viernes, 6 de junio de 2025

Warfare

¿Era Iraq o Irak? Da igual. ¿Era 2006? Lo era, eso no da igual. En este tiempo de guerra (siempre es tiempo de guerra), hay burkas y mapas, aeróbic y notas que tomar en largas esperas, sillas de plástico y ruedas abandonadas en mitad de una calle con arena y sin asfalto. Pero eso solo es el marco. Nunca la expresión “no tengo tiempo ni para ira a mear” se materializó tan bien. Como decía el hombre de la camisa verde, todo va rodando hasta que deja de rodar. Warfare es tensión continua, no hay descanso. Es estrés, respiración profunda, sudor, sangre y no solo en las manos. La espera y las caras de pavor. Hágase querer por el miedo. Y esa cuenta atrás, más enemiga que nunca, aunque no escuchemos música ni a Josele ni a Fito ni a Dios. Porque no hay Dios que entienda esa espera. Ni ninguna. Y la tragedia, llega entre humo y silencio, y las heridas, y el sudor sobre la sangre, y las gasas que son como escupir en el desierto. Y la espera, con ríos de sangre propios. Hágase querer por una espera, mientras vemos las entrañas de una pierna que no es que se desangre, es que es el Amazonas teñido de rojo. Hágase querer por un torniquete. El dolor hecho mil gritos. Morfina para todos. Y tanques amarillos, que las huídas, sean en Iraq, en Irak o las bíblicas de Egipto, son siempre desoladoras. Y se dejan muchas piernas por el camino.

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