jueves, 31 de agosto de 2023

Justified: City Primeval. Primera temporada.

Empezar Justified: City Primeval con la crianza es una buena experiencia, porque hasta Raylan Givens se le cae la baba viendo fotos de su hija (con piercing falso en la nariz) con el móvil. Pero Detroit, aparte de consideraciones sobre Thomas y Dumars (yo tengo dudas cual de los dos es mejor en la cancha, fuera de la cancha no), es una ciudad distinta de lo que fue (como todos nosotros, no somos los mismos que hace cinco minutos). Y ese “primeval” da mucho juego, porque el bueno de Givens, con Elmore Leonard viéndonos desde las alturas, o desde los infiernos, o desde nos escribiera que estuvo antes de palmarla, tiene su aquel. O muchos. Givens se quita complejos, anda más lento, escucha más pero sigue siendo el mismo: si tiene que apalizar a alguien en plena calle, a la altura de la puerta de un hotel, lo hace. Yo por mi hija haría mucho más. Muchísimo más. Tiene lo mejor de las temporadas de Justified en su fase primigenia y tiene mejorado lo contemporáneo, lo instantáneo, lo rápido y la huida. Droga, palizas, el peligro de los caucásicos en barrios de negros ricos (no estigmatizando frases, ni poniendo la rodilla en el suelo [esto no es la Premier ni falta que hace]). J:CP es una vuelta de tuerca pero sin destornillador adecuado, una verso libre en un mundo en el que lo políticamente correcto se ha vuelto demasiado atronador (y dejamos de escuchar hace mucho tiempo a Amaral). Y ya puestos, Viva Albania (aunque podríamos hablar de aquella película, La conquista de Albania), y los personas con agendas que esconden secretos (tenemos la imagen grabada de Julián Muñoz siempre con su agenda en la mano), y las abogadas sin escrúpulos y con miedos pero atrevidas, y las policías con secretos, y los jueces corruptos (salvo en España, que parece que no hay, que no hay juicios a jueces, viva el corporativismo). Pero luego creemos que, como Florent, hay retirada posible, y pinturas los días que acaban en ese, y paseos con la niña del pendiente mentiroso, pero no. Kentucky siempre será Kentucky, con o sin biblia, con sin tatuajes en los brazos y esvásticas de corazón. No. Todo es mentira, hasta las versiones de canciones de Jack White. Todo mentira.

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