domingo, 26 de enero de 2025

Chacal. Primera temporada.

Habrá que preguntar el nombre de la agencia de viajes que ha llevado a cabo la producción de la primera temporada de Chacal, porque es un show continuo de imágenes con las que deleitarse. Hágase querer por un Concorde, que pensó algún día el hombre de la camisa verde y no sé si llegó a decirlo en voz alta. Renuncias. De Cádiz a Tallin y tiro porque me toca escapar de una Croacia imposible antes de llegar a Montenegro.. Bajo esa superficialidad azul, o azul marino, o de los que dicen “ni tan mal”, se esconden otros argumentos. No siempre el relato es el ideal, pero sigue siendo relato, aunque vaya de más a menos. El control. Los poderosos, utilizando sus medios, para que no llegue el caviar a las masas y nos conformemos con el jamón york, que no es de York ni es jamón. Escuchamos, antes de tiros propios y ajenos, allá por el capítulo 7: “Los ricos se han vuelto más ricos, los poderosos se han vuelto más poderosos. Los corruptos se han vuelto más corruptos. Los ricos, los poderosos y los corruptos se han llevado lo que es de la mayoría y lo han escondido para que solo unos pocos lo encuentren”. A lo mejor, tanta parafernalia, tanto barniz en la madera (madera de barco, barniz de barco, por supuesto), tanta fachada, es simplemente para que no veamos el edificio en ruinas, para que no saquemos la sidra y nos conformemos con el agua con bicarbonato. Para no pensar. O todo sea mentira, y todo sea una ficción, y lo chacales de la vida siempre estuvieron ahí, empuñando los cuchillos ante el Senado con Julio César o en el asesinato del primer ministro argelino en el 92. Da igual. Al final, muchas veces, no distinguimos entre hiel y sangre, entre pus y kombucha, entre Cádiz y Tallin, porque bebemos lo mismo, respiramos lo mismo y, puestos a engañarnos a nosotros mismos, creemos ser los mismos fantoches de siempre, marionetas en manos ajenas, Monchitos articulados por una mano que nos levanta los pies cuando hace falta. Y entre tanta confusión, llegas a distraerte entre los malos que parecen buenos, y los policías, que no sabes a qué juegan. Un disfrute visual en una historia con bastantes grietas argumentales.

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