sábado, 30 de junio de 2012

Juego de Tronos. Segunda temporada.

Aprovechando el final de junio y su esperado calor, he decidido ir a Invernalia y terminar de ver la segunda temporada de Juego de Tronos. Después de ver los capítulos 9 y 10, auténticas películas, me da miedo poner la tele y encontrarme a Steve Martin haciendo el jarra en cualquier comedieta de mierda. Juego de Tronos siempre es una salida hacia delante, un recurso para cualquier día jodido, un aire fresco en mitad del bochorno y muchas cosas más. No tengo el valor de meter mis retinas en esos libros, pero deben de ser maravillosos contando estas historias. Y las cabezas cortadas buscan venganza. Y los espíritus asesinas. Y nunca un padre llegó con tanto oportunismo. Y los dragones no puede mazmorrizarse. Y hay niñas que sobreviven, que lo llevan en la sangre. Y el negocio es el negocio, aunque nunca entiendas lo que haga tu madre. Y tronos que quedan grandes. Y brazos que sorprenden. Y prisioneros pedantes. Y maestres con recetas mágicas. Y curanderas norteñas. Y tipos que prometen muerte. Y diez mil cosas más.

Huella jonda del héroe

Hay noches que coges un libro y acabas con él, como me ha pasado con Huella jonda del héroe, como en su día lo hice con Pistola y cuchillo, como lo hice con la reedición de Sed de Champán (a Escipión el Africano no le digo nada). esta joya con mayúsuculas nos lleva a la Andalucía mitológica y a la flamenca, y al otro lado del Estrecho, y a una parada camino de Totana y, sobre todo, a entender al Diablo, a amar y a adorar al jodido Diablo. Son muchas las referencias de este nuestro Sur, el de Montero Glez y el de todos nosotros. Huella jonda del héroe supone recordar a Camarón, a Manuel Torre, al Fillo, al Planeta, a la Niña de Gibraltar, al Corto Maltés, a Manuel de Falla, al Chaqueta, a Luis el de la Juliana, a Caracol, a Diego del Gastor, a Manolito Ortega y un montón de figuras más. Y recordar Gibraltar, y el Guadalquivir, y la Línea de la Concepción, y San Fernando, y el Puerto de Santa María, y Tánger (aunque no se apellide Soto), y Asilah, y Tarifa, y el Barrio de Triana con mayúsculas, y Rota y Morón y cantidad de lugares donde pillar mesa y comer de lo lindo. Y recordar a Hércules, y Gerión, y a Job con sus problemas, y a Euritión, y los ladridos de Orto, y Zeus y su prole, y los Hylas particulares (vuelvo a recordar a Escipión, y tampoco le digo nada en la segunda), y al rey micénico de turno, y el Atlas, y el Cabo Espartel para perderse, y Pan sin Peter, y Penélope y Hermes, y Anteo y todos los demás. Huella jonda del héroe habla de obsesiones y momentos, de billetes de 100 pesetas y de García Lorca, y de las mudanzas de la vida, y de los márgenes más oscuros, y de manjares con los que deleitarse, y ventas inigualbales, y de lo infalible que es el Diablo, y de las palomas de Picasso, y de los toros que nos inspiran, y de culebrillas varicelianas que te joden las entrañas. También nos recuerda Montero Glez que, según Nietszche, o como se escriba, "la salud no es otra cosa sino la buena disposición ante el veneno". Curioso, al menos. Y, en mitad de esa Atlántida que no encontraron ni Manuel de Falla ni Colón, sólo la música nos da consuelo, solo nos sirve de válvula de escpae ante la insmensidad oceánica en la que nadamos pero antes o después tragaremos agua hasta encharcar los pulmones. y Montero nos recuerda a Paul Bowles, ya los beatniks que llegaron al sur buscando hierba, música y pecado. Alá y olé, que a fin de cuentas es lo mismo. Y nos recuerda a Richard Fox como si de una clase peñafilística fuera, y los caminos y sus peligros, y el Ventorrillo del Chato, y la nunca hecho túnel que uniría Europa y África, y de las sagradas escrituras y del duende buscado y no encontrado (otra vez Federico,y el otro Fede filosófico). Y clases de historia y geoestrategia política de la Antigüedad, y de ahora, y del Neolítico y del Garum del Lillo, y de los cantos homéricos, y de las escenas andaluzas de Estébanez Calderón que nos muestran al primer Planeta, y de los yankis en las bases, y los hippies llegados de Berkeley, y de los Smash y el Sabicas, y Kiko Veneneo y los hermanos Amador. Y los dibujos de Miquel Barcelo, y los foticos de Alberto, y del macho y la hembra (llámalo con una letra entre la ele y la ene, llámalo en otra entre la be y la dé). Y los accidentes de Pollock, y tantos ángeles caídos. Como me gusta lo que escribe Montero Glez. Desde Sed de Champán, aunque no sé si él la valora como es debido, uno de los más grandes de nuestras letras. Y punto.

