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lunes, 30 de junio de 2025
Total Control. Segunda temporada.
Si en la primera temporada todo empieza con tiros ajenos, el detonante de la segunda temporada de Total Control es un sucidio. Un tipo en silla de ruedas se pega fuego en la puerta del banco que le embarga la granja. La “exsenadora volátil” y su “nueva política”, con sus diferencias, se deja otro partido, por segunda vez, y se olvida de su hipotético ministerio por intentar sacar su propio escaño por cuenta propia. En el papel no es fácil, en la práctica un delirio. Y en el cóctel desértico se unen las amenazas de muerte, las persecuciones, el miedo en el cuerpo. Y la expresidenta, intentando resucitar de un letargo causado por sus propios seguidores. Total Control nos enseña lo vulnerable, los extremos, la búsqueda de eso que dicen que existe (centro) y que es un magma que no ayuda precisamente. Como decía el hombre de la camisa verde, entre zorras anda el juego en la zorrera. En la maldita zorrera. Todo ha cambiado en el panorama político, nada es lo que era: “La gente normal ya no se afilia a los partidos, están ocupados viviendo la vida, lo que significa que las bases se han reducido a un montón de idiotas y a los corruptos de la derecha cristiana”. Derrapes y amenazas, saltos a un dakariano escenario de mierda. De mucha mierda, como siempre en política. Pero la televisión lo cambia todo. No para de cambiarlo todo. Y en primera persona femenino singular, en el debate televisivo, la protagonista afirma: “No pido confianza. ¿Quién confía en los políticos?”. Si en España se habla de la España vacía, en Australia repiten mucho lo de la Australia rural y regional. Todo mentira, pero casi todo da votos. O ruido, y la industria del carbón, y lo eólico y lo solar, y esas mierdas que nos llevan a apagones mediáticos y los que ocurren el 28 de abril. Traiciones y venganzas. Hágase querer por la ética ausente. Por todas las éticas. Pero cuando van contra tu familia, todo cambia. Y la jodienda de tener capacidad de elegir, ante el miedo y ante el odio. Las dos malas, las dos peligrosas, con las dos siempre sales perdiendo. O perdienda. O perdiende. Zorras, madres y toda la jungla, o selva, o estepa de toda la vida. O vida. O vide. La política siempre defrauda, pero es atrayente, decía EHDLCV. EL miedo, los hombres de hojalata y esas cosas que te pasan cuando menos te lo esperan. En Total Control todo es circo, dentro y fuera de la cámara representativa, pero es que, como en la vida, estas fieras solo necesitan un poquito de carnaza para afilar el colmillo. Y siempre hay cuchillos, propios y ajenos, raciales y de los otros, que buscan su objetivo. Siempre.
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