martes, 30 de agosto de 2016

Recordando a Tony y sus secuaces

Siempre recordamos a una banda, a principales y subalternos, a soñadores cinéfilos y soplones, a doctoras con ínfulas y niños que hacen disparates en piscinas. Siempre.

¿Descuento o añadido?

En esas que estaba yo el domingo a punto de 26, levantándome del azul de Tribuna Baja cuando en el añadido, marcó el Córdoba. Ese día empataron San Antonio y San Gabriel. Y todo lo demás.

The Night Of

Cinco de la mañana. Después de llegar al ecuador con minúsculas de Section Zero, empiezo con The Night Of. Hora y cuarto para recordar. Mística. O tal vez, no. The Night Of. No será tan mística cuando no todo Cristo, con o sin cruz, habla de ella. Hablamos de Kobe y Lebron. Hablan, sonido de fondo, como El La Oscuro De La Fuerza, de Los Planetas, que escucho mientras tecleo desde la frontera maldita, desde El Carmolí, tierra olvidada de púnicas alcaldesas y excéntricos López (ya tenemos nuevo SuperLópez). Hablan de que si Lebron conseguirá el número de anillos de Kobe. Hablan de su marcha de los Cavs. Habla de la vuelta. También de los 81 puntos de Kobe (hablan de esos 81 puntos pero no hablan de los Raptors, ni de la Calderón, eso solo lo hace la prensa patético franquista y las emes mayúsculas y las cartas con las que más ganas). Octubre de 2014, por cierto. Parece ayer, pero es anteayer, o antes de ayer, o como se diga. También hablan de si el equipo predilecto de Ramón Trecet debe jugar para Melo o para Amare o si el futuro es inevitablemente un caos. Un puto caos. Porque The Night Of, desde su minuto uno, es la antesala del caos. La felicidad es un segundo que se pasa demasiado rápido. Ya lo escribía don Manuel Alcántara, “durase la inminencia, pero la inminencia no dura”. Es verdad. No dura, por lo tanto todo es mentira. Mentira de las gordas, como nuestra exministra y sus guiones y todo lo demás. Volvamos al caos personal, el infierno personificado en primera persona del masculino singular. El niño bien de la familia de origen paquistaní en NY. Experto en matemáticas que se mete en un jardín, en un problema de optimización sin solución ni integradas que te salven te la cárcel o de la silla eléctrica. El buen paquistaní coge el taxi de su padre y sus otros dos copropietarios intentando llegar a una fiesta a la que nunca irá. Ni debería pensar en eso. Pakistaní y fiesta sin la palabra nuclear no puede completar una frase. En mitad de ningún sitio entra una joven en su coche. Quiere ir a la playa en pleno Manhatan. No dice quiero ir a El Carmolí. No. La playa. El buen paquistaní, Naz para los amigos del Islam y de la verdadera religión (que es la que cada uno elige), la lleva al río. Es suficiente. Eso unido a pastillas, cervezas, tequilas y cuchillos y casa en buen barrio hace que el futuro del buen paquistaní sea más negro que el ala ahuecada del cuervo de Carnivale. Muy negro. Después de jugar un poco en posición horizontal (sin hablar de futuro, como buen pakistaní), se despierta, sin pensar en los Raptors, ni en Kobe, ni en Lebron, y la buena samaritana está más muerta que los escombros del cuarto episodio de Section Zero. Muy muerta. Y empieza el caos. Y los polis hacen su trabajo: unos bien, mal y regular en la misma noche (buscad equivalente a estudios de cuarto de la ESO en Yankilandia y sale policía local de cualquier pueblo de España y alguien que cumple su máxima aspiración y todas esas mierdas baratas que nos venden y compramos aunque no necesitemos). Y cuando el caos es total, y la mierda le llega al cuello al buen paquistaní al que ya nos da hasta penita, aparece Turturro con chanclas y eczema en el pie para intentar que el bueno de Naz no sea frito en la silla. Y sí. Hagamos caso a Turturro, el abogado eccemético, diga siempre “No sé”. Siempre funciona. Y eso solo para empezar. Y empiezas a creer de nuevo en la HBO, la de Wire, la de la primera temporada de Oz, la de los Soprano, porque por algo sale el nombre de James Gandolfini en los créditos. Curioso, que no casual. Aunque si la historia transcurriese en octubre de 2016 hubieran hablado de la despedida anual de Kobe haciendo un tour que ni la Piquer. Y, alguien, pausadamente, hubiera hablado de la despedida silenciosa de Duncan, y de la huida hacia delante de Durantula a los Warriors, y de los días que fuimos felices y de que, como titula Jabois a su novela, nos vemos en esta vida o en la otra. Y la duda razonable. Y los asaltadores de geriátricos. Y los funerarios con costumbres peligrosas. Y los asaltadores. Dudas razonables. Duda todo el mundo de ti. Dudan de tu lobo, de tu corona en el cuello, de tu pecado entre los dedos. Y haces cosas, bajo presión, insospechadas. La duda se convierte en algo más que en razonable. Y cuando todo parece que se va a la mierda, o que se fue, o que te metes en la bahía de las banderas rojas, hay un rayo de luz de esperanza. Nada volverá a ser igual, pero queda algo. O tal vez, no. Pero creer es gratis, o parece que es gratis. Casi como la muerte, como la novela de Jabois, como la inminencia alacantariana, como la despedida de Duncan, como el eccema turturriano. Todo es posible, con y sin peces amargos, con y sin jubilación de golf y güisqui barato, con tacones o con deportivos en los pies, con llantos y despachos recogidos. Coda: Y los ojos de los ciervos, y los gatos abandonados, y beber tierra como si no hubiera mañana, porque quizás no tengamos ese mañana como lo habíamos pensado. Pensar nos mete en líos. En demasiados líos. Y todo lo demás. Coda 2: ¿Y si la playa no es la playa? ¿Y si los espectros son cotidianos? ¿Y si una canción no es suficiente? Coda 3: ¿Qué piensan que tengo la lepra? Que se se lo piensen otra vez. O las veces que quieran.