viernes, 29 de junio de 2012

Listas

jueves, 28 de junio de 2012

Narciso despeinado

Presentación Alberto Caride. Narciso despeinado. from Raspafish producciones on Vimeo.

Reconozco que lo postmoderno no me gusta. Me he llevado muchas decepciones con los pastiches. Pero hay pastiches que se venden muy bien. Y eso lo hace a la perfección José Daniel Espejo en el prólogo de Narciso despeinado. Tampoco sé (no me hablaron mucho en la licenciatura, sólo unas clases con el profesor Ruiz Ibañez) si la postmodernidad es una liberación. ¿Refugio? Difícil respuesta. ¿Homenajes? Tampoco soy de homenajes, ni de poesías, el libro es préstamo de Don Jesús. Puedo ir a escuchar poesía, pero leerla y sentirla es otra cosa. Y eso que Espejo habla de David Foster Wallace en el prólogo, otra de mis cuentas pendientes. Y resalta, con acierto, la escasez de libros con trascendencia en las estanterías. ¿Imposible encontrarlos en el siglo XXI? ¿Quién maneja la brújula crítica? ¿Modernidad? ¿Juicios a esta altura de la prórroga? No lo sé. Estoy de acuerdo con Alberto Caride Brocal en que existen silencios maravillosos y que hay músicas que se vuelven contra nosotros en forma de melodías torpes. La humedad bucal es obligatoria, exista el ruido de fondo o no. Ahora que llega el summertime, reconozco a algún familiar yonki en Murcia en verano. No puedo Amar en preposición porque creo que soy el único de este país que se las aprendió en un orden distinto. En Contra lo que se cree comúnmente, vuelve a acertar al subrayar que no tenemos poemas a nuestro alcance que lleven la tristeza a las antípodas. Pero yo no tengo poetas favoritos, yo no tengo en mi mesilla de noche ningún Poeta de los Nombres. La ausencia me la salté hace tiempo, porque de la página 31 a la 33 hay palabras que hacen recordar momentos. No puedo sentir Se Finì porque no creo en el café y, cada día menos, en el papel. Arcada supone recuerdos, aunque, dependiendo de la edad, cercanos o no. Cuando leo Shappa me parece ver un subrayado de color rojo que indica ese momento, que a todos nos llega, en el que somos "un indio en medio de una fiesta de vaqueros". A Bricolaje le pongo música de fondo aunque no hable de drogas y no la cambio por La Verdadera Historia. A La lluvia no le pongo imágenes, le pongo recuerdo en peli con Harvey Keytel: "Los días de lluvia solo se pueden hacer dos cosas, y a mi no me gusta jugar a las cartas". Pues eso, que si tenéis unos minutos libres en mitad de media hora de silencio, podéis buscar alivio en este Narciso despeinado, porque, al llegar a la página 54, Eso es todo. Y punto. Coda: no me gusta que saquen en la portada al vampiro de Crepúsculo, hubiese estado mejor, sin duda ninguna, el perfil de Jota Planetas. Y todo lo demás.

¿Solo trampa?

Vivan los eufemismos, joder.

martes, 26 de junio de 2012

Robar

No me refiero a lo que iban algunos al Pryca hace veinte años. Hace casi 16, en la cantina mercedaria, era un tema recurrente, dar un palo como Dios manda. Pero no hubo cojones, pero siempre quedan grandes canciones.

¿Original o versión?

Demasiadas preguntas y mucho calor. Invernalia en el reino valcarcil. ¿Hay imaginación para tanto o el tijeretazo bernalístico lo impide?

lunes, 25 de junio de 2012

¿Será el domingo?

Si los conquistadores del Brasil no lo impiden, así será. Con todo el frío y con todo lo demás.

Conclusión

O valoración. Paul Shirley, en su artículo semanal de El País escribe sobre estos seis meses que ha durado el curso baloncestístico NBA 2011-2012. Londres ya aparece en el horizonte a falta de un mes y dos días.

domingo, 24 de junio de 2012

A cámara lenta

Visto en Guerra Eterna.

En plan (San) Fermín

En el reino valcarcil se han puesto las cosas mal. Muy mal. Aguantaremos.

Venganza!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Me pillan en un renuncio pero habrá venganza. No soy tan tonto como crees que soy!!!

viernes, 22 de junio de 2012

Morirás mañana. El misterio de Alma Rossi

El misterio de Alma Rossi, continuación de El escritor sale a matar es el deseo y la ambición. Por una lado, Javier Garcés se traslada a Chile en busca de una Alma Rossi que huye con millones de dólares. Ambos se desean la muerte, a pesar de su particular amor. Ambos buscan acabar con el otro. Ambos, en su OK Corral particular, buscan meter en el nicho al otro, con colaboradores varios, entre hoteles y casas con vistas al mar. Por otro, el gran Bayly recuerda la infancia y adolescencia de Alma Rossi, recuerda a su madre y a su padre, recuerda los momentos más dramáticos y los más salvajes de esa niña perversa que nació cabrona. La huída de Alma Rossi es la de la que te la tiene jurada, la que ni olvida ni perdona pero sigue amando. La búsqueda de esa individua por Garcés es la del Apocalipsis por venir, la del todo o nada, la de la desgracia ingenua. Y, entre ambos, con la sed sanguinaria del tiburón en celo, una vez aprendido el arte del asesinato, y con el placer reciente de ello, sigue ejerciendo esa virtud. Sí, esa virtud. No lo podemos llamar de otra manera. Virtud. Matar al que se lo merece. Y todos tenemos una lista muy larga de individuos de esa calaña, de chusma maloliente y culona que debería estar en una fosa con nombres y apellidos, publicitada por los diarios para que no quede en el olvide que están bien muertos. Siempre cuento que hay que recordar al personal los muertos más frescos. Y Garcés aprieta el gatillo, y acaba con la mierda que nunca tendrá resurrección. Y, además, el azar, ese invento de la providencia, o, simplemente, del demonio, también tiene su papel. Pues eso, que para los amantes de la venganza, para los que quieren saber como se forja una hija de Satanás, no viene mal recrearse un ratillo con estas historias bien contadas. Y todo lo demás.

