jueves, 30 de abril de 2020

Bad Banks. Primera temporada.

Ahora que toca recesión, y que todo se va al garete, y que los bancos no tienen dinero, y que el Estado no tiene de nada (vergüenza tampoco lo sé), toca recuperar la primera temporada de Bad Banks. Cuitas bancarias y estatales, ciudades del este que ahora son del oeste, CentroEuropa y sus problemas. Da que pensar, afortunadamente. Jana Liekam, ejemplo de la Nueva Europa. Los malos siempre se salen con la suya. O casi siempre. Leizpig en el horizonte: el crecimiento, las púas, la enfermedad. Rascacielos donde no había nada, pero los regalos tienen que ser por algo. Nada es gratis. Caimán. Islas. Fondons buitres, fondos de pensiones. "Imbéciles ricos que aún quieren ser más ricos". La avaricia. La puta avaricia. "La clave es la información". Leer. Leer entre líneas. Drogas. Ley de la oferta y la demanda. Lo que no ha entendido el Gobierno de España (¿podemos llamarlo gobierno?) con los test del coronavirus en esta epidemia de mierda con gobernantes que no están a la altura. Aprovechar los terremotos para sacar dinero. Vaya ejemplo. Aprovechar el coronavirus para seguir siendo gentuza. O lo que sea. Refinanciar deuda. Deuda sobre deuda. Como si fuera final de abril de 2020. Esperando el colapso. El puto colapso. Compro, vendo, juego. Pero nunca con mi dinero. No. Con el dinero de los demás. Siempre con el de los demás. Y si lo perdemos, ya nos rescatará la vieja Europa. O la nueva Europa. O la mierda de Europa. Aquí no hay risas ni chistes sobre ala-pívot alemán blanquito en la NBA como en Black Monday. No. Aquí están los buitres en primera persona: los que no tienen escrúpulos, los que juegan con varias barajas, los que no tienen sentimientos y la que hace cualquier cosa para mantenerse o ascender. O lo que sea. Da mucho que pensar Bad Banks. Muchísimo. ¿Podemos pensar en multiplicar por cinco lo de LB? ¿Cinco? Comprar mierda con dinero ajeno para dejar una púa que se pague con dinero público. Yeeeeeeeeeeeeeeepa. ¿Nos acordamos del Séptimo Mandamiento de Videodrome? ¿Nos acordamos? Habrá que recordar, que ahora vienen curvas. Antes de que el General Invierno (lo copio de varias personas que ya están utilizando esta alocución) acabe con Sánchez (de Iglesias ya se ocupará Merkel), toca recordar un 15 de septiembre. Un puto 15 de septiembre.

El color de las zapatillas de los pacientes

miércoles, 29 de abril de 2020

Mira cómo gana la selección...

Cuando pase todo esto...

... no seremos todos los de hace dos meses. No.

Adiós, bufé, adiós.

Lo ha vuelto a hacer Rosa Belmonte. Agua bendita y bufé libre en una misma columna. Y ese jamón al que el personal, hambriento y cautivo el ejército turístico, cae baboso en Castillo. Ni La velada en Benicarló, pijo. Coda: Solo necesito...

martes, 28 de abril de 2020

Manhut: Deadly Games. Primera temporada.

¿Quién se acuerda de Atlanta 96? Yo estuve haciendo memoria del equipo de Baloncesto, el segundo Dream Team, antes del Freak Team que hubo posteriormente ya en el XXI. Manhut: Deadly Games nos lleva a la historia del cebollazo en el parque y los daños colaterales que trajo en un personaje del que reírse, del papel de la prensa (amarillocircense, y de la otra), de los complejos de ciertos policías, de las luchas entre ATF y FBI, de las jodiendas con vistas a un parque muy grande, de la cerrazón religiosa (parezco Chacón hablando, pijo, solo me falta hablar del cierre sociocultural y las relaciones feudovasalláticas), de lo que quieren los políticos (ese alcalde negro de Atlanta convertido en chiste ambulante) y de lo que nos venden y dejamos que nos vendan. No siempre podemos comprar de todo. No. Hay que hacer selección (natural). Gugino aparte, esperaba mucho más, pero el retrato de esa mitad de los 90's, de esas americanas que nos vienen grandes, de esos estampados sin calificación (positiva, digo), de esas familias rotas que luego han sido comunes en el XXI. ¿Le damos el aprobado general a Manhut: Deadly Games como se va a hacer con muchos alumnos con este confinamiento coronavírico? Pues seamos condescendientes, leamos a San Agustín (nada como hablar del bien y del mal junto a una fogata), busquemos un segmento de ocio con un fragmento del Eclesiastés, busquemos historias tristes o más tristes que otras. Todo es mentira. Que siga el confinamiento. Coda: Aquel equipo seguía siendo grande. Por cierto, que para los que se han acostumbrado al caviar de la selección nacional española de basket, aquellas Olimpiadas no tuvimos representación. No. Vaya equipazo. Vaya segundo Dream Team.