Sons of Anarchy. Quinta temporada

Venganza. Teoría de la venganza para empezar y terminar la quinta temporada de Sons of Anarchy. Ahora que el calor aprieta, podemos poner distintas tonalidades de venganzas. Frías de azul, cálidas de rojo, inquietas de gris, mierda de color mierda. Tal que así. Parece que el ventilador del último color, del cuarto color, nunca acaba. Una tras otra, venganza y colores y olores desagradables. Y la sustitución del predecesor nunca es fácil. Los 100 días de cuartelillo que hay que darle al nuevo líder, al nuevo Napoléon con pelo creciente. Pero el deseo, la sed, aumentan con el ansia de venganza. Todo se tuerce con la muerte y con la vida, con la convivencia y con los hijos de perra. Todo el mundo dice ser bueno, todo el mundo dice tener ojos azules, todo el mundo tiene su corazoncillo. Todo ello, mentira: ojos de cabrón, piedra por corazón. Aullidos diabólicos, porque volpiniando la definición, "el diablo es un agente doble al servicio de la Providencia". Y cuando desde arriba, desde los cielos providenciales de redención se ponen a trabajar, todos los palos del sombrajo se nos vienen abajo. Todos. Da igual latitud y longitud, da igual que el ventilador de porquería venga de Belfast o del sur mejicano con jota. Salpica. Hedor, lenguas partidas, hermanos justicieros. Todo vale. Y que sigan los aullidos. Y todo lo demás.

domingo, 28 de agosto de 2016

Fleabag. Primera temporada.

Hay momentos en que disfrazamos la soledad y la desesperación. Le damos barniz. Le damos brillo a otros aspectos para ocultar lo que no queremos que refleje. Lo que nos hace daño. Fleabag es otra de esas series que te llevan de la desesperanza al sarcasmo, de la felicidad a la tortura, de la risa incontenible a las lágrimas de sal. O sin sal. Desperdiciamos tiempo en barnices inútiles, en barcos sin destino, en novelas que sabemos que no acabaremos nunca. ¿Qué pensaría David Foster Wallace de todos los que hemos dejado sin terminar La broma infinita? Quizás se han hecho demasiadas comparaciones entre esta primera temporada de Fleabag con Catastrophe. Nuestra mentalidad simple, nuestra obligación de poner epítetos con soniquete a cualquier serie, a cualquier libro, a cualquier momento que se diferencia de lo rancio. Fleabag tiene delirio, pero el límite del delirio es difícil de estable. Nuestra mentalidad social del XXI hace que pensemos en lo estandarizado: familia, seguridad, compromiso, seguridad. Y hay personas que van contracorriente, van contra el viento al que se refería el ministro hablando de la toma de la isla Perejil. Nada es fácil pero todo lo complicamos. Aún más. Lo complicamos una y mil veces. Hasta la enésima potencia, hasta el dolor existencial, hasta el llanto diario.

