lunes, 2 de enero de 2023

Slow Horses. Segunda temporada.

Es raro que no se muera más gente en los autobuses. Deberían existir estadísticas al respecto. Si ponemos en valor la cantidad de mierda, la cantidad de guarros y la cantidad de julandrones de distinta calaña que entran y salen de los buses, es escaso el número de incidentes que se producen. Ínfimo. Empieza la segunda de Slow Horses con autobuses de muerte, pero de otro tipo de animales. Leemos esto en la RAE: “Insecto hemíptero, del suborden de los homópteros, de unos cuatro centímetros de largo, de color comúnmente verdoso amarillento, con cabeza gruesa, ojos salientes, antenas pequeñas, cuatro alas membranosas y abdomen cónico, en cuya base tienen los machos un aparato con el cual producen un ruido estridente y monótono”. Es la definición de cigarra. La oficial. La clásica, si es que clásico puede ser algo que contiene a palabra hemíptero. Pero aquí, se trata de agentes durmientes en este universo de espías que es Slow Horses. Y hay mucho juego de palabras, porque “yo no discuto, hago judo con las palabras”. Claro que sí. Siempre es bueno hacerse preguntas, cuestionarse si las gabardinas se lavan, hacerse ver lo de las trampas a ambos lados del muro de Berlín. Las cigarras eran los agentes durmientes a un lado del muro y, en el otro, leones muertos: “Los rusos operan a largo plazo. Tienen una gran capacidad de sufrimiento. No perdonan”. Da igual cuando ponemos en una misma frase rusos, envenenamiento, Gran Bretaña, espías y similares, porque “todo el mundo guarda secretos”. Y con esas gabardinas sucias, con esos elementos de la ciénaga, siempre hay que estar, siempre hay que sentir sus pérdidas, siempre hay que dedicarse a lo que hay en tu interior: “Antes de venir aquí te dedicabas a beber por Inglaterra”. Se pone cafre la segunda de Slow Horses por momentos, incluso hablando de los compañeros muertos (“era majo para ser tan mediocre”), de los compañeros que ya no están porque han sido asesinados: “¿Ya estás en la rabia? ¿No había que pasar antes por la negación? Negación, rabia, borracheras, más borracheras… Había más fases. La aceptación también estaba”. Slow Horses es cinismo sin complejos, es error necesario, es el mal que todos tenemos presente para evitar males mayores. Pero a veces, incluso en esos peores momentos, hay personas que hacen su trabajo, que ponen en práctica sus códigos para engrasar una maquinaria malévola pero imprescindible. Y es la vida, porque "suena a fiesta sorpresa y no me gustan ni las fiestas ni las sorpresas".

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