viernes, 14 de mayo de 2021

Palomares. Primera temporada.

¿Cuándo pensabas tú que en un documental sobre Palomares alguien iba a decir “un poquito de por favor”? Pues no lo pensabas. Yo tampoco. Nunca. Dicen en el cuarto capítulo o episodio (¿se dice episodio o capítulo o edición?) que si esas 4 bombas hubieran caído en La Moncloa, no habría restos de contaminación plutónica, ni nada que se le parezca. Pero es el sureste español, esa zona olvidada de la mano de Nixon y Aznar, de la guitarra de Kerry y del gallo Margallo, de Reagan y González, de los Bush y de Franco. De Franco. Porque esto era en blanco y negro, y todavía, según el documental, hay 26 hectáreas. Ni más ni menos, ni menos ni más. 26. Casi nada. ¿Y por qué pijo no las limpian? Hablan de algo que es Americio. ¿Y toda esas muertes de cáncer? ¿Y esa señor que dice que su hijo cayó fulminado en 50 días? En 50 putos días. 50 días. Piénsalo. La jodida exposición al plutonio. A mí hay momentos en los que no se si reírme, llorar o apagar el monitor en la guardia de Paideia (vulgo, castigados) donde he visto estos episodios, o capítulos, o ediciones. ¿Y por qué nos dejamos que nos estafen (como bien cantan Triángulo de Amor Bizarro y revisitan Carolina Durante)? Viva Soweto. Viva Almeria. Viva Cuevas. ¿Qué hacemos con los problemas de salud importantes? ¿Qué hacemos con Portmán? ¿Qué hacemos con el jodido Portmán? En Palomares tuvo que ser una “Juana de Arco”, una alcaldesa, una joven, la que levantó la polvareda de mierda. Informes, franquistas, socialistas, pérdidas de tiempo”. Un geniecillo loco que sale en los cuatro, dice que “todo enfermo tiene derecho a saber de su historial médico completo”, o algo así. Algo que vemos normal, habitual en el XXI, no lo era con el asunto de Palomares. ¿Pero qué paso en Palomares? He puesto el video del trailer de Palomares en 4 subgrupos entre 4º de ESO y 1º de Bachillerato y no tenía ni Dios, ese Dios del que hablaba Ciges cuando tenía hambre (¿era Ciges, verdad?) PSOE, dictadura y hasta Pablo Iglesias con coleta, pero ya no tiene coleta, pero en 2018 si tenía. Mucha agenda 2030 y muchos libros y mucho 15M (¡¡¡10 años ya!!!), pero ni fue a las residencias ni a Palomares. Bombas que hubo que rescatar y sacar, y bombas que sueltan plutonio, y que respiras y en la que todo es mentira. Porque en Palomares, aparte de muchas cosas, se constata que la “descominación como fraude” es un principio axiomático. ¿En qué jodido cajón estuvo encerrado el asunto Palomares durante décadas? ¿Tuvo que llegar la alcadesa Antonia Flores para sacar todo aquello? Como le digo a mis alumnos, está la historia oficial, la historia de vuestro libro de texto y la historia que yo os cuento (bueno, este año, mucho árabe no sé, pero intento que entiendan algo). Y no solo fue el daño local, también se habla del daño que hizo a los gringos de Yankilandia que vinieron a buscar las bombas y pasaron por tierra, mar y aire y se llevaron el plutonio en sus huesos. Sí, porque el plutonio va a los huesos. A los jodidos huesos. También, en el relato, se habla de la radio clandestina de la que ya hemos hablado por aquí más de una vez, y de la llegada de la Sexta Flota (con más de tres pares de calzoncillos, Antonio) y 34 barcos buscando la bomba perdida. “En busca de la bomba perdida” debió llamarse la tercera pildorita en vez de “Bienvenido Mr. Fraga”. Siempre me acuerdo de Fraga, y la pregunta que le hice sobre la Constitución en el Arco de San Juan, y la mirada de su asistenta cuando dije que no me estaba contestando… Otro farsante, casi como Fernandito contestándome sin decirme nada. Y dejar de pescar, y de cultivar tomates y todo Cristo esperando el Jueves Santo por la noche. Una jodida matanza económica. Y aquella compensación económica que fue como escupir en el mar de la bomba. Como escribe bien Miguel Sánchez-Ostiz, su frase nos serviría para resumir el documental sobre Palomares: “El pesebre que no cesa”. Y hasta dan los chicos de las barras y estrellas 60.000 $ para el arreglo de la Iglesia. La moral y la penitencia y el problema del turismo en España (me estoy imaginando a Illa y a Darias presentando el asunto de Palomares y no sé si lo harían peor). Vivan los discursos gallegos y la foto de rigor en la playa de Quitapellejos. Qué espectaculo. Qué jodido bochorno, casi como en la planta aquella de Lenin en Ucrania. Pero en España, siempre se traga, se tragaron las maniobras de evasión publicitarias y las cortinas de humos efectivas. Todo mentira, como los barriles de tierra contaminada que vaya usted a saber en que milla del Meditérraneo fueron arrojado por los chicos del Tío Sam (falta el otro tío, el Pencho, en esta historia, pero no habrán buscado la viñeta correspondiente...Pifanio). ¿Por qué no evacuar el pueblo? ¿Qué les hubiera importando? La Guerra Fría se pudría en los aires, en los aviones que cayeron, en las canciones de los Beatles y en las jodiendas con vistas a Palomares. Un buen intento, una buena ilustración de un suceso de esos que ocurren pero como no es en nuestro barrio no nos importa mucho. O menos todavía.

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