viernes, 26 de agosto de 2016

miércoles, 24 de agosto de 2016

La gran Marivián

No le había metido la retina a ningún libro de Fernando Aramburu. Por tierras departamentales llegó a mi La gran Marivián. Nada como una diva de una dictadura para meterle el colmillo. Pero sería meternos en jodiendas en llamar dictadura a una dictadura comunista, algunos se enfadaría. De hecho, algunos se enfadan. Llamar verdad a la verdad, duele. Llamar mentira a cualquier cosa, es fácil. ¿Cómo llamar al régimen que retrata Aramburu en La gran Marivián? ¿Como llamar a un ente repleto de símbolos marxistas? ¿Cómo llamar a un régimen que tiene una academia con el nombre de Rosa Luxemburgo? Tirando de manual de oposiciones, de cualquiera de los varios que tengo, llegamos a Jean Touchard. En su Historia de las ideologías políticas, Touchard, dice que el totalitarismo no era exclusivo de regímenes fascistas, ya que también se vivió durante la dictadura de Stalin en la URSS. Pues muy bien. ¿Cómo llamar a un hijo de puta? ¿Hijo de puta o decimos que es un mártir de una sociedad decadente? ¿Cómo llamar a la España de Franco? Touchard, para variar, no la llama dictadura ni régimen totalitario, sino que la llama régimen autoritario, poniéndolo a la altura del Portugal de Salazar, de la Austria de Dollfus, de la Grecia de Metaxas, de la Rumanía de Antonescu. Con un par. A lo que iba, que me estoy poniendo autoritario, o totalitario, o, directamente, leninizando. En este estado antibulario que describe don Fernando, un periodista empieza a investigar a la diva, superdiva, superestrella del régimen. Muerta, y de la muerte, a la investigación. Investigación con sarna no pica. Y va describiendo FA, con la sombra alargada de la diva, como se construyó el régimen y su monstruo, la artista Marivián y su monstruo interior. Y a la vez que investiga a la diva, a su padre, a su madre, a sus mentores, también nos ilustra con la creación del régimen, que según el criterio de Touchard sería simplemente autoritario. Viva el autoritarismo entonces. El Partido Único hace que la gran Marivián sea su imagen. Marca España, diría Cardenal. El partido tiene todo el poder y el monopolio legal y odia a la Iglesia y todo lo demás. Y cualquiera que vaya contra la gran Marivián se las verá con la policía secreta que reprimía odios al régimen, que Touchard y cualquier historiador sabría definir pero quizás no quiera definir. El Estado, con su diva y su entrepierna, con sus llantos y lamentos, es exaltado una y otra vez, en cuartos de baños y en teatros, en comedias y en tuberías de alcantarillado. Hasta las ratas marxistas tienen a Lenin en su cartera. Como debe ser, como manda el cuarto mandamiento barbudo de buen marxista. La sacralización del Estado llega a límites impenitentes. Todo es mentira en el uso de la mística del poder en torno a la gran Marivián. Si hay que agitar a las masas con su vida y su muerte, se agitan; si hay que utilizar la propaganda en cine y teatro con la gran Marivián, se hace; si hay que vestir(se) para la ocasión, uno lo hace. Como Marx manda. Pasamos, como mandan los cánones y los ojos, a vivir con el infierno de Miss Lucifer. Con el mismo infierno. Y el pasado, pasado está pero hay fotos que hacen investigar, pezones que hacen recrear(se), películas que olvidar, peleas que matizar, directores a los que preguntar, malos hábitos que resaltar, estupendas venganzas que poner en práctica. La gran Marivián es un ejercicio sano para ver las maldades de estos regímenes que los historiadores no se atreven a llamar por su nombre. Todo tiene una base ideológica y filosófica, todo tiene su voluntad y un darwinismo social que utilizar. O no. Y se llame Marivián o Kate Moss, siempre hay babas alrededor. Obsesión. La gran Marivián era un planeta sobre el que todos giraban. Alrededor, por delante, por detrás y en el mostrador. Siempre en la cresta de la ola. Siempre con el apoyo del partido. Siempre con. Siempre. El centro del universo está en todas partes, y todas partes era Marivián. La gran Marivián. La gran. La. "Me duele una mujer en todo el cuerpo", escribió Borges. La gran Marivián, con su adicción, dolía y daba placer, por mucho dolor que hubiera pasado en sus diferentes estadios. Y está muy bien llamar a Satanás, camarada de todos nosotros, marxistas impenitentes, "Secretario General de los infiernos". Algo parecido, símil lisérgico, lo llamaba el hombre de la camisa verde, pero no sabemos si antes o después del penúltimo intento de suicidio. Y cuando pasas tiempo con el Emperador, con el jefe, con el rey, con el Secretario General del Partido, en posición horizontal, tienes las de perder. Y pierdes. Y todo lo demás.

La gorra de Tommy Shelby

2 meses y un día

Restar, tachar, palabras que no salen en Pasapalabra. O quizás salen y no te das cuenta porque no llevan eñe. Calendarios, idus sin Julio César.

Exámenes los viernes por la tarde

martes, 23 de agosto de 2016

Terceras imperiales

Como si estuviéramos metiéndole el colmillo a la salchicha lorquina, toca sonata imperial para empezar la segunda parte de la vuelta de previa.

Refalangistizar lo infalangistazable

En esas estamos de aquí al martes por la tarde, de aquí al miércoles por la mañana, de aquí a la primera sesión de investidura, de aquí al 25 de diciembre, de aquí a las terceras.

Fear the Walking Dead. Primera parte de la segunda temporada

Vuelvo a Fear the Walking Dead para ver la segunda parte en su primera mitad. Menos bicho pero buen guiso. Muy buen guiso. Siempre es un tenemos que irnos. Tierra, mar y aire. Falta aire, falta oxígeno, faltan gases nobles y falta un poco de todo. Un poco de casi todo. Los amantes del filete poco hecho, de la sangre, aquí, en Benavente y en cualquier sitio, se quejan de la falta de sangre. No todo son leucocitos en la vida. No todo. Siempre está bien recrear(nos), seguir a Rubén Blades hasta el final, vivir experiencias por radiofrecuencia y un montón de asuntos más. O tal vez, no. Vivan los parrales, estén o no infectados. Y todo lo demás, también.

