martes, 28 de diciembre de 2021

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais

Empieza Federico Volpini escribiendo sobre El Americano y recordándonos el tiempo y las estaciones, y comparando Suecia con el Sahara. Repite la palabra “supongamos” muy a menudo Volpini, y me gusta: “Supongamos que uno es un garbanzo y pretende disimularse entre las lentejas”. ¿Cómo lo haríamos? Vaya historia la de las legumbres. Después pasa a Tú, yo y todos los demás, y se refiere a Kafiristán (¿existe Kafiristán?). La siguiente parada es en el Viaje a Darjeeling. Nos recuerda FV las amenazas neotestamentales: “Los simples heredarán la Tierra”. Aunque la pregunta seria es la siguiente: ¿De verdad hay algún payaso listo aparte de los que salen en el video de los Artic Monkeys? La cuarta adoración nocturna es sobre En busca de la tumba de Cristo, en la que FV reflexiona sobre la resurrección lazarina y asegura: “Hay ciertas cosas de as que uno debe salir escapado. Cuanto antes. Sin descanso, no sea que te alcancen con el tiempo”. Luego pasa al Robin Hood de Russell Crowe y nos recuerda algo que, entre fusión y fusión bancaria española, hasta llegar al Banco Único, nos pone la mentira en la frente: Sabido es que la Banca roba al pobre para dárselo al rico. Este es un mecanismo de corrección por si a los ricos se les escapa un pobre. Hay quien afirma que la Banca y los ricos son una misma cosa. Error: la Banca es un estilo de ser rico”. Pum, pum. De ahí pasa a Desafío total, pensando en un domingo con Carlos Martínez y Michael Robinson, pero no era con tito Arnold, era con sobrino Colin. Estas críticas de Federico Volpini son pura delicia. Dan para pensar. El siguiente apunte va sobre Zona libre, y vuelve Natalie Portman a escena, pero esta vez a Jerusalén. Después, de nota en nota, A la deriva, donde asegura FV: “Si tu Freddy Krueger particular es que eres tonto, no hay que invitar a amigos”. Con tenemos un problema gordo, empieza fuerte: “Estrenar películas dobladas sería una buena razón para no verlas. Para verlas hacen falta más razones”. Y vuelve a apostillar Volpini: “ A la existencia te traen. Al cine vienes por tu propia voluntad”. La siguiente anotación va al respecto de El Nuevo Mundo, un tiro al centro de la diana, una reflexión sobre el tiempo perdido mirando la nada. Con Déjame entrar vuelve a pensar sobre si nos conviene la vida eterna, pero asegura que “en el mundo igual no existe Dios, pero si hay guionistas”. Sobre las nuevas versiones de las películas, señala con razón: “El norteamericano no le abre la puerta más que a otro norteamericano”. Sobre El libro negro de Verhoeven, FV dice que “no había tantas (cruces gamadas) como suelen salir en las películas, pero las suficientes para llenar unos cuantos cementerios”. Habla de Holanda, de alemanes y de la II Guerra Mundial. De ahí pasa a El Espía, reflexionando sobre sombras y caminatas, y sobre accidentes de los que escribí hace tiempo pero que me mi mala letra me impide interpretar. Con La maldición de la flor dorada nos recuerda que “Las horas hieren hasta llegar la última, que mata. Con El territorio de la bestia, FV nos recuerda que “la criatura humana considera que la tierra es su casa. La bestia viene desde la Prehistoria a jorobar”. Y no únicamente desde la Prehistoria. La reflexión sobre La luz silenciosa no la entendí. Sobre Aroma con amor cuenta la experiencia de la vuelta de Woody Allen a la comedia tras Match Point (es que esa película es muy buena). A cuenta de Solo quiero caminar, habla FV sobre el valor de la religión y de Díaz Yanes, de Ariadna Gil y de Diego luna. Sobre The host, opina FV: “Un calamar que pinta Corea en tinta roja”. 