Gran Hermano te sigue vigilando. Siempre. Rapa es un muy buen intento de remover las arenas que no se quieren denunciar (porque es así, porque no siempre todo el mundo se atreve) los poderes abusivos en los ámbitos rurales. Y la palabra cacique, definida en la frase anterior, se queda corta. Muy corta.

2 comentarios:

jm dijo...

De momento solamente he visto el primero pero promete

supersalvajuan dijo...

Hay que verla con tranquilidad