¿Sirve de algo estar en retaguardia?

lunes, 22 de agosto de 2016

domingo, 21 de agosto de 2016

No he pasado de la página 52

Ahora que Nole la ha vuelto a cagar en unas Olimpiadas, estaría bien saber la opinión de David Foster Wallace sobre el serbio. Pero no podemos. Lo que sí podemos, o debamos, o tal vez no, es intentar pasar de la página 52 de La broma infinita. Aunque sea Algo.. Coda: Y me encantaron esas lágrimas serbias después de la derrota ante el gigante argentino en ese doble 6-7. Lástima no tener esa opinión en plan DFW. Lástima.

Largo de aquí

Las pintas no siempre se refieren a cerveza. Y a personas que se tienen que tragar sus palabras. Muchas veces. 85 millones de veces.

sábado, 20 de agosto de 2016

La canción de los martes en Mr. Witt

Sin el cantón.

viernes, 19 de agosto de 2016

Vivan las victorias pírricas

Del 20 de diciembre al 25 diciembre. Año y poco. ¿Derrota o victoria pírrica?

Otra vez

Más veneno. Nunca viene mal. De la ambrosía a los peores venenos, de la mejor ginebra al vinagre más asqueroso mezclado con sal en una herida muy fea. Pero ya lo decía el tío Eduardo, allí, donde siempre llueve. Tragaré veneno hasta inmunizarme. Y todo lo demás.

Sons of Anarchy. Cuarta temporada

Venganza y cambio de look. Así empieza la cuarta temporada de Sons of Anarchy. Todos buscan una redención, pocos la consiguen. Luchas intestinas, mafia rusa sin vistas a Torremolinos. Y Machete, mata, siempre mata. Votaciones, habitaciones rotas, clubes destrozados, olor a humo, pincho al ruso, anillos de boda. Triples con robo, mentiras de genealogía, contactos peligrosos. Y la edad hace que abandonemos los principios, las ideas. Y venganza, como siempre en Sons of Anarchy. Arte epistolar del pasado que lleva al dolor y la misoginia del presente, como (casi) siempre. Y los que parecen malos son peores, y los que parecen cabrones no lo son tanto. Y la repesca, como en la época de la Intertoto de la que nadie se acuerda. Y el color de la piel, y las doctoras con entrañas, y los duelos que nunca acaban, y las putas con principios, e incluso policías con corazoncito en mitad de la jungla. Todo es mentira, pero con matices. Todo es discutible en mitad de la tormenta. Volpini decía en su época en Radio 3, allá por épocas pleistocénicas, que "el diablo es un agente doble al servicio de la Providencia". La pregunta habría que hacerla extensiva a todos los diablos: a los que llevamos dentro, a los que hemos dejado atrás, a los que visitamos en un cementerio lleno de banderas, a los que están por venir. Dios tiene a todas las agencias gubernamentales trabajando para él, y, antes o después, alguna sale cantando el Ángelus, o el Padre Nuestro o el dichoso Ave María. Nunca es tarde para leer cartas antiguas; nunca es tarde para recordar viejas letanías; nunca es tarde para escapar con dirección a ninguna parte. Pasas el ecuador a posteriori, pero sabes que Toscanelli y sus cuentas no estaban bien, tantas millas para seguir con el Infierno a tu alrededor. Siempre hay plagas e himnos, siempre hay dolor y placer, siempre suena Desaparecer entre los oídos. Y ver en una cárcel a Vic y su escudo, en mitad de la corrupción, en mitad de la salvación.

Han vuelto

Han vuelto a la residencia catastral. Como si fuera una sesión de investidura en 2016, ya están aquí. Otra vez.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Ya lo dijo Amy Winehouse

Dijo que no. Y otra vez, que no. Nada de rehabilitación. Nada. Pues con el bilingüismo pasa lo mismo, que en las escuelas sea obligatorio como que no. Nada de nada. Coda: Ya lo vimos en Perros de paja. Dejamos a cualquiera entrar en casa y pasa lo que pasa. Y el que dice casa, dice escuela, dice instituto, dice universidad. Así nos va.

martes, 16 de agosto de 2016

Revolución

Pero no la revolución de Casi Famosos. Esta revolución tiene otras características, otras circunstancias desde las que se llega a ella. Muy distinta, demasiado quizás.

viernes, 12 de agosto de 2016

(Re)pescando en el 2016

Los días de siete en siete, en plan vegasiano. Vampiros disfrazados de políticos. Pero surgen canciones tal que así, que lo solucionan casi todo.

Vinagre, venganza y trenzas de niña

De la prosperidad a la crisis, de la tortura a la felicidad, de David Foster Wallace a Tom Sharpe, de la España de Los Angeles 84 a la España de Río 2016. Grandes preguntas sin respuesta, grandes dilemas.

jueves, 11 de agosto de 2016

La penúltima mentira de nuestros políticos.

