Hace 29 minutos
viernes, 17 de enero de 2025
Get Millie Black. Primera temporada.
Viva la Jamaica de la primera temporada de Get Millie Black, los callejones, las tartanas, las brujas del pasado, los niños como juguetes de los mayores, la ropa cara y los rizos indomables, las tradiciones, los vuelos hacia ninguna parte, las monjas que no conocen el hambre, el chico convertido en hermana y los colegios falsos. Secuestros. Bombarderos y frases de blancos que ponen en tensión a los negros: “Lo que sabe un delincuente es más importante que la vida de un niño negro”. Pero el viento remueve las olas, y lo que no se pudo salvar, no se salva. Oda a los niños muertos. La culpa, intentar arreglar algo que está destrozado. Voces distintas en cada episodio para mostrar un drama que no puede acabar bien, porque nada está bien en el mundo: “Crecí en un rincón oscuro de esta ciudad sin nada ni nadie. Cuando tienes que aguantar a gente que no tiene nada, ahuyentar a las ratas que quieren compartir tu cama y quedarte sin cenar cuando tus padres no tienen trabajo y están en la trena, creces con hambre. Cuando naces sin nada tienes hambre de todo. De elogios, de amor, de hogar. Pero hay una cosa que la gente que tiene todo no tiene: suficiente”. Y en tierras negras, los blanquitos dejan su huella, y, como no, hablan de sombras: “Solo soy otra sombra, y lo que pasa con la sombra es que a veces la tienes delante y no puedes atraparla”. Y en esta historia de planes que no salen bien y de llamadas al otro lado del mundo, nos queda claro que “la gente se conforma con lo malo porque cree que es mejor que nada”. Incluso llegando a la puerta de salida, todo es mentira: “Si la salida tiene un precio alto, piensa que ya lo has pagado”. Y no nos podemos creer nada, porque “cuando toda tu vida es un secreto, no dices más que mentiras”.
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