miércoles, 20 de agosto de 2008

Borges oral.

Al aire fresco, bajo el palmito, leí el viernes Borges oral de Jorge Luis Borges. Se trata de 5 conferencias que dio el maestro de maestros en la Universidad de Belgrano. 5 temas, casi todos conocidos. Bueno, todos no. El libro, la inmortalidad, el cuento policial y el tiempo, estos 4, si que lo son. Del que no tenía ni idea es de Emanuel Swedenborg. Iré por orden cronológico, como diría Fernand Braudel. La primera de las conferencias, ofrecida el 24 de mayo de 1978, hace referencia al libro, al que ya en el prólogo lo une indefectiblemente a su vida, el más asombroso de los inventos para Borges. Citando a Shaw, habla del libro como memoria de la humanidad y como imaginación. El libro, ante todo, con la función diferenciadora entre sueños y pasados. Cita la Decadencia de Occidente, de Spengler, por lo que alguno seguro que dejó de leer este libro. Ellos se lo pierden. En este librazo de Spengler, según JLB, se encuentran las mejores páginas sobre la historia del libro. Desde aquí hace un repaso a diversas opiniones acerca del libro vertidas por Pitágoras, Nietzsche, San Agustín, Shakespeare, Goethe, Platón, Heine, Sócrates, Séneca, Montaigne o Heráclito. También de clásicos de clásicos (Biblia, Corán, El Quijote, Ilíada, Odisea). Y otra vez la opinión de GBS, hablando de la virtud de los libros que deben ser releídos. En esto coincido; lo importante es releer; muchas veces perdemos el tiempo leyendo tonterías, auténticas gilipolleces, ejercicios de futilidad de gente que no sólo se hacen pajas mentales, sino que escriben mamarrachadas y encima las publican. Pero el problema ya es nuestro por seguir leyendo, que entonces los gilipollas somos nosotros. Por otra parte, habla de libro como posible obra divina. Conclusiones, demasiadas. La más importante, nunca mejor dicho, la importancia del culto del libro (algo perdido pasados 39 años de estas palabras de JLB). El libro, entre sagrado y divino, como fuente de sabiduría. Y punto.
La segunda de las conferencias hace referencia a la inmortalidad. Otra vez recurre a voces privilegiadas, citando a Miguel de Unamuno, William James, Max Brod, Platón, Locke, Hume, Santo Tomás de Aquino, Goethe, Tácito, Pascal, John Donne, Schopenhauer, Shaw, o Bergson. Y desde el principio expresa un deseo, encontrar la muerte total del cuerpo y alma. Y desde ahí pasa al problema de la transmigración de las almas (aquí me pierdo, de Filosofía, como buen alumno LOGSE, ni zorra idea). Habó el maestro de que no se debe decir “pienso, luego existo”, sino “se piensa, luego algo existe”. Y el problema es que muchos nos creemos inmortales. De lo leído me quedo con la frase de Santo Tomás, “la inteligencia desea naturalmente ser eterna”. Borges creía, o por lo menos eso dijo aquel 5 de junio de 1978, en la inmortalidad cósmica, en la inmortalidad de nuestra memoria, hechos, actitudes y actos, que ya forman parte de la universal historia que tanto nos maravilla y encandila.
La tercera hace referencia a Swedenborg, un figura que hablaba que los fallecidos, por propia volunta, eligen el cielo y el infierno. Reconozco que desconocia por completo la existencia del figura, que fue súbdito de Carlos XII. Un figura tipo Leonardo, en diversas materias y ciencias, precursor de mucho y olvidado por muchos. Pensó que Jesús entró en su casa y que tenía que renovar la Iglesia. Y todo de un modo tranquilo. Aquí cita la Divina Comedia de Dante, La Ciudad de Dios de San Agustín, Hombre y Superhombre de Shaw, la obra de William Blake. Lo más importante del pensamiento de Swedenborg es que el hombre tiene que alcanzar la salvación a través de la inteligencia, la virtud y la justicia. Y retomando también a Blake, a través del arte.
La cuarta se refiere al cuento policial. Primero tras referirse a los pioneros (Dickinson, Melvilla, Thoreau, Emerson, James) se centra en el inventor del género, el gran Edgar Allan Poe. Al rpincipio se centra en al afirmación y generalización de la literatura policial como fenómeno estético que, a su vez, ha creado el lector específico del relato policial. Para Borges, Poe es un poeta romántico, aunque destaca más por su prosa que su verso. A un nivel similar sitúa a Walt Witman, y a un nivel más bajo a Chesterton, Dickens y Stevenson. En definitiva, en el desorden y el caos reinante, destaca el virtuosismo clásico del relato policial.
La última se refiere al problema más difícil (a mi entender) de todos: el del tiempo. Aquí estoy perdido, esencialmente perdido. Cita a Tensión, a Boileau, a Bergson. Yo me quedo con una cida que da de San Agustín: “¿Qué es el tiempo? Si no me lo preguntan, lo sé. Si me lo pregunto, lo ignoro”. Y desde aquí enlaza el problema del tiempo con la eternidad y la individualidad de la memoria, de la que deriva la tragedia del olvido. Cita a Blake: “El tiempo es la dádiva de la eternidad”. Y de ahí va a parar a las paradojas de Zenón. Y de ahí a preguntas metafísicas.
En conclusión, 99 páginas mágicas, únicas. Lo bueno de las lecturas de JLB es lo que hacen pensar. Lo bueno de las relecturas de las obras de JLB es el universo creado, del que ya no puedes salir. Menos mal, para él, que no fue inmortal: me habría vuelto más loco de lo que estoy. Maldita metafísica.

4 comentarios:

Vintage dijo...

Pues con tanta documentación como has dado creo q me lo voy a leer, apuntado queda

Comparto contigo la reivindicación de releer más q perder el tiempo con muchos autores contemporáneos q mejor que tuvieran un blog donde sacar lo que tienen y no hacernos gastar nuestros preciados euros
lo digo en serio.
Hace poco decidí releer mis antiguos libros de cabecera
Algunos han perdido la magia del momento, otros por el contrario han ganado la magia de mi madurez y los entiendo mucho mejor

Otros me transmiten cosas que no lo hicieron en mi adolescrencia
Ahora estoy con Fiesta de Goytisolo, no dejes de leerlo

muakkkkkkkkkkkkkkk

supersalvajuan dijo...

Lo suscribo todo lo que dices.

francisco m. ortega dijo...

Manuel Swedenborg ya es mencionado por Borges en 'Historia de la eternidad'.

Anónimo dijo...

Como diría un jóven maquinero, clarividente: "El Borges es el puto amo, colega"