Tiene razón Fernando Aramburu en La gran Marivián al decir que "cuando estés entre cebras píntate de rayas". Rajoy pide más tiempo. 4 de 6, hablan los politólogos. ¿Hasta cuándo la mentira? Coda: Apostilla FA que "cuanto estés con toros ponte cuernos".

La ridiculez de las tablas de la surf

Hoy no toca hablar del Mar Menor, que las piscinas, los charcos verdes, hoy están en Río. Pero podemos odiar el calor. Pero podemos pensar en nieves. En distintos tipos de nieves.

¿En qué monte?

¿De qué film?

La marca de cerveza de la que hablaba Kate Hudson, nuestra Penny Lane particular, en Casi Famosos. Somos mercancía, somos madrugones, somos alquitrán por los que pasan los neumáticos de nuestros políticos. En El fondo del cielo, Rodrigo Fresán hace referencia a esos momentos en los que confundimos rostros y apodos. La sisa o los millones, el IVA, el IRPF y sus antepasados más frescos. Es lo que me pasa a mi con los rostros y los apodos de los políticos. Los confundo todos: chusma, gentuza, abrazacaracoles, recogeespárragos y comemierdas en general. Y siguen viviendo de nuestros madrugones, de la sisa o los millones, del IVA y del IRPF.

miércoles, 10 de agosto de 2016

En lucha contra el oscurantismo

Ruptura, ideas nuevas, secularización de la vida política. 6 puntos. 6. Veremos.

