Hace 56 minutos
martes, 10 de agosto de 2010
Treme. Primera temporada.
¿Qué diablos interiores tenemos que no nos dejan dormir? ¿Por qué hay lugares olvidados de la mano de Dios? Después de The Wire nada volverá a ser lo mismo en la historia de las series de televisión. Siguiendo esa estela de calidad, su creador ha realizado Treme, otra obra maestra sobre la Nueva Orleans post-Katrina.
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La vida es un entierro permanente, pero hay gente que lucha. Pero luchar cansa, y, al final, el que más y el que menos se raja, o se hace un excéntrico o le da por vete tú a saber que leches. Pese a todo, siempre hay que respetar. La durísima historia de Treme es la de la supervivencia de una ciudad tras un desastre bíblico, una plaga de la que esperas, como casi siempre, escaparte en el último minuto.
Pero con el Katrina no fue así. La bala fue directamente al centro del cerebro, no se conformó con una pierna ni con un roce en un brazo. Maldita conjunción. ¿Y un gobierno republicano iba a poner su esfuerzo en recuperar una región con la desmandada de negros que se produjo? En la vida. Como dijo Franco tras el asesinato de Carrero Blanco, “no hay mal que por bien no venga”. La situación se aprovecha para que buena parte de la población negra no volviera (con medidas sangrantes como la prohibición de la recuperación de barrios que no fueron dañados de manera importante) y así, el Estado, en condiciones normales, pasase de ser demócrata a indeciso, y con un poco de suerte, republicano. Pero como con The Wire, aparte de la luz solar, están los periodos de sombra. Es la historia, y los personajes, y siempre la música. Y aunque estén malditos, siempre volvemos al lugar de origen. Pocos, muchos, algunos. Importa el número, por supuesto. Pero también importa el sentimiento, el no bajar los brazos hasta que no sea imposible. Estos últimos días he repetido mucho la frase de Tierra de Medem: “La existencia va acompañada de un sonido de fondo, llamado angustia, que sólo se soporta a medias”. Y es que es verdad, pero siguiendo ahí, alguna vez hay recompensas. Y luchamos hasta la derrota. Y en las microhistorias de Treme, casi siempre los personajes salen perdiendo. Siempre hay una desaparición al final de la esquina, siempre un bar sin techo, siempre un barrio sin luz, siempre un indio rojo sin plumas, siempre una derrota. En fin, sólo queda ver y escuchar Treme, que merece la pena. Y volver a verla, también. Y punto.
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3 comentarios:
Muchas entradas después del superviaje!!
Se nota que estas de vacances no?
Sin problemas,sin preocupaciones, sin obligaciones...
aaaaaaaaahhhhhgggggg,que asco de vida!!!!
Jesús, no te digo nada.
Rakel, toma doble turno!!! Toma!!!
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