Hace 4 horas
viernes, 20 de junio de 2025
The Office. Cuarta temporada.
Para empezar, casi como en Misfits, pregunta del día: “¿Quién manda realmente? ¿El perro o un boquerón?”. Y todo eso con SC/MS mirando a cámara, con su pelota de béisbol detrás, en la misma oficina. Y más: “¿Alguien hizo algo con un cementerio indio?”. Y rizando el rizo, el medio calvo, afirma todo serio: “Yo he estado en varias sectas, como guía y como adepto. Te diviertes más como adepto, pero ganas más pasta como guía”. Y en ese torno (ahora hilo en X), el alfarero no para: “A lo mejor creer en Dios está mal. ¿En qué creía antes la gente?”. Y, al momento, dice que Dios sí existe y que estaba todo previsto. Todo igual siempre: “¿Dios existe? Si no, ¿para qué tanta iglesia?”. ¿Cómo? Puede ser. O no: “Al loro viejo no se le enseña a hablar”. Y si hay problemas de dinero, solución rápida: “La bancarrota es un borrón y cuenta nueva. Es empezar de nuevo. Es la tabla rasa”. Pero al final, hasta en The Office sacan su corazoncito: “El hombre se civilizó por algo: Decidió que quería estar calentito, y tener ropa y televisión y hamburguesas y caminar erguido y encontrarse un futón mullido al terminar el día”. O no. Todo mentira, igual que los nombres: “¿Por qué se llaman arañas si no tienen uñas?”. Pero siempre hay un cohete, o una fiesta, que lo desajusta todo. O lo arregla.
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