martes, 9 de agosto de 2016

En el café de la juventud perdida

¿Nos eligen los cafés a nosotros? ¿Somos nosotros los que elegimos los bares? Una difícil pregunta de múltiples respuestas en ambos casos. Es difícil olvidar la clientela de un café cuando te haces asiduo. Cada uno, con sus gestos, sus ademanes, sus frases hechas, sus perfumes, sus libros, sus diarios bajo el brazo, su paraguas, sus tantas cosas. Lo más importante, la defensa del libro. ¿Cómo no respetar a alguien que bebe en plan piraña y lleva siempre un libro de Miguel Sánchez-Ostiz? ¿Cómo no sentar(te) a la mesa de alguien que siempre lleva En Bayona bajo los porches? ¿Cómo no dejar(te) seducir por No existe tal lugar? ¿Por qué Don Miguel? Cada uno tiene su don Miguel particular, y nuestro don Miguel escribe sobre En el café de la juventud perdida: "Te deja sin aliento. El mejor libro, sin duda, de Modiano". Basta con cerrar los ojos. Esas eran las últimas cinco palabras de No existe tal lugar. Y basta con cerrar los ojos para recordar a los personajes (y digo personajes en el amplio sentido de la palabra) de nuestros cafés favoritos. Sabes el que se preocupa de verdad y el que pregunta por simple postureo, sabes el que te llama querido de verdad y el que te pasa la mano por el hombro solo para que lo invites, sabes y te basta con cerrar los ojoso. Este libro me lo regaló Burbujaplanetera en un café, con música indestructible (por lo mala que era) y con humo tabaquero de aquel que Zapatero decidió erradicar de los bares. Y es verdad, somos reconocibles por los cafés a los que vamos. Si cada uno tiene un ADN, también tiene una predisposición genética por ciertos cafés. Nosotros somo de Café Zalacaín y de El Sur Bar, y de La Yesería, y a ratos de Trémolo Bar, pero también fuimos de Plan 9, y somos del Togo, y fuimos a ratos de Ficciones y de La Posada de Correos, y nos pusieron chupitos que no volveremos a beber en El Perro Azul, y estaba bien sentar(te) a tomar algo en El Bosque Animado y reimos en Atomic Bar, y disfrutamos de la música en Vashundara Bar, y siendo más jovencitos, reimos como enanos en Meneíto con sus margaritas y cementerios, en Don Chupito con el matahombres, en Pelotazo, en Fauna, en el pequeño Viva Murcia, recordamos noches inolvidables en Quitahipo y en Capitulo, y nos sentábamos a charlar en las mesas bajas de El Cuervo y no nos crobaba el ucraniano de detrás de la barra hasta que no llegaba Paco. Y los que, afortunadamente, tenemos trabajo y cambiamos cada año de lugar al que ir a coger virus de jóvenes y adultos y descerebrados, vamos conociendo lugares donde refugiarnos. Porque no nos engañemos, nuestro Zalacaín particular, nuestro sur particular, nuestro Togo particular, es un refugio. Un lugar donde siempre nos acogen con los vasos abiertos, sean argelinos o no lo sean los dueños del lugar. Un lugar bajo el que estamos seguros. Un lugar donde uno es impermeable a la mierda que viene de fuera y, entre un José Cuervo y unas buenas ginebras azules, todo es posible, o todo se olvida, o todo se recicla, o todo se regenera, o todo se va a la mierda (de nuevo). Pero seguirá siendo nuestro refugio. El de siempre. El de toda la vida. Nuestro ADN particular. Porque fuera de ese café somos seres totalmente distintos. Y hace bien Modiano en diferenciar nuestras palabras y posturas cuando nos encontramos a alguien de nuestro café fuera de nuestra mesa, fuera de nuestra barra, fuera de nuestro taburete y charlamos brevemente por la calle, en una acera sucia de la olvidada Murcia de Ballesta, como fue de Cámara y casi fue valcarcil. Casi, pero IU lo rechazó, pero ese es otro cantar de gesta. Y de las bodas de las personas que frecuentan los bares, y de los hijos de las personas que frecuentan los bares hablaremos otro día. Y de las bodas de los expresidentes, de botellas y otros menesteres, buscaremos aquella mesa, nuestra mesa del fondo para hablar y escribir. Y quemar después de escribir, sobre todo borrar y eliminar lo que hemos escrito. Y las respuestas inesperadas. Recuerdo que una vez en casa del señor marqués, allá por el otoño de 2001, el ínclito de la contrata de la subcontrata de la compañía telefónica que vino a ponerle la línea al señor enfermero, me preguntó que a qué me dedicaba que podía estar allí a esas horas. Solo pude contestarle, con gesto de ese que pones en plan cabrón, que me dedicaba al tráfico de armas. Sobre todo, con Argelia. El ínclito de la contrata de la subcontrata no me volvió a mirar hasta que se despidió de la casa del señor marqués. Eso es lo bueno de los cafés al principio. Puedes inventarte lo que quieras. Tu nombre, tu DNI, tus horóscopo, incluso tu RH por si aparece Xabier Arzullus, las SS o las feminazis que deberían estar muertas como cierta profesora de matemáticas que me dio clase y con la que luego tuve "el placer de trabajar". Puedes inventarte tu identidad, tus gustos musicales, tus aficiones literarias. Y preparar(te) para, cuando fallezca de forma natural esa profesora de matemáticas que me dio clase y con la que luego tuve "el placer de trabajar" para acercarte al tanatorio a dar el pésame. Dice Modiano que "vivimos a merced de ciertos silencios". De muchos silencios. De demasiados silencios. Aunque a veces deberíamos vivir a merced de muchos más. De muchísimos más. Que no falten silencios ni puntos suspensivos. Que no falten cafés. Que no falten bares. Que no falten gintonics. Que no falte la buena compañía. Nunca. Y con el paso de los años, al comparar(nos) acabamos convertidos en chistes más o menos ambulantes, tipos que añoran no arrancar más flores y a los que fastidia los cerezos en flor, con y sin gusanos, con y sin insectos de Braindead. ¿Y por qué tiene entonces y ahora tan mala fama la bohemia? ¿Qué tiene de malo solo preocupar(se) por el presente y no por el mañana? ¿Tan malo es solo preocupar(se) por el jueves de la semana que viene? ¿Es necesario crear vínculos "familiares"? Esos nuevos vínculos familiares deben de ser prescindibles a veces, las ataduras son peligrosas, dan miedo, incluso pavor. De la noche a la mañana, o de la mañana a la noche, tu media naranja, tu medio limón, tu media berenjena, como quieras decirlo, coge sus cosas, coge sus libros y te deja con un palmo de narices porque no le gusta que vayas a tus cafés, a tus restaurantes, a tus bares o porque, quizás leas demasiado a Modiano, o leas demasiado a Miguel Sánchez-Ostiz, o te pases las noches de jueves, domingo y lunes apostando en la NFL, o todos los días en la NBA, o vaya usted a saber el motivo de que la media naranja/limón/berenjena se marche de casa. Vaya usted a saber. Y curiosamente, que no casualmente, que las casualidades no existen, hoy he leído, entre triples, tiros al plato y todo lo demás, esta entrada en Vivir de buena gana, el blog de Sánchez-Ostiz, en el que habla del escritor francés y de su influencia en obras como Los papeles del ilusionista y en La caja china. Curioso, o tal vez, no. Vaya usted a saber, vaya usted a saber en que consiste la vida de verdad, en que consiste la vida cotidiana, en que consiste ausentar(se), en que consiste marchar(se), en que consiste emocionarse una y otra vez escuchando el Shine on de los Jet Lag. Todo es una pregunta en la vida, una gran pregunta hecha de millones de preguntas más, la inmensa mayoría de ellas sin respuesta. O tal vez si tengan respuesta, y no las entendemos, no escuchamos, no prestamos la suficiente atención, o no tenemos la capacidad para entender(nos). Cada uno crea su cárcel particular, sus prisiones con acompañamientos. Pero cuando la soledad se manifiesta, y la prisión es en primera persona del singular se hace insoportable, se hace brazo de Pistorius. Es cierto que todos cantamos de plano, antes o después. Antes o después, a picar piedra. Antes, después, vivan las preposiciones usadas sin motivo aparente, vivan las casas sin cocina y las personas sin alma. O no. Y nos encontramos siendo confesores sin quererlo, sin haberlo pedido, sin querer escuchar lo que hay que escuchar, lentamente, hasta el bostezo como si estuviéramos escuchando a Aute atados a una farola bajo el sol de Tánger. Todos somos figurantes en una película que nadie va a ver, en un timo que se hizo en la mente de alguien para conseguir una subvención. De hotel en hotel, y tiro porque me toca, tiro porque tengo sed y tengo ginebra, tiro porque me llaman en plena versión del Creep. O no era versión, era real, era figurante en su propia farse, como cuando madrugas a las seis de la mañana para coger virus y pagar políticos con pensiones vitalicias. Y las fronteras, visibles e invisibles, que no se pueden cruzar. Y el recuerdo del timbre de una voz, concreta, metida en la sesera de por vida, incluso después de que los insectos y los bichos del cementerio lo acaben todo para siempre. Huída, evasión, correr hacia ninguna parte. Cada uno tiene su Mr. Robot particular, un muerto que te dice continuamente lo que debes hacer, lo que debes decir, lo que debes pensar. ¿Y cómo interpretamos las voces de los sueños? ¿Qué conclusiones sacamos de esas mismas voces que se repiten una y otra vez? ¿Es todo positivo? ¿Y qué hacemos con los fantasmas? ¿Cómo nos enfrentamos a los fantasmas de todos los días? Hasta que llega el día, como bien escribe Modiano, que hasta los fantasmas se mueren y nos abandonan. Y en el abandono, sin brújula, estamos perdidos. Sin rumbo. A la deriva, como Sebastián de Benalcázar en busca de El Dorado. Como Irene de Holanda en Montejurra. Un despiporre. Algo trágico, como la muerte de un árbol, como el sueño de un verdugo, como el fondo del cielo, como un abrecartas en el desierto. Y responder con otras preguntas, como la foralidad de los privilegios, mirándome el ombligo ensangrentado, siempre ensangrentado. Y luego, desaparecer, en pie, a gatas o en plan Bolt. Siempre necesitamos compañeros en los malos días. En los buenos, todo es falso. Los verdaderos compañeros, los amigos, se demuestran en las cárceles, en los hospitales y en los cementerios. En esos putos tres lugares. Y todo lo demás.