El laberinto del Albayzín

Leyendo El laberinto del Albayzín he recordado que dejé a medias La Montaña Mágica de Thomas Mann y que La Odisea es inacabable. Y no me preguntes si he leído a Chesterton ni como es el verano en Hollywood. Después de la historia de Pantanosa, Francisco Miranda Terrer recupera la historia de ese tipo insomne y desorientado, que entre Pantanosa y Granada, entre desintoxicación y viajes de todo tipo busca su lugar en el mundo. La existencia, siguiendo el modelo medemiano, va acompañada indefectiblemente de angustia. No queda otra. Pero siempre tenemos a mano algo que nos ayuda a atenuarla o alejarla, aunque sea por momentos. Da igual que estés en una habitación negra, con el cuerpo bien atado al catre horizontal. Todo tiene solución, siempre hay un escape. Y más problemas. Y cuando no te traen libros, te encuentras desorientado. Hacía tiempo que no leía una conjugación del verbo endilgar, esa que antes tanto utilizaba mi padre. Todos hemos jugado al baloncesto solos cuando no había más remedio, todos hemos hecho de Shaq fallando tiros libres. Y esa soledad da que pensar, pero pensar te mete en líos. Y en mitad de un encierro, una Tere (o ponle el nombre que quieras, una Darby Shaw pelicanera) que te visita, te recuerda que la esperanza existe, que Dios ha creado seres maravillosos que incluso te visitan en un hospital. Y nada como mear en las calzadas, mientras no sea en Tobarra. El primer capítulo, Hybris, desde el inicio hipocrático, me desconcertó. Está muy por debajo del nivel de Pantanosa, que se recupera a partir del capítulo número dos. Y ahí aparece la tierra soñada, Granada. Y los que estamos más cerca de los cuarenta que de los treinta, seguimos pensando en pesetas. 60.000 pesetas mensuales. Con ese dinero yo no hubiera pisado una facultad en todo el curso. Seguro. Segurísimo. Y las duchas frías, y vecinas con nombres de pintoras, y todo cerca, y encerrarte a leer Las mil y una noches, y encontrar a un melillense-alemán porrero como el que más en el que refugiarse, y lo aburrido del Derecho, aquí y allí, siempre la misma mierda, y el frío que se mete en los huesos, y la ausencia de la Hache mayúscula, y el refugio como supervivencia, y escribir y publicar, y volver a escribir, y el Retrato del libertino una y otra vez, hasta la extenuación, y La isla del tesoro, y el ron pálido, y The Doors, y Los Planetas de Una semana en el motor de un autobús, y las putas picasianas, y el arte epistolar recíproco, y los Viajes de Gulliver, y las sonrisas hiperiónicas, y huir (no solo del frío), y escapar, y sueños jüngerianos, y la astronomía y la astrología como válvula de escape, y la decepción vecinal, y la barba larga, y la guerra de Kosovo y un noventa y nueve que recordar. Y en Antipsiquiatría, como si de una canción de Lou Reed se tratara, es el abandono de todo aquello que da placer (vulgo, prohibición), y engordar, y hacer puzzles, y olvidarte de esa línea de autobuses número 1 que te llevaba al polígono donde encontrar algo en lo que olvidarte de la vida. Medicinas, cafeína, cigarros y poco más. Un puto robot, al que desenchufan y vuelven a enchufan, como esas promociones de los periódicos, como esa canción de los Stone Roses que tarareas pero que no sabes ni una de sus letras. Pues eso, que, antes o después, te pilla un médico y te hace un jodido chiste ambulante, la antítesis de lo que quieres ser. Y, para acabar, un viaje a Santorini por las oportunidades perdidas, por los amaneceres olvidados, por lo que hay que hacer y por lo que no hay que decir, por el miedo a caer al abismo. Y todo lo demás. Coda: Y aún podemos recrearnos en ciertas auroras, sean lejanas o cercanas.

jueves, 21 de junio de 2012

Nurse Jackie. Cuarta temporada.

Hay veces que uno intenta cambiar su vida a mejor pero todo le sale al revés. Los cambios siempre son jodidos: nuevo jefe, nueva compañera, nueva huésped, nueva reunión, nuevo pijama, nuevo helipuerto, nuevo bar, Dirty Dancing y todo lo demás. Reflexión importante la de la cuarta temporada de Nurse Jackie sobre la vida y la muerte, sobre un pelo tintado de verde y un encierro temporal, sobre unos electrosonidos que muestran varones sin padre, sobre los motivos en venta, sobre el qué vendrá después de todo este infierno. Nunca sabe uno su infierno personal hasta que se enfrenta con él, hasta que se encuentra buscando una pastillita azul en un contenedor de basura, hasta que estás con un Carmelo Anthony haciendo de jugador de baseball adicto a cualquier cosa, hasta que tu compañera de habitación la palma. Nurse Jackie, con pelo largo incluso, se hace respetar y se deja querer, aunque tenga un pronto que te pueda dejar en bragas con solo mirarte. ¿Por qué alguien empieza a depender de la química? Y no estoy hablando de Heisenberg. Siendo realistas, y teniendo en el horizonte al hombre de la camisa verde, la pregunta debería ser la contraria. ¿Por qué no podemos depender de la química? O de lo que sea. Hay capítulos que no son agradables, hay historias que hacen desconfiar del mundo, hay preñadas de imagen que no lo son tanto. Pues eso, que no hay nada como tomar un Jägermeister en mitad de una escalera en la madrugada. Y todo lo demás.

martes, 19 de junio de 2012

Ya no sé donde lo tengo

El centro del cerebro, digo. Como no duerma no me lo voy a encontrar, joder. Y este noche, como no, voy con Miami Heat. Y todo lo demás.

No es imaginación

Es la realidad que nos toca (o, mejor dicho, les tocará a mis compañeros) a partir de septiembre que viene. Y todo lo demás.

Cinturones y correas

¿Tú no regateas en pasillos y cocinas? ¿Dónde lo haces? ¿En el mercado de abastos? ¿Antes o después de la intervención del Estado? Coda: sólo llevo 31 páginas de Exitus, tendré que darle un poco de hilo a la cometa y arrancar en condiciones antes del Apocalipsis.

lunes, 18 de junio de 2012

Más perrito librepensador

En mitad de ese ejercicio que es filosofar desde la poltrona, hay perros que se meten en líos en mitad de pensamientos inocuos. Y todo lo demás, en directo.

