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jueves, 14 de octubre de 2021
Megacuarenteno en La Gran Batalla por Murcia
Conocí a Jesús Manuel García Gómez hace ahora 25 años, en el primer curso de la licenciatura de Historia del curso académico 1996/1997. No hizo falta una presentación formal, porque al final los nombres son accesorios. Después de varios días en una cantina, el dijo su nombre: Jesús. Pues vale. Siempre cuento esta anécdota pero no es una anécdota, es algo más. Pero quizás las etiquetas estén para algo. O no. La pandemia nos pilló de improviso. El último día que hablé con él antes del cierre del 14 de marzo de 2020 fue el miércoles 11, el mismo día que coincidí por la mañana con otro de los retratados en La Gran Batalla por Murcia de Megacuarenteno, con Andrés Serrano. Te acuerdas de los días como de las torres de las catedrales, con imágenes hechas y con sensaciones. Lo de Megacuarenteno fue algo de sensaciones. ¿Qué pensamos esos días? ¿Qué escribimos esos días? ¿Qué dibujamos esos días? En Murcia aguantamos con los alumnos hasta el viernes 13, con las clases a medias y suspendiendo la visita a la Universidad con los alumnos de mi tutoría. Algunos fueron a pedirme los 3 euros del autobús. Podría decir sus nombres. O no. Recuerdo escuchar compulsivamente los primeros días de la siguiente semana el monólogo de Alsina. Vaya serie. Y me refugié en otros libros y otras series, y también nos refugiamos con Megacuarenteno desde el final de aquel mes. Yo empecé con Darkness (la huella del crimen), escuché mucho a Pearl Jam (con el que hablaba con otro compi en la carrera [Rafa Ortuño, viva Yecla], el día 17 me terminé la tercera temporada de StartUp, me terminé Mujeres y negros de Enrique Rubio, vi la primera temporada de Los salvajes, recuerdo la impresión por la muerte de Chema Candela (después de tantos años escuchándolo en la radio), el viernes 20 vi Riphagen, hacía todas las noches videollamadas a Lali de una hora o más, el sábado 21 una voz argentina me llamó por la calle y me habló de una foto que yo había puesto en redes sociales con un globo (lo habían pintado sus hijo), vi The Gloaming, y más Alsina, y José Manuel Puertas y Casa habitada por murciélagos y más Megacuarenteno. Cuando unos alumnos de cuarto el año pasado en Alquerías me preguntaron que hice se lo dije del tirón y les enseñé unas viñetas de Megacuarenteno. Había que agarrarse a algo. Jesús lo hizo con lo que luego es este tebeo. Escuché mucho a El niño gusano. A cada uno le daba por una cosa. Megacuarenteno también era la espera: esperar la siguiente andanza, el siguiente personaje reconocible, la siguiente iglesia o el siguiente (no) Bando de la huerta o covientierro de la sardina (o como se escriba). Era esperanza. Era ver al sabio del Cabezo, a bichos y arañas, a generales y jefas, a los compañeros de andanzas universitarias. ¿Qué sentido tiene el arte en nuestras vidas? Cada uno lo interpreta de una manera. A mí un mosaico romano no me produce un placer orgiástico, pero no me daña la vista. Me recreo viendo pinturas con el ordenador y en los manuales, aunque esos primeros días no me apetecía. O no quería. O quizás estábamos más sensibles (me acuerdo de decir que The English Game me gustó, pero luego hablando con Sergio el me abrió los ojos). No lo sé. No podemos valorar el arte por lo que simplemente es, más bien por lo que representa en cada momento: ver la catedral dibujada, ver Monteagudo hecho fortaleza, ver laberintos, y submarinos y cartelitos sobre el Mar Menor que deberían ser iconos. Ahora que estamos en otros encierros interiores, toca reflexionar y valorar lo que tenemos y lo que hemos dejado de tener, y La Gran Batalla por Murcia, recién vista casi del tirón (hubo por ahí un partido de Euroliga y un capítulo de American Rust de intermedio), nos hace volver a aquellos días de esa palabra que nos recuerda Jesús al principio de su libro: incertidumbre. Podrás estar mejor o Jesús, pero siempre recuerdas las palabras de Jesús López, el otro Jesús de este Belén que es la gran batalla por Murcia en la que todos estamos retratados y los políticos más fielmente que nunca. Acabé ese mes viendo Cobra, Unorthodox y Kalifat (series de las que hacen pensar), y seguí en ese limbo de Lexatín y de infusión de mis padres, con los que pasé esos meses en los que dormí muy poquitas horas. Y siempre recordaremos que también nos acompañó Megacuarenteno. Gracias Jesús.
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