Metas del Eterno Retorno

No estaban leyendo La invención de Morel

No. La pelea no fue por un argumento fallido por parte de uno de los enfrentados sobre La invención de Morel. Tampoco por El fondo del cielo. En nuestros sueños desvelados, con camiseta propia o sin ella, tenemos pesadillas de peleas en un bar. De jaleo en un restaurante, de esos a los que entramos de tarde en tarde, de semana en semana, de pijama de cuatro años. Pero no era la discusión por el Fonorama de Copper ni por el Sunday Morning Call de Oasis, ni por la revalorización de la antigüedad clásica grecolatina durante el Renacimiento. No. Lástima. Erasmo dándole al ideal conciliador del humanismo y nosotros enfrascándonos en peleas de dura cristalización, de cuenta dura, sin manteca colorá. ¿O si hubo manteca colorá? Si hubiera sido en Cádiz, no dudaríamos de la presencia de la manteca, pero en Garrucha todo es posible. No fue por El Sistema y sus alusiones continuas a las lecciones del profesor Tulp y el nombre del ínclito al que recogieron para darle a la tijera. No. Simplemente fue por el motivo más antiguo del mundo: el precio de la gamba roja. Y todo lo demás.

¿Siguen siendo Beatles de serie B?

lunes, 8 de agosto de 2016

domingo, 7 de agosto de 2016

Gracias, Hans.

En mitad del cansancio, sin recorrer ni el 1% del camino, sonó el himno de Amor a Quemarropa en mitad de un viejo cedé de hace 12 años, y todo cambió. Eran las seis de la mañana, llevaba 33 horas sin dormir, y, por primera vez en 11 meses, no tenía que subir (obligado) a ningún tren, ni a ningún coche ajeno, ni a ningún autobús. Y Hans Zimmer nos llevó la paz. Y todo lo demás.

Rock chino y Reconquista

En España invertebrada, el señor José Ortega y Gasset afirmaba que "una reconquista de seis siglos no es una reconquista". Da igual lo que dijera o escribiera, como da igual lo que diga(mos) o escriba(mos). Siguiendo con caras b planetarias, ahora toca recordar para esa pregunta existencial del 7 de agosto de 2016 Rock chino. Quiero ir a donde dices y quedarme un poco allí, entre sábanas y espinas busca un sitio para mí. Si es por unos cuantos días, sólo unos meses más, para el resto de mi vida, para nunca regresar. Y volver contigo, prometo no decir el lugar en el que vamos a vivir. Y si luego no funciona prometo que me iré a un lugar abandonado donde no me puedas ver. Y volver contigo, prometo no pedir nada más que besos una vez allí. Y volver contigo, prometo no decir el lugar donde vamos a vivir. Y volver contigo, prometo no pedir nada más que besos una vez allí.

¿Qué cara b de los sencillos de Los Planetas es mejor?