Multiplicando vasos...

...encima de una masa. Y, luego, imaginad que están llenos. Y todo lo demás. Coda: Desiste, de Mañana, canción de la semana en El Gallo Verde.

¿A quién queremos más?

Una díficil respuesta entre dos tipos casi inigualables. La pregunta de Shirley de este lunes es difícil de contestar, es difícil escoger a Lebron o a Durantula. Y todo lo demás, también.

domingo, 17 de junio de 2012

Las cabezas

Nada como una tontería para mandarte a casa. Y todo lo demás.

sábado, 16 de junio de 2012

viernes, 15 de junio de 2012

Un poco de rebel(día)

Ya ni fuman. Todo es mentira, botellines de agua, adiós al botelleo (que no botellón, que eso es otra cosa). Quitémonos ese sombrero que no llevamos, ni ron, ni ginebra, ni buen rubio, nada de negro y todo lo demás. Y los chinos, a lo suyo. Cumplimos los mandamientos y comemos nísperos. O lo que sea.

Seriedad Heat

El partido visto esta noche ha sido un ejercicio de seriedad, pero como en las buenas películas, un giro OKC es previsible en cualquier momento. Y punto.

Tengo hambre

Y, como, exagerando un poco, más o menos, en unos nueve segundos. Y todo lo demás, también. Y sin postre.

jueves, 14 de junio de 2012

Mad Men. Quinta temporada

No sé qué pensaban algunos críticos televisivos al hablar del final de la quinta temporada de Mad Men de decepcionante. Así lo tachaban, despectivamente. Cuando uno se acostumbra a la mejor ambrosía, es difícil paladear cualquier otra. Es cierto que un gladiador de la época Julio Claudia no llegaba a los cincuenta años. Pero en la transición de estas cinco temporadas, Mad Men ha crecido. Ha ido sumando matices, y, cada uno de ellos, es un nuevo abismo, un precipicio que ni el mejor de los Jaguar puede sobrepasar. Y en esa coralidad oceánica que es Mad Men, Don Draper los empequeñece a todos. Su nuevo vuelco vital, con sus contras, con los años a las espaldas, con hijos que crecen y tienen sus propias experiencias, con una January Jones (bueno, ya es muchos eneros juntos de cuello para abajo) áspera, con una Peggy que sólo puede aspirar a la independencia, con unos socios que ya no viven para el trabajo sino que simplemente tienen que buscar otra amante que les satisfaga un martes por la tarde y les saque del aburrimiento. Y hay asuntos que no se pueden dejar estar, que Mad Men no es una canción de The Chemical Brothers. Quizás se centra esta quinta estación en el fracaso de las relaciones personales, que convivir es siempre un otoño con nubes negras que descargan granizo y rompen tus nuevas persianas. No es suficiente una casa a las afueras. No, siempre hace falta una piscina, o un apartamento en el que florear nuevas inquietudes. Los 60’s fueron convulsos, pero simplemente porque tocaba, como cualquier otra época. ¿Vietnam? Todos tenemos un puto Vietnam sesentero, porque después del amanecer siempre nos hacemos la misma pregunta: ¿Y ahora qué? Y ese fracaso de las relaciones personales que relatan Don Draper y sus secuaces, en el que Julia Ormond es una señora mayor que bebe más que los hombres de su edad, es el espejo de la falta de valores. Cuando se satisfacen ciertas necesidades, sólo quedan armarios que llenar. Sin embargo, en mitad de esa tormenta de arena, con los ojos llenos de piedrecitas, siempre hay alguien, en este caso con faldas, que se rebela ante la situación. Que lucha contra los elementos. Que desea cambiar algo aunque no cambie nada. Que yo soy ahora y el mañana también lo dicto yo. Volviendo al principio, no sé que mierda esperaban los cítricos de la vitamina A de los que me acordaba en la primera frase. Evidentemente, en 13 episodios hay subidas y bajadas, hay días en los que nuestra prima de riesgo roza límites impensables que hacen temblar y en otros nos acostumbramos a vivir en el abismo. Puede que sea cierto, pero esperar vale la pena, con dos joyitas en forma de episodios undécimo y duodécimo que ya quisieran el 99% de las películas de los últimos 20 años. Cuando expones argumentos a niveles casi perfectos (que es lo que hace Mad Men), cualquier trono principesco parece un chiste ambulante. Quisieras parar el tiempo y que todo fuera un bucle del que mirar desde tu poltrona de insignificancia. La pregunta que se hacen muchos de los personajes, en mitad de la guerra fría que pasa desapercibida, es si todos sus pequeños o grandes sacrificios, valen para algo. Puede que el regusto sea amargo, que existan cuerdas colgantes que nunca esperabas ver, que los michelines de la madre salen antes o después, que los objetivos se cumplen pero las expectativas siguen ahí, que un poco de la anarquía en mitad del aburrimiento no está mal, que los fines ácidos son un medio para conseguir una casa más grande, que todos los requiems tienen un precio, que los palacios se llenan de telarañas y las alertas de una muela podrida nos hacen recordar que siempre está la soga al acecho. Quizás no nos hacemos estas preguntas, pero es que Don Draper hace insignificante a su lado a cualquier persona, a cualquier pensamiento, a cualquier idea, a cualquier jodienda con vistas a la bahía. Y todo lo demás también.

