sábado, 4 de enero de 2025

Slow Horses. Cuarta temporada

Nos encontramos muchas sorpresas en los baños y casi ninguna agradable. Casi ninguna. Ninguna. Empezando a tirar de ese papel higiénico, y con los sesos pegados al azulejo blanco del aseo, comienza la cuarta temporada de Slow Horses que nos mete el anzuelo en la garganta preguntándonos si es mejor olvidar u olvidarnos de todo de manera premeditada. En esos jardines de la demencia, hemos acabado subiendo a una montaña de ineptitud en la que se mezcla el odio y el resentimiento revestido de terrorismo internacional. Ahora que no nos dejan insultar como es debido ni llamar bazofia a la bazofia, vuelven en Slow Horses las carreras y la suplantación, la huída y el préstamo, el dolor y la presencia ausente, los pasaportes cambiantes y las bajas en un equipo que mezcla el quebranto y la desesperación pero que como los limpiadores en toda empresa, son imprescindibles. Hay que limpiar la mierda que nadie quiere limpiar. Pero en esta huida, es mejor pensar si hacer el Bolt o creerse caracol, que muchas veces lo peor está por ocurrir. Lo dicho, “cuando te estén persiguiendo, quédate quieto”.

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