Algunos políticos si nos representan

Cuartango recordando a Besteiro

Cuartango es de esos tipos que no llega demasiado a algunos lectores porque sabe demasiado. Y eso a todo el mundo no le gusta. A mí, una vecina focolarina, me dijo un Jueves Santo que yo era un leído. Un leído. Ni más ni menos. Menos Lubich y más trabajar y que su marido le diera menos al Jumilla. Pero volviendo a Cuartango, es magnífico su recuerdo de Julián Besteiro, ese que el PSOE de ahora, el PSOE desde ZP, ha olvidado por completo, el Besteiro que se quedó en Madrid no como todos los cobardes que se largaron cuando Franco llegó con sed de venganza. No hubo perdón para Besteiro por la dictadura franquista (¿acaso él esperaba otra cosa?), pero el olvido del PSOE del XXI es asqueroso.

lunes, 27 de abril de 2020

La radio en tiempos de coronavirus

No solo la oración laica de Alsina de las 8. Pero también. Lo del viernes en la radio (aunque con la falta de Federico y de alguno más. ) fue histórico.

Vikingos. Primera temporada.

Tuvo que llegar el final de abril de 2020, más de cuarenta días después del principio del confinamiento coronavírico, para que empezara a ver la primera temporada de Vikingos. Aunque yo la hubiera llamado Salvajes, o, siguiendo la terminología del gobierno del confinamiento (o de una parte del gobierno del confinamiento), Salvajas o Salvajos. ¿Me incluiría yo con mis ojos entre los Salvajas? Supongo que sí, que todos, antes o después, acabamos convertidos al salvajismo. O salvajisma. O salvajisme. O lo que sea la mierda que nos venda el ocho marciano y su lema para nuestros ancianos y enfermos: "Solo y abandonado, serás enterrado". Las comas se las dejamos a los seguidores seguinianos. Estos salvajas, salvajes y salvajos deciden, como si de unos irritados del 15-M, asaltar los cielos. Y quien dice dice asaltar los cielos, dice llegar a Inglaterra y matar monjes y llevar cálices. Pero los salvajes, salvajos y salvajas viven en mitad de una guerra civil. Sus deliberaciones son, por así decirlo, entre calviñistas y eclesiásticas. Todo muy (in)civilizado. Todo muy de enterrar y cortar cabezas que no piensen como la tuya. Lo del viaje a Inglaterra, como todos sabemos, es un bulo. Y los bulos, siendo conde vikingo (o vikinga, o vikingue), hay que perseguirlo. ¿Pero es bulo o bula o bule? Toca robar cálices, porque todos queremos salir de nuestro piso de Vallecas, de nuestra casa de Aljucer, y vivir en La Navata o en Chelsea, o donde cojones queramos vivir. Y con becas black y tarjetas black y cuchillos black todo se consigue. O casi todo. Y tiene cojones que el conde malo malísimo sea uno de los Sospechosos habituales. Los jodidos sospechosos habituales. Y si hay que recuperar a los Byrds y el Turn, Turn, Turn, se recupera, que siempre hay un sacerdote que lo recuerda. O no. Nada como un tipo sin ojos como oráculo, como altavoz de dolor y pandemia, como micrófono de pestilencia y sangre, como locutor de un infierno en la tierra. Ríete tú del Apocalipsis de San Juan. Y sí, "todo en la vida son cuentos". Y en época de coronavirus, chinos. Cuentos chinos. El lobo, el pastor, el rebaño. Vikingos es una metáfora sobre esos rebaños que siguen a un pastor, y luego a otro, y luego a la mujer del pastor, y si el pastor se queda viudo, a la segunda mujer del pastor. Y despedir a los hijos muertos. Y todo lo demás, también. Coda: Y para acabar la temporada, también pandemia en tierras escandinavas. No nos libramos.

domingo, 26 de abril de 2020

El hombre en el castillo. Primera temporada.

Tenía el libro, en edición de bolsillo, y no lo terminé de leer. Luego se fue el libro a Algezares, luego a un primero efe y ahora, en pleno confinamiento, y tras ver La conjura contra América, empecé a ver, el día del libro, la primera temporada de El hombre en el castillo. Ahora que están de moda las distopías, que nos recreamos con películas y libros y series sobre bichos y epidemias, sobre pandemias y virus, toca El hombre en el castillo. Norteamérica dividida en tres zonas: una atlántica alemana, una central indie y otra pacífica japonesas. Mierda sobre mierda. Dick ideó esta locura y la estamos viviendo. Cayó una bomba, pero no en Japón. Y entonces los alemanes se hicieron con el poder, y los japoneses les siguieron la corriente. Y siempre una vieja frase: "Como en los viejos tiempos". Le decía a mis alumnos, antes de la etapa del Google Clashroom, del Zoom, de las videollamadas, de las videoconferencias, de las videogilipolleces, que "no hay escuela como la vieja escuela". No sé si fue viendo Ray Donovan (se te añora, Ray Ray...), pero nos hemos convertido en gilipollas. Profundos. Lo cantan los Manic Street Preachers: "Si tu toleras esto, tus hijos serán los siguientes...". Me estoy perdiendo, con y sin brújula, con y sin Illa de ministro de Sanidad, con y sin Garzón preguntando sobre películas semanasanteras. Nos hemos perdido haciendo del Principio de Peter un gobierno de España. Pero no nos desviemos. Es un gobierno legal. Siempre lo ha sido. HCC también llegó al poder legalmente. Y AH, también. Todo es legal hasta que deja de serlo. O hasta que nos pongamos serios y hagamos algo. Y El hombre en el castillo habla de eso: Resistencia. No todo el mundo puede estar de acuerdo con Hitler, y menos en el momento en el que se enmarca la serie, con un tito Adolfo con más movimiento que el protagonista de Regreso al futuro y con una enfermedad que lo debilita, y con unos secuaces goebbelianos, himmlerianos y muchas cosas terminadas en "anos" (curioso, que no casual, que las casualidades no existen), a los que se les hace el chicle agua por suceder al del bigote venido a menos. Resistencia. Gran palabra, incluso de las que hacen pensar cuando llevas más de cuarenta días encerrado. No todos los encierros son iguales. Lo macabro se copia y no tiene fronteras. Nunca. Aparece desde el principio un personaje siniestro con una baraja siniestra en la que van los caretos de fugados de campos de concentración nazis. Casi nada. El hombre en el castillo es alguien que da esperanza a lo que quieren resistir a través de unas películas que muestran como podría ser el mundo en comparación a como lo es. Pues a ser distópicos, pensemos en un gobierno técnico en España que hubiera tomado las medidas necesarias como lo han hecho otros de nuestro entorno que no están paralizados con tonterías absurdas ochomarcianas y similiares. El lema que quedará para nuestros mayores y no tan mayores: solo y abandonado serás enterrado. Por eso hay que resistir a la incompetencia y a la maldad. A la puta maldad. Por eso, en mitad de la nada, hay que buscar. Las películas, los libros, las series. Debemos buscar a ese político, a esos políticos (independientemente de sus colores y siglas) que sean buenos y no sean tercos cosiéndose a un sillón... antes de acabar en un banquillo. No. Igual que los nazis quieren los estados pacíficos japoneses, hay mucho individuo, individua e individue que no quiere saltar de su despacho. Demasiados. "El problema es que somos débiles". Muy débiles. Y no se puede vivir con miedo ni "linchar a los judíos porque éramos humanos". Hay que sobrevivir. Agarrar(se) en la fe, en el arte, en la vida interior, en la filosofía. En lo que sea. Y si hay que citar a West, se cita. Hasta se habla del asesinato de F.D. Roosevelt el día de su asesinato. Y fosas comunes, y lo que haga falta. Películas, hongos, ajusticiamientos. ¿Te imaginas verte asesinado? ¿Es todo un sueño? ¿Cómo era aquello de que el diablo es un agente doble al servicio de la Providencia? Año 1962, recordando otro hongo, el de 1947. Los japos buscando un plan B con el artefacto Heisenberg. Y reunión de pastores, ovejita muerta. Y si suena Para Elisa, que suene. ¿Hubo otra salida? ¿Por qué se permitió tanto a Hitler? Y la celebración del día del veterano, aunque en ese día, solo fiesta en una parte, no se recuerdan los campos de exterminio, los campos de concentración. Los campos. Como si no hubieran ocurrido. El fin justifica los medios y todas esas maquiavélicas historias. Putas historias. Por cierto, que los que no lo celebran son los estados pacíficos. O del Pacífico, que no son lo mismo los iberos que los ibéricos, no son lo mismo los celtas que los ducados. No. Nunca. Por tener, El hombre en el castillo tiene hasta un intento de atentado, con balas de por medio, contra los herederos de Japón, sus altezas reales, en plena embajada alemana en los estados pacíficos. O del Pacífico. No es lo mismo... Perdón, perdón, que entre tanta distopía repito lo mismo siempre. Muchas cosas. Me repito. Digo nada, como Pedro Sánchez en su Aló presidencial chavista de ayer 25 de abril de 2020. Veinte veinte. Japófilos, germanófilos. Todos tenemos filiaciones. Y nos emocionamos. Me gustaron las palabras emocionadas de Margarita Robles en la morgue, me gustaron las lágrimas de Díaz Ayuso en La Almudena hoy. En El hombre en el castillo se escuche: "Perder a alguien es una cosa; que no se nos permita llorarlos es otra". Esto nos vale para la IGM, para la IIGM. Y para los muertos enterrados en soledad por el puto coronavirus. En EHENC se ve a los judíos rezar a escondidas, porque, como las películas, "muestra el mundo como podía ser, no cómo es". Como es. La Biblia, el Eclesiastés. El bien mayor, bien menor y luego, el mal. Coda: E investigar sobre las SD, sobre los Kenpeitai... Creemos que sabemos mucho, pero no sabemos nada. Nada de nada. Y, encima, lo poco que sabemos, es mentira. Todo es mentira. Coda 2: "No hay esperanza ni futuro, pero tenemos que seguir. ¿Qué más nos queda?".

Esperando

Esperemos que sea una buena adaptación de PATRIA. Esperemos. Después de la decepción de La línea invisible, cualquier cosa.

Toca escapar

La Maravillosa Señora Maisel. Tercera temporada.

De vez en cuando, de tarde en tarde, toca escuchar diálogos electrizantes y huidas hacia Florida o a un encierro en casa de los consuegros. O no. Pero es lo que tiene tener ministros como Yolanda Díaz o Salvador Illa, o presidentes y vicepresidentes como los que tenemos (y vicepresidentas, que no se nos olvide la igualdad). Hemos acabado siendo igualmente gilipollas, gilipolles y gilipollos. Me estoy poniendo distópico y estoy imaginando que diría la Señora Maisel si en vez de estar en Florida estuviera en un pueblo de ocho mil habitantes, encerrada, sin poder salir a la calle y riéndose de sus procedencia judía. Digo que yo algo habrá sobre plagas en las sagradas escrituras judías. O no. Visualmente, la tercera temporada de La Marvillosa Señora Maisel sigue siendo escandalosamente buena, con ese ritmo incansable, con esa velocidad que no deja descanso, con ese humor que hace sangre pero que hace pensar, con esos errores humanos tan reconocibles en cada uno de nosotros, nosotras y nosotr8s (se me había olvidado la ministra de igualdad pero es que después de lo de los hogares monomarentales no tengo ni pizca de ganas, ganos y ganes de acordarme de su ministerio, o ministeria o ministeria). Hay cambios y no siempre para mejor. Esa es una de las conclusiones de esta tercera temporada. Puedes tener un "buen trabajo", una "buena familia", un buen don de gentes, pero no es suficiente. No. Siempre hay factores externos que te pueden martirizar tu mundo de color de rosa. Rosa y de muchos colores, que siguen los estampados, y los descensos despampanantes por escalera de hotel ante los ojos de los demás. Y el escenario. La protagonista de La Maravillosa Señora Maisel se sale en el escenario. Parece, como si fuera ayer, que no queremos recordar su confinamiento en House of Cards. Otra vez. Curiosidades, que no casualidades. Nunca existen las casualidades, antes durante y después de lo que venga tras la locura de este confinamiento que nunca acaba. Nunca. Pero la vida da golpes aunque vendamos risas y aplausos y arcos de colores sin lazo negro. Sin lazo negro, ese color, ese vestido. De guerra a guerra y tiro porque me toca. Coda: "Si vas a tener voz, ten cuidado con lo que esa voz diga". Coda 2: Y no podemos creer en la amistad en los negocios ni en el trabajo. Porque somos prescindibles y nos utilizan. Nos utilizan mucho. Muchísimo.