miércoles, 13 de junio de 2012

Morirás mañana. El escritor sale a matar

Me encanta como escribe Jaime Bayly. Lo único que leí de él, El cojo y el loco, me dejó con envidia en el cuerpo, y, pese a lo que parezca, por su sencillez a la hora de decir lo que piensa. Si a alguien hay que decirle hijoputa, se le dice; si a alguien, cabrón, pues también; huevón, pues huevón. La primera de las tres novelas que forman parte de Morirás mañana, titulada El escritor sale a matar, tiene esa virtud. Un tipo, escritor con los días contados según un viejo médico, decide tomar la justicia por su mano y por su pistola con silenciador. Con la clarividencia que da una muerte próxima, decide vengar con calibre armamentístico sus más bajos instintos. Los cinco individuos que deberían estar muertos por sus ofensas, verán como las balas rompen sus cabezas. O ese era el plan. Todos relacionados con el medio literario y periodístico, todos con los que Javier Garcés, escritor con ganas de venganza antes de que las células cancerígenas hagan su trabajo, tienen cuentas pendientes. Me da envidia, como decía antes. Lo que pensamos y no hacemos. Todos tenemos una lista, en plan altafidelidera, en plan Nick Hornby, en la que pondríamos a cinco tipos (o mujeres, que para algo hizo ZP un ministerio de Igualdad, digo yo) que querríamos matar. Por simple envidia, por aspectos ideológicos, por su peinado, por sus pantalones sucios, por el olor de sus rodillas, por sus gafas anquilosadas, por sus uñas más negras que el ala de un cuervo, por su portátil viejo o por ser hija de puntos en un carnet de conducir mal parido. O por lo que sea, que cada uno hace con su bilis lo que quiere. En fin, que lo que hace Bayly es lo que yo haría se tuviese los huevos suficientes. Y todo lo demás.

Lejos, muy lejos...

Como casi siempre, Enrique Rubio lo clava. Y al que le pique, que se rasque. Hay veces que la verdad duele, y dentro del gremio de los envidiosos, suele pasar.

La cacería

A partir de ciertos momentos, hay libros que no te encuentras pero te cruzas con ellos, en mitad de mucho ron y muchos vasos vacíos. La cacería, otra cuenta pendiente.

Ni paseo ni parque

Dado el junio esquimal y la cantidad ingente de deporte solo nos queda poner el aire en modo legionalino y que se pare el mundo. Y todo lo demás, pero sin paseo ni parque.

martes, 12 de junio de 2012

Ensaimadas

Todos los que hemos viajado a Baleares (aunque fuera en el Pleistoceno) y hemos vuelto con el hígado intacto al reino valcarcil, no nos hemos sustraído a la tentanción de traer de vuelta al sol bernalí unas ensaimadas. Ahora, si por San Juan váis a Ciudadela, recordar dónde hay que comprar.

Actrices

Resulta que, aunque la derrota sea previsible, hay actrices que se empeñan hasta las últimas consecuencias. Lo que no me esperaba es a la doble de escuchar el Tomorrow Never Knows beberse lo de siempre con esto de fondo. Y todo lo demás.

lunes, 11 de junio de 2012

Messina en blanco y negro

Nunca me ha gustado este tipo. Ni entrenando ni desde ningún ángulo, pero hay que respetar sus opiniones, equivocadas o acertadas. Messina en estado puro.

Sudán, Afganistán, Burgos

Que no. Shirley, no solo el estadounidense medio (que no medio estadounidense, que eso es la mitad de otra cosa). La mayoría, salvo el Cánovas y poco más, no sabe situar Sudán (ni del norte ni del Sur), ni Afganistán, ni muchos alumnos de 2º de bachillerato Burgos en un mapa. Y todo lo demás a partir del martes

domingo, 10 de junio de 2012

Banderita

Aquí estamos los tres, mi jefe, un servidor y el pájaro (cobarde, en la jaula el muy bandido) preparándonos para el catenaccio y todo lo que venga. Pues eso, a darle al anís un rato y a esperar. Luego más.

sábado, 9 de junio de 2012

El diablo

Siempre me acuerdo de aquella frase que repetía Federico Volpini, refiriéndose al Diablo con mayúsculas: "El diablo es un agente doble al servicio de la Providencia". Pues eso, que Montero Glez, el más grande escritor español de los últimos años, nos habla de él al principio de Huella jonda del héroe.

viernes, 8 de junio de 2012

Pistolas, cuchillos, camarones y monteros

Para todos los que nos acordamos de Camarón y Pistola y cuchillo, tenéis en Jot Down Cultural Magazine un artículo imprescindible en estos tiempos que corren.

El diablo

O como se diga, ¿no? Cada uno tiene el diablo que se merece. Y todo lo demás. El 60% de la capital del reino valcarcil es seguidor de estos individuos e individuas. Y punto. ¿Otro tenis?

jueves, 7 de junio de 2012

New Girl. Primera temporada.

Empezó demasiado bien New Girl y acabó pareciéndose demasiado a Friends. Está bien el azúcar, pero cuando es demasiado repetitivo acabas echándole sal continuamente al gintonic (el Word lo separa, comprobadlo, el gin por un parte y el tonic por otro). En fin. Empecé a ver New Girl por Zooey Deschanel, la hermana de Huesitos y que siempre será la hermana mayor del prota de Casi Famosos, aquella que dejaba la colección de discos para que el chico del flequillo encendiera velas y escuchara a The Who. Lo que pasa es que Jess, el personaje de New Girl, está como un puto cencerro. Maestro de cole guay, con padres hiperpijos, jefa loca que se va a un loft con tres tipos que no conoce de nada. Como decían…el infierno está lleno de buenas intenciones. Pues eso. Para pasar el rato, nada más, como cuando no hay en un bar ni Carslberg ni Heineken, y acabas probando cualquier mierda. Y todo lo demás. Coda: pues eso, decepción, registros repetidos hasta la saciedad y demasiado infantiloide.

Computadora

No me deja

El filtro del IES no me deja hacer entradas en el blog. La injusticia ha llegado a su máximo exponente. Ni el 11M ni nuestra querida desaparecida Magdalena ni todo lo demás.

martes, 5 de junio de 2012

¿Me puedo quedar la camiseta?

Ya sé que no es lunes, pero hoy, para los pocos que leen Gintonicdream ahora, toca hablar otra vez de Paul Shirley. Sí, los lunes sale habitualmente su columna en El País, con tilde. Casi siempre, y, esperemos que no lo censuren nunca. Hoy toca hablar de su libro ¿Me puedo quedar la camiseta? Este libro publicado por léeme, es una especie de recopilación de blog/cuaderno de bitácora/diario que escribió durante algunos años este jugador de baloncesto que jugó en aquellos Suns de D’Antoni que nos maravillaron hasta que se los cargó el sargento Popovich en finales de Conferencia por 4-1; jugó en ACB en distintos equipos, como también lo hizo en Kazan y Panionios. Un trotamundos, que dirían los clásicos; un buscavidas. Y hay una palabra que repite Paul Shirley que le han enseñado sus andanzas con tipos de todos los continentes: la perspectiva. Y la inseguridad laboral es un milonga, porque el infierno es una cosa muy personal. Siempre hay alguien peor que tú, o como diría el padre de Shirley, siempre hay alguien cavando zanjas (me ha falta el corrector de Word, que ya estaba yo usando la be sin sentido; siempre, hasta la muerte, serie be). Y que quede claro que para juntar estas letras está tito Wolfang de fondo, que ni he puesto a Muse, ni a Vanilla Ice, ni a The Editors… Bueno, para empezar, para aquellos que somos noctámbulos/fanáticos de ese ingenioso deporte que es el baloncesto, se antoja imprescindible la lectura de estas 324 páginas. Por muchas cosas. Por demasiadas. Siempre nos quedamos con la imagen de los deportistas en la cima de su éxito. En el caso del baloncesto profesional, enebeaniano en especial, cada poco tiempo, conocemos un nuevo caso de un tipo que ha mandado su fortuna a tomar viento fresco, y no me refiero solo a Antoine Walker. Podemos encontrar cientos de casos. Shirley nos muestra las dos caras: el que lucha, o luchó, como él, por un contrato de diez días con tipos que rezan a Dios antes de ir de putas mientras ganan decenas de millones de dólares por cada curso baloncestístico. El que juega en ligas menores por cuatro perras o el que viene a Europa y en el equipo griego de turno, aparte de entender el motivo de que exista el lanzamiento de peso y de martillo por propia experiencia, juega sin esperar cobrar antes de 90 días. En eso se centra el libro. Y en un montón de cosas más, en personajes comunes. Un ejemplo es el de Tim Floyd, el entrenador que se hizo cargo de los Bulls post-Jordan, del que tenía una imagen lamentable y que Shirley pone por las nubes (pero no en plan Carrero Blanco). Esa perspectiva de la se jacta Shirley está impregnada de sarcasmo, del mejor sarcasmo. Y, hasta cierto punto, agradece al basket que le permitiera salir de los USA y conocer mundo, el planeta que no sólo es norteamericano a través del prisma de un blancucho endeble y larguirucho que pudo salir de su pueblo de 700 personas de Kansas. Y, aunque esa precariedad laboral llena de eufemismos es una hija de puta que te espera con una corbilla en la mano (voy a evitar escribir improperios sobre la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, que el sábado cumple 30 años, y sobre sus malnacidos políticos de derecha [Murcia no ha tenido en estos putos años ni un jodido político de izquierdas con cargo ejecutivo]) es gratificante que nos lo recuerden. Que nos recuerden que Grecia, hace 10 años, como ahora, y como España, también hace diez años, y desde los hijoputas de los franceses que llegaron en 1700 y se exhiben en cacerías y en brasileños viajes con banqueros imitando a la exmujer de Steven Seagal, era una auténtica casa de putas. Que las casualidades no existen. Que te puedes emocionar aún sin jugar viendo una exhibición de Steve Nash (habrá que prevaricar donde sea [Obama, haz algo en esta legislatura, o en la próxima, pijo] para que el canadiense consiga un anillo). Que la imagen que tenía de Zan Tabak es acertada (afortunadamente), como lo es la de Nenad Markovic (lamentablemente todavía nos acordamos de su temporadita en Murcia). Y muchos nombres de entrenadores y jugadores, después de tantas madrugadas y tantos años de basket, de, los que por una vez tenemos referencias de primera mano (me sorprende hiperpositivamente la de su entrenador en Bulls, Skiles). Podría escribir 29 páginas sobre este libro, pero, como los chicos del análisis de Google me dicen que ya no me lee nadie en el blog, y el que tiempo de permanencia es limítadísimo, no lo voy a hacer. Si os gusta el basket, y, en mitad de vuestra precariedad laboral os sobran unas horas (a mí, a partir del día 30, meses) id a por el librito blanco con código de barras 9788415589006. Y todo lo demás.

La verja del Bulevar

Todavía no son las 12, no eran las 12. Todavía no había empezado el Bulevar. Todavía Chema Rey no había presentado ninguna canción. Todavía no habían pasado 55 minutos y todavía no era la hora echar la verja del Bulevar. Y todo lo demás.

El triple de Harden

Vale que queda un rato para ir a currar, vale que ya no te acuerdas ni cuando fue la última vez que dormiste en condiciones y vale que Harden y su Black Barba son mucho para los Spurs. Canasta a recordar de por vida. Y todo lo demás mientras suenan The National de fondo.

domingo, 3 de junio de 2012

¿Corvera?

No te haces viejo

Como buen domingo, al salir de misa, hablo con Marchal tres minutos y envidio su templanza y tranquilidad. Y siempre nos queda Eddie y tragar veneno para inmunizarnos. Coda: y los Sioux, a su reserva, sea espiritual o no.