Hace 12 minutos
jueves, 26 de junio de 2025
Total Control. Primera temporada.
Total Control va de lo de siempre. Siempre. En época de redes sociales, ahora convertidas en tiranías obsesivas y macabras, todo es posible. El ascenso meteórico y el paso al mayor de los ostracismos. Total Control va de sangre y crecidas, de llegadas a una política en la que todo es asco y falso, corrupción y barbarie, falta de sentimientos e insensibilidad. En el capítulo cuatro, escuchamos que “la política es un deporte de sangre”. Yo le quitaría parte de deporte y añadiría millones de cisternas de lo otro (vivan los leucocitos). Total Control ilustra con personajes que deberían hacerse continuamente la pregunta de nuestros políticos (¿eres traidor o incompetente?), siempre y cuando sepan preguntarse a sí mismos, que no siempre saben (no siempre saben de casi nada y siempre se cumple el axioma del odio a preguntarse a sí mismos, que son demasiado ególatras, y llevan aquello de Glen Rice de hablar de ellos mismos en tercera persona al extremo. Al extremo que sea, con niebla y sin ella, porque “cuando subes a la cima es difícil quedarte con las caras del camino”. ¿Y todo para qué? Para nada. En cualquier país, por muy avanzado que parezca siempre vemos lo mismo: “Hay madres durmiendo en sus coches con bebés. No tienen sitio dónde ir. ¿Cómo puede ser este un país civilizado?”. Nada. En política, todo es mentira. Siempre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario