martes, 19 de octubre de 2021

Vigil. Primera temporada.

Tenía algo escrito sobre Vigil pero el caos se lo llevó. Todo. Bajo el agua. En ese escrito de hace un mes, me refería a los inicios de Vigil, a sus trepidantes dos primeros capítulos (o eso creo), a la Nueva Guerra Fría (en la que [casi] siempre gana Rusia, y si empata te sube la luz), en la necedad de las historias con final (semi)feliz, en lo que nada parace lo que es, en la verdadera afinidad de las parejas, en el dolor ajeno y en el propio, en las ausencias prolongadas y la búsqueda de un plan B, en los cromos que se cambian para perder la originalidad, en preposiciones que buscan sustantivos porque no queremos leer libros de verdad. Si encuentro lo que escribí sobre Vigil, lo recuperaré. En caso contrario, habrá que decir que empieza mejor que acaba, que hubiera sido una buena película de dos horas (si la vejiga aguanta), que mezcla demasiados asuntos y se difumina conforme pasan los minutos, que es previsible en algunos casos y que es una buena serie pero pudo estar mejor. O no.

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