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jueves, 19 de marzo de 2020
Mujeres y negros
No me devolvieron, cuando la dejé, Tania con i. Sé perfectamente quien la tiene, pero son cosas que pasan. Cosas que pasan. Tengo una pistola sí está a buen recaudo. Lo que me ha sorprendido, es la adoración (¿real, falsa, inventada?) de Enrique Rubio hacia Paul George (¿cómo se recuperó de aquella lesión?), hacia Zach Lavine (nunca debió dejar los Wolves) y sobre Ersan Ilyasova (vivan los injertos capilares, con y sin Urdogan). Nunca sabes lo que esperas de un libro si no tienes demasiada información previa. O sí. Con Mujeres y negros, hay de todo. Y no únicamente Facebook nos salva del desastre. O sí. Vaya usted a saber. Y sí debió titular el libro Mujeres, hombres y subnormales. Recuerdo que cuando eramos críos llamábamos subnormal a todo Cristo. Ahora dices subnormal y te miran mal, está socialmente mal visto. Pijo. Joder. Vaya pandilla de subnormales. Sí. Subnormales con todas las letras. Con todas. Yo cuando me miro el ombligo, al salir, y si llevo más de tres horas sin ducharme, espero a las pelusas. A las pelusas de mi ombligo, que diría Marina con su voz en las canciones de K&K. Qué tiempos, pijo. Ahora (casi) únicamente cantan subnormales. O subnormalos. O subnormalas. Puestos a hacer los subnormales, subnormales todos. Catalanes todos. Y remata, ampliando la baraja de subnormales a socialmente no retrasados (antes se decía pijos), a zumbados (paletos), zombies (paralíticos cerebrales), perroflautas (antisistema), cultureta (cultureta), acompañasotanas (monaguillo) y todo manjar de biblioteca. Ambrosía o néctar bíblico, eso ya es cosa tuya. Y a partir de la segunda pildorita, cuesta abajo y sin frenos. Y lugares habituales como el kiosko universitario o el Menos Cuarto. Ahora que dicen que Alta Fidelidad es machista (con un par), está bien eso de hacer listas. Listas de no solo listas. ¿No somos más de Stendhal que de Poe? Vaya usted a saber. Bret Easton Ellis tampoco me enganchó con aquella americanada. Tampoco. ¿Qué tiene de malo no salir a la calle viendo sin parar la NBA con el League Pass? Nada de nada, pijo. Parecéis subnormales, joder. Y de Alta Fidelidad pasamos a Beautiful Girls, del tipo que murió jugando al basket, puntando caras, cuerpos, mostradores, caderas y el resto del cuerpo femenino. Leer Mujeres y negros en tiempos de coronavirus, en tiempos de fobia social y renuncias catedralicias, tiene sus momentos. ¿Qué harán esos “vegetales” que no pueden ir a La Merced, a la cantina, a la biblioteca jurídica a gastar su oxígeno? ¿Qué pijo harán? Y pensar en LeBron James y en Stephen Curry como referentes, como símbolos de una válvula de escape falsa. Todo es mentira: el té sin té, el estudio sin futuro, las llamadas sin motivo aparente. Y si hay que citar a Hernández Navarro, mejor que mejor: que el dolor sea compartido. Muy compartido. Y los negros y los plagios, y novelas que se entregan tarde, mal y nunca y esos premios literarios tan cuquis. Sí, tengo alumnas que dicen cuqui, cuquis y supercuqui. En la época de la gilipollez subvencionada, del grito contra el heteropatriarcado y mamarrachadas varias, está bien la lucidez, el puñetazo de realidad, el crucifijo de ganchillo que es Mujeres y negros. En mitad de la mentira, en mitad de la manifa de todos los días, hay que gritar contra esta sociedad sin solución. Y esas conversaciones postergadas, pareja en época de engendrar (no se sabe qué), y el restaurante y las canastas que ha parado el mundo. Y por supuesto que el baloncesto es el segundo deporte mejor del mundo. Y hasta se resucitan bares en la novela como El Ahorcado Feliz (recuerdo recogerme en ese lugar después de un Bando de la Huerta cuando todo el mundo estaba ya de huida y algunos sobriamente aguantábamos el tirón). Vivan las grandes mentiras. Y los agentes, agentos y agentas dobles, doblas y doblos. Doblas, que gran portero.
Coda: A esta novela le falta música, le falta una banda sonora para dejar de ser atemporal y centrarnos aún más en lo sonoro, en el ruido y la desesperación, en el bíblico crujir de dientes (¿cuántos han leído la Biblia o dicen que leyeron la Biblia?).
Coda 2: Y los milagros, a Fátima. O a Lurditas.
Coda 3: "Un pollo que ni Dustin Hoffman en Perros de paja". Me acuerdo de ver Perros de paja en el programa de Garci y de las imágenes de la versión cajadiablesa que hicieron los Universal Circus. Menudo pollo, pero como decía EHDLCV, "esa perra que se asoma a la ventana así, se lo merecía". O tal vez no lo dijera EHDLCV. Sí, "con esfuerzo consigo separar sus labios de los míos, logro separarme escupiendo sangre...".
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