Ahora que todos sufrimos sin motivo aparente viendo partidos de deportes que llevamos cuatros años sin ver, toca hablar de metales, de medallas, de altares. Toca preguntar(se) que canción que acompaña a los sencillos de Los Planetas es mejor. Difícil pregunta para que nos salten los sesos, para que nos explote la cabeza mientras nos hacen un TAC o mientras vamos camino de Soria o de ninguna parte, o mientras reescuchamos Diálgos Tres, o mientras recordamos lo que podemos hacer con las herramientas de la caja que alguien guarda sin motivo aparente junto a las patatas en la despensa. O tal vez, no debamos hacer(nos) preguntas en agosto.

Otra vez, la cancioncilla

En nuestro debate particular, como cuando hacíamos listas de canciones en La Yesería, hay demasiadas canciones. Y, ahora, con el invento de Braindead, se suma otra más.

sábado, 6 de agosto de 2016

Reconciliación entre canciones

De año en año, surge alguna serie que te hace reconciliarte con la comedia bien hecha, con dramones que generan silencios y sonrisas. Viva Braindead.

viernes, 5 de agosto de 2016

Gárgaras de sonidos

Feed the Beast. Primera temporada

La tradición soprana de mezclar mafia con humor ha tenido distintos hijos: bastardos, urracas, cuervos, cucharachas, mariposas sin luciérnagas ni Lori Meyers, orcas de distinto peso y alguna que otra joya. En una situación intermedia hay que situar la primera temporada de Feed the Beast. La sombra de Tony Soprano es alargada y gruesa. Muy alargada y muy gruesa. El glaucoma del crítico televisivo es cruel con la distinta fauna postsoprana. Todo es borroso. Todo es mentira. Todo es una gran patraña explicada por una gorda ansiosa después de estar dos días sin comer atada en una cama con una diarrea verde causada por una ensalada de las que nunca comía Gandolfini. En esas estamos y en los tópicos caemos. El infierno está lleno de buenas intenciones, diría un buen solucionador de problemas a la hora de llegar a los muchos caracteres de su crítica por la que ahora, aproximadamente, cobraría 10 euros en este país de mierda. O debería haber escrito con mucha suerte cobraría 10 euros. Ahora es gratis todo. Incluso hacer series con mafiosos, chefs cocainómanos que salen de la cárcel con muchas deudas, abogadas resentidas, latinas que pretenden convertirse en sucesoras de la latina de Modern Family, abuelos leucémicos, viudos con dudas y con mal vino, niños que no hablan desde la traumática muerte de su madre y un montón de relleno. Como cantan Los Acusicas refiriéndose a canciones concretas, solo somos útiles de relleno. Y yo soy más de cordero. De mucho cordero. El pulpo está sobrevalorado. Demasiado sobrevalorado. Y si lleva azúcar en dosis demasiado hirientes, peor. Todo el mundo dice que tiene su corazoncito (lo pongo en duda después de conocer a padres de niños de la ESO desde 2005). Hay patatas (emocionales) que nunca han latido en su puta vida. Y, la verdad, yo soy más de José Andrés y de Hannibal. Mucho más. No soy de paladar fino. Viva el embutido, el chorizo como si no hubiera Olimpiadas en 2016, como si el zika fuese un sueño del cantante de una mala versión de Aguas de Março (y matarlo después de escuchar a Carlos Berlanga y Ana Belén). Pero en fin, la balanza, las drogas mezcladas con harina, es lo que tienen. Te toca el talco y estás perdido, los riñones dejan de funcionar y en dos días te mueres en un puto hospital al que no van a verte ni tus padres. Y todo lo demás, también.

Reconciliación con la prensa

De vez en cuando, hay momentos en los que te debes reconciliar con la buena prensa. Y hoy es el día gracia a este artículo.

jueves, 4 de agosto de 2016

Sons of Anarchy. Tercera temporada

La venganza, la investigación, la represión, el desamor, el olvido, la degeneración neuronal, el odio, el cainismo. Demasiados temas para empezar la tercera temporada de Sons of Anarchy. No es fácil olvidar pero a veces el cuerpo puede más que la mente. Demasiado. Excedencias, dolores mentales, puñetazos en la cara de la jefa, irracionalidad en la muerte, pruebas iniciáticas y un poco de todo lo demás. Huir y volver, renunciar y asumir las mismas responsabilidades, caminar y deshacer el camino. Las cuitas moteras, las obligaciones, los estrechones de mano, las obligaciones, los arreglos con la justicia, los tiros internos y externos, la venta de medicamentos y, otra vez, la cuestión del IRA. Demasiados temas para una sola temporada. Viva Belsaft y todos esos latiguillos, esas frases hechas, ese repertorio de tonos repetitivos. Pero como en la vida todo es mentira, a cada cerdo y a cada cerda, le toca su San Martín. Y todo lo demás.

martes, 2 de agosto de 2016

¿Existe la perfección?

Siempre es 17

Siempre que recordamos, pensamos en 17 de agosto. Pensamos en 1977. Y pensar siempre te mete en líos.

lunes, 1 de agosto de 2016

El telegrama de Ems

¿Cómo he podido vivir tantos años sin saber el significado del telegrama de Ems? Viva Euskadi.