viernes, 25 de abril de 2025

Bosch: Legacy. Tercera temporada.

El Lobo Plateado está de vuelta. Bosch, con esa cara que te deja pensando en lo que estará pensando, sacando su lado borde, si es que acaso tiene otra. La que se hace más preguntas es su retoño. Idealizamos a individuos que no son perfectos. Muchas grietas, que al principio no vemos, empiezan a aumentar hasta que el tabique no aguanta. Todos tenemos trapos sucios, montañas de basura planetaria que no hay cementerio nuclear que la acoja. Y “si hay que ayudar para enterrar a la escoria por segunda vez, se ayuda”. O lo que sea. Lo que pasa en Afganistán, se queda en Afganistán, aunque nunca se sabe cómo se reinterpretan los hechos del pasado en nuestro presente incierto. “Una familia no desaparece sin más”, pero siempre hay personas que hacen lo que sea porque desaparezcan los demás. Persecuciones, rumores no demostrados, encuestas que van mal, hacer negocios con las personas equivocadas, lazos rotos y familias que no ejercen de familias. Y de esa oscuridad que esconde Bosch (y su retoño), no hay escapatoria. Ninguna. Recuerdos de venganzas que se cumplen, recuerdos de dientes que se fueron por el camino, de globos que explotan antes de inflarse. Aunque tiene altibajos, ha estado a la altura de ejercicios anteriores. Y siempre hay algo que queda por resolver. Un cierre (de momento) con el bajar una persiana desde la que seguir viendo angelinas calles desde las alturas.

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