viernes, 31 de diciembre de 2021

The Game. Primera temporada.

Llegué a The Game por el Brian Cox al que sus hijos quieren suceder (o matar, directamente) y por uno de los jerifaltes de Chernobyl. ¿Cómo no había llegado antes a The Game? Quizás porque prestamos demasiada atención a asuntos superfluos y poca a lo realmente importante, a aquello que nos hace meditar y pensar y volver a lo verdadero. The Game, utilizando el lenguaje inclusivo que nos quiere meter con calzador, pone el énfasis en la sospecha. De primeras, ves que hay un topo (o topa, o tope) en un grupo del MI5 inglés. ¿Pero quién? ¿De quién sospechar? Brian Cox dirige el cotarro pero lo llaman Papi; un amanerado aparece como un arribista con deseos de ascenso; la nueva, ejerce de nueva; un poli adscrito aparece como el de fuera, el que no pertenece a la tribu pero tiene que adaptarse a la tribu; el joven talentoso que puede ascender más rápido que nadie tiene un pasado turbio en Europa Oriental; y un matrimonio trabaja junto en esta tribu. ¿Es real la ilustración del grupo? ¿Quién actúa a favor de los rusos? Es 1972 y hay huelga de mineros y te dejan a oscuras todas las noches. Europa quedó a oscuras en los bombardeos de la II Guerra Mundial (ahora también la han coloreado, ya no saben que saquear, que desierto anegar de agua) y The Game nos lleva al espionaje en una operación prosineckiana llamada “cristal”. Cristales que puede acabar con todo. ¿Pero por qué no desconfiar de todos? ¿A quién está bien señalar? ¿Por qué cristal y no cerámica vidriada? ¿Niebla o día soleado? The Game es el juego del despiste, es señalar lo que viene y lo que está por pasar, es esconder los errores del pasado y poner la desconfianza en primer plano. Pese a unos primeros capítulos un poco densos, demasiado chocolate y poca leche en Nochebuena, la ambrosía llega al final. Hay partidas que acaban demasiado tarde y otras que empezaron antes de pone barajar. The Game nos lleva a preguntarnos si todo es mentira, si el enemigo vive con nosotros desde el principio. ¿Es todo el poder un capricho de nuestros enemigos? ¿Podemos controlar lo que no depende de nosotros? Un gran ejercicio narrativo el de The Game.

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