300 no se la he puesto a mis alumnos nunca, y cuando en 1º de ESO hablo de ella, ni se acuerdan y ni saben de ella. Volpini escribe que “Esparta nunca tuvo murallas. No las necesitaba. Sus muros eran los cuerpos de los espartanos”. Nos recuerda, y yo no tenía ni idea, que “300 es Frank Miller. Y, en este sentido, prodigiosa, violenta, llena de fuerza, de una plasticidad apabullante”. Siguiendo el espíritu de Ben Wallace, la siguiente reseña va sobre El curioso caso de Benjamin Button sobre la que apostilla: “Situar el desenlace en el lugar y en el momento en que se hace es de un burdo oportunismo sonrojante”. En el apartado de cine familiar, la primera píldora trata de Kick-Ass, Listo para machacar, en la que FV se pregunta lo mismo que yo muchas mañanas: “¿Qué se me ha perdido a mí en el colegio?”. Y deja esta otra joyita: “Criado en las novelas gráficas, el ser humano, hoy, sale a la calle con la preparación necesaria para enfrentarse a cualquier videojuego”. Para empezar la disertación sobre Como los demás, se pregunta Federico Volpini: “¿Puede un niño adoptar padres homosexuales?”. Sigue hablando de Eduardo Haro Ibars y nos recomienda la lectura de Jude el oscuro si no se ha hecho, y reflexiona sobre sobre lo que somos: “La inocencia es un abismo. Solo la culpabilidad es responsable”. La siguiente píldora va sobre La huérfana, en la que nos cuenta lo que los padres esperan de los hijos: “El niño es el vengador enmascarado de Papá”. Para empezar a comentar Haloween, el origen, FV deja otra perla: “Lo que no hay que dejar al alcance de los niños es la familia”. La siguiente pastilla cinéfila trata sobre Negra Navidad, en la que Volpini nos recuerda que “la perversión del asesino corre pareja a la perversión del espectador”. Viva la perversión. El siguiente apunte engloba películas bajo el título de cine religioso (!!!), y empieza con La chica del tren, resumida con la frase “el tiempo patina hacia el abismo”. De Pequeña Miss Sunshine escribe FV que “es a la transgresión lo que la caridad a la justicia: un apaciguador de conciencias sin peligro real”. A mí PMS no me gustó nada, será que soy de otra liga de un deporte totalmente distinto. Después nos hace pensar sobre Juno, otra película que pudo dar un paso más (y no pudieron, o no quisieron. Con Borat, FV hace una descripción desde la Prehistoria hasta ahora: “Podría interpretarse que la historia del hombre es la de su progresivo alejamiento de sus defecaciones, de sus heces, o sea: de su animalidad”. Con Agua nos recuerda FV que la civilización se hizo gracias a cambiar costumbres que no tenía nada de civilizadas. De Mongol de Sergei Bodrov dice que se “acaba justo cuando las cosas empiezan a moverse”. Con Hula Girls, a la que equipara FV con Full Monty, nos lleva a meditar sobre las minas (o lo que queda de ellas) y las personas que vivieron de ellas: “Primero, jubilaciones anticipadas, que es como cuando llaman a la puerta: fuera hay alguien y luego resulta que eras tú. Los despidos”. Y apostilla: “El paro, al que la Providencia le hace en ocasiones los arreglos; el paro, que se toca de oído, lleva partitura”. Luego escribe sobre Rodrigo Cortés y Buried, otra obra que tengo pendiente. Con En el valle de Elah nos hace creer que siempre podemos dar otra vuelta de tuerca. Y cualquier araña (sea la que sea, incluida Spiderman 3) sirve de pretexto para escribir sobre el bien y el mal, sobre ideas universales que nos cuestionamos: “El bien y el mal son una misma cosa. Desde luego, se parecen bastante. Bombardea uno Sarajevo y es el bien; vuela uno Nuevo York y eso es el mal. Pulula el átomo por Occidente todo y es el bien; intentan capturarlo los chiítas y es el mal. ¿Dónde reside el mal? Con el vecino. Que es quien se lo merece, dicho sea de paso. Cuando el vecino considera que el mal podría ser asesinar al otro, tener la bomba atómica o reducir el cerebro de la gente a la imbecilidad, venga, de donde venga, es radicalismo y es, asimismo, el mal. Es más que un club. Lo cierto es, sin embargo, que el bien y el mal conviven dentro de uno”. Con Superman Returns (El regreso) habla de Dalí y su Cristo, del Padre y el Hijo, y de gentes con turbantes, y otra vez la vida norteamericana apacible que es puesta en peligro por gente mala y demoniaca. Muy mala y muy demoniaca. El siguiente apartado del libro lleva el título de Viajes por el tiempo y empieza con The Doors: When You’re Strange, y el ejemplo de Jim Morrison lo pone FV como el malo de la película que todos necesitamos (en su caso, nos recuerda el autor, Vietnam, la represión en el tema del sexo, la discriminación). Siempre hace falta un malo, alguien a quien culpar, alguien al que poder señalar con nuestro índice. Escribe FV: “En estos tiempos de desinformacion, de no saber de quién puedes fiarte, la mejor forma de distinguir al amigo es esperar a que lo localice el enemigo. Sabemos que es amigo en cuanto el enemigo dispara contra él”. Le pone tres adjetivos a Jim Morrison: Egocéntrico (¿quién no lo es?), perturbador (todos tenemos días malos) y fascinante (eso lo consiguen muy pocos). Recuerda FV que lo inició en todo a Morrison fue la lectura, y con ella, Nietzsche. Yo la recuerdo como una gran película, la verdad. El siguiente film de este apartado es, la desconocida para mí, Chrysalis (mención que no leo porque quiero ver la película cuando de reojo miro y observo que es un “homenaje soterrado a Blade Runner”). La siguiente pildorita va sobre Señales del futuro, con la explica a la perfección que “asistimos a un discurso beato, incongruente, falso, en el que queda claro que el futuro es de los elegidos”. ¿Y quién serán los elegidos? Vaya usted a saber. Con A contraluz, me quedan dudas de lo que quiere expresar FV. En la siguiente píldora (no sabemos si pequeña y mordida), nos recuerda La primera nevada, en la que teoriza sobre el destino, sobre los acontecimientos que pasan o que nos pasan, sobre la determinación que tenemos sobre los hechos. El hombre de la camisa verde, después de un accidente de moto alicantino, decía que él no tuvo la culpa, pero le pilló allí, aunque quizás él, quizás, si que llevaba encima pequeñas píldoras mordidas. Y grandes. La siguiente película citada es Todos tenemos un plan, en la que recuerda la infancia y su seguridad, pero también es verdad que hay un momento en el que todo deja de ser seguro y la infancia se vuelve agridulce, borrosa, brumosa. O tal vez, no. El siguiente apartado del libro empieza con Marilyn Monroe (y no pongo la cita de Montero Glez, no sé si debo que luego me leen algunos alumnos) y se titula Clásicos: nombres. El de MM hay que leerlo entero, hay que buscar el libro, comprarlo y leerlo. Vaya un resumen tan bien hecho. Con Charlton Heston recuerda sus sufrimientos en latitudes y longitudes distintas, en épocas pretéritas y futuras (salvo en una de Tarzán, que dice Volpini que ahí, justamente, no hubo sufrimientos porque ni le daba tiempo a ello). Con la música de películas me pierdo, soy analfabeto total, y en el caso de Elmer Bernstein me pasa exactamente eso, aunque con la música el analfabetismo no es un óbice para disfrutar de himnos, ya sean de los Siete Magníficos o de La Gran Evasión. El siguiente gigante del que escribe FV es Marlon Brando. Quizás gigante se quede pequeño para escribir de MB. El cromo que sigue a MB es el Roy Scheider, aquel jefe de policía de Tiburón y de tantas otras películas que nos recuerda FV. El siguiente apartado del libro es el que se refiere a Clásicos: temas, y que se inicia con la frontera inmediata que nos lleva a la Calle Mayor de Bardem (viva la Gran Vía) y sigue con Tres en la carretera y Casablanca. Escribe FV: “En Casablanca el asesino es el asesino del amor: otro amor, siempre”. Luego entrelaza Casablanca con Horizontes de grandeza en Carne de horma, en la que acabamos cantando todos la Marsellesa, seamos o no gabachos. Para El Señor de la Guerra de 1965 (quizás existan más con ese nombre), utiliza las palabras amor y hematomas, y dice que “a los paisajes tienes que ir prevenido”. Con El tesoro de los tiburones de 1975 utiliza el título de la píldora siguiente: El músculo atormentado (no la he visto tampoco). La siguiente pildorita, Todo mío, va sobre En busca del fuego de Jean-Jacques Annaud de 1981, que recuerdo que la ví en el IES El Palmar, porque nuestra profesora Manuela Ortega nos la puso en fragmentos, aunque no todo el personal de aquella peculiar clase entiendo el asunto. Desde entonces (1992), no la he vuelto a ver, ni he pretendido que mis alumnos de 1º de ESO la vea. De momento. En Temperatura ambiente hace un recorrido por películas de bichos y seres que a veces son peor que los bichos con el ejemplo de Cuando los dinosaurios dominaban la tierra de Val Guest de 1970. Píldora siguiente titulada Piratas de agua dulce embotellada al respecto de Éxito a cualquier precio de 1992, en la que nos recuerda que, como la energía, el pirata se transforma. Aunque yo conozco a varios que siguen siendo piratas, lo serán hasta su muerte. Siempre. Un cine de narices nos lleva a ver, como Volpini, “que la nariz es la proa de la persona humana”. Y hay disparos napoleónicos, falsos o no, que se olvidan. Tampoco he visto La luz del final del mundo (1971). La píldora titulada Miedo la deberíamos leer en los momentos de inseguridad, en los momentos de silencio autoimpuesto, de lejanía de la humanidad. O no, pero me ha gustado mucho. En vías de hecho, FV nos recuerda El maquinista de la general (1927) y Misión de audaces de John Ford (1959) y aquella Guerra de Secesión llevada al campo de los trenes. Con Películas de juicios nos lleva a la idea siempre repetida por Pumares: no existe la ley, existe un tipo que interpreta la ley. Creo que era Pumares, o podría ser García, que iba uno delante y el otro en el siguiente programa. Pero FV pone acento en el problema de los jurados, que esos ya son muchos tipos los que interpretan la ley. Quizás demasiados. La diligencia y Las aventuras de Jeremiah Johnson sirven para hablar de la siguiente píldora, llamada Talk West. Con Tirando al blanco nos recuerda Zulú (1963) y Amanecer Zulú (1973), y que también el Ejército británico tuvo sus Waterloo particulares. En Perspectivas pone en la balanza Oriente y Occidente comparando Black Rain y Yakuza (me apunto la segunda que tampoco la he visto). El recuerdo que tengo de Black Rain es bueno, y como dice Volpini, “por lo demás, tensión, violencia y el asombro”. Rituales, en este caso de purificación, como bien indica el autor, a través del “valor suicida”. En el siguiente apartado FV se pregunta si es corto el corto, en el que empieza hablando de Viaje a Marte y termina con ´sica para un apartamento y seis percusionistas. El siguiente apartado se titula Festivales, y dice Volpini, a propósito de Sitges, que primero hay que llegar, y escribe sobre las vicisitudes para poder acceder a ciertos lugares y el calendario de un día en el festival de turno. Después de Sitges toca recordar el festival de Gijón, y su cambio de director. De las películas que comenta me apunto dos que desconocía: Children of Sarajevo, de Aida Begic, y California solo, de Marshall Lewy. El tercer festival comentado es el de Sevilla, y me apunto su comentario sobre Paradise: Faith que es de los que hace pensar: “La fe da miedo. Da miedo a quien la siente y da más miedo aun a los que no creemos. Pavor, ante el Misterio, los creyentes. Y pavor a los creyentes, los demás”. Un libro imprescindible Yo he visto cosas que no vosotros no creeríais, con buenas ilustraciones de Amanda León, para volver de vez en cuando a él, como el autor se refiere a The Rocky Horror Picture Show: “Una luna de miel a la que regresar frecuentemente en nuestra nave Tierra”.

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