sábado, 25 de abril de 2020

Himno para no escuchar a Sánchez en su comparecencia sabatina

¿Qué preferimos ser? ¿Hace falta que recordemos la frase de George Harrison? Somos exnadas, porque no sabemos si quedará algo después de este desastre. Quizás, algún himno habrá que (re)pescar.

Himno para un sábado de lluvia y confinamiento

Llamadas esperadas

jueves, 23 de abril de 2020

Alta Fidelidad. Primera temporada.

Había que intentarlo. Evitar comparaciones con el libro, con la película, con los personajes, con los cambios. Pero no. No podemos evitar comparaciones. No podemos explicar a alguien que en 2020, en pleno confinamiento coronavírico, que hizo Tony Soprano para cambiar la vida de la gente. ¿Qué es la gente? ¿Qué es algo intangible? Alta Fidelidad no solo habla de música, no solo de las cíclicas crisis que nos asolan, no solo de la última juerga, no solo de un puto desastre que sucede a otro puto desastre. Alta Fidelidad habla del problema que nos generan los recuerdos, del problema de vivir de recuerdos, del problema de subestimar ciertos asuntos que no hay que poner en un trono. No. Alta Fidelidad, con sus claroscuros y luces amargas (esa definición de "raro cálido" resume la primera temporada de la serie) sirve para volver a fijar los ojos en los cuentos contemporáneos de Hornby, de recrearnos con la penúltima escapada de los jugadores del Arsenal (saltándose el confinamiento), de los cambios geográficos (Londres, Chicago, NY) y de un tiempo que no volverá. Nunca volverá. Introduce novedades como los móviles y las redes sociales, las videollamadas (antes de que todos las utilizáramos hasta para cualquier cosa prescindible) y Glastonbury en el horizonte. Muchos cambios. Demasiados. Pero siempre nos queda The Beta Band.

miércoles, 22 de abril de 2020

La conjura contra América. Primera temporada.

La primera temporada de La conjura contra América deja continuamente retratos. Retratos de cambio (para mal), retratos de conspiraciones, retratos de complejos propios y ajenos, retratos de unos políticos que van a lo suyo. Yankilandia no entra en la II Guerra Mundial de manos de un nuevo presidente que se lleva bien con Alemania. Problemática de los judíos en esa nueva situación. Tensión racial. Judíos hablando de intereses. Juramentos en clase. El nuevo presidente, allá por 1940, pone a los gringos ante la disyuntiva de elegirlo a él... o ir a la guerra. Agitación bélica. Conspiración mundial. Discursos. "Hay que intimidar, así se domina el mundo". Y todo bajo la continua presencia de la radio: discursos, noticias, mitines. Siempre la radio. Ir al cine a ver los noticiarios en imágenes. Hace que tengas que cambiar el chip en pleno confinamiento por el coronavirus. Y por citar, citan hasta la España de los años 30. Palizas de los nazis a los judíos. Y peña alistándose para "matar nazis". "American First", el lema de un tipo sin escrúpulos que utiliza a un rabino para limpiar su conciencia. Con el pretexto de no mandar a los ciudadanos estadounidenses a morir en Europa y en el Pacífico, el triunfo le asegura llevar a cabo sus planes. Pero como en toda conspiración, siempre hay algo que sale mal. Limpieza de pintura nazi en los cementerios judíos, en las tiendas judías. Hasta el KKK haciendo de las suyas. Hasta hay un encuentro en Islandia entre ese presidente y Hitler. Casi nada. Y vender la moto con un programa llamado "Simplemente Gente" para integrar a las minorías. Integra las minorías, menudo eufemismo. Y el ejemplo de España, retratado también: "si no apoyas a los fascistas, eres un rojo". Siempre puedes utilizar esa frase, da igual en los años 30's del XX o en los 20's del XXI. Campos de reubicación en caso de emergencia nacional en Montana. Y en mitad de esos retratos, lo anecdótico (el mantel bueno para comer el día sagrado para los judíos, la huida a Canadá como salvación). Y por encima de todo, la pérdida de la libertad y una discusión mítica en torno al monumento a Lincoln. Y bombas "made in USA" cayendo sobre Londres. Y todo lo demás, también.

Enigmas

Better Call Saul. Quinta temporada.

Han vuelto las metáforas visuales del mejor Breaking Bad y de Better Call Saul. Quizás hemos debido esperar más de la cuenta. Vaya manera de estirar el chicle del señor Vince Gilligan (o como se escriba). Nada como un helado en una acera durante horas para derretirse y llenarse de hormigones. De muchos hormigones. De muchos hormigones que dan mucho miedo. La quinta temporada de Better Call Saul es el final y el principio del Saul que conocimos en Breaking Bad: el Saul de las camisas amarillas y lilas; el Saul de los cientos de móviles desechables en el cajón; el Saul hijueputa malnacido que por dinero hace casi todo. Casi todo. Todo no, pero casi. ¿Entrañas a estas alturas de la serie? No. No hay motivo para ello. La casquería, antes, durante y después del coronavirus, seguirá siendo casquería. Nos gusta recrearnos en los higadillos calientes, en el aceite y el vino blanco de la salsa de los riñones. Siempre. Antes, durante y después del final de Better Call Saul. La pregunta es, metáforas visuales aparte (¿quién no recuerda la muñeca en la piscina una y mil veces durante un puto sueño? ¿quién no recuerda Breaking Bad cuando ve un avión en el horizonte?), si realmente se necesitan tantos capítulos, tantas temporadas para llegar aquí. Siempre le digo a mis alumnos que si les cuesta leer una novela (yo he empezado nueve veces el ladrillaco de David Foster Wallace y solo llegué una vez a la página 134) pues que empiecen con un plan B: un cuento de Borges. Better Call Saul es un cuento de Borges muy muy muy largo. Pero es una joyita que no todos los paladares pueden saborear. No. Hay días que cuesta. Recuerdo ver una de las temporadas en pleno estado febril y viendo las estrellas con el famoso antibiótico de los tres días que te deja en la lona hecho una toalla sucia y vieja y sudada. No todos los cuentos son de 17 páginas. No. A veces, de vez en cuando, hacen faltan novelones largos de David Foster Wallace para cerrar una historia y volver a recrearnos en ciertos personajes del pasado. Hagamos del bioycasarecismo una ideal. O no. Tampoco quizás sea para tanto. Quizás idealizamos a personajes, a historias, a situaciones, que no hay que idealizar. O sí. Vaya usted a saber. También pensamos que Illa era la cuota del PSC en el gobierno de España menos mala y ha sido mala. Muy mala. Lo peor. Y hablando de metáforas visuales: viva el zumo de naranja. Nunca un zumo de naranja, recién hecho, trajo a la memoria semejante chorreo de fluidos. Y esa catártica estancia en el desierto, camino de un norte que nunca llega, bebiendo lo propio y lo ajeno, buscando una solución a un mal infinito. Y todo lo demás, también.

lunes, 20 de abril de 2020

Fauda. Tercera temporada.

Vuelve la tercera temporada de Fauda con intensidad. Es otra de esas series que hay poner (si algún día volvemos a las clases presenciales) en un 4º de ESO para explicar el conflicto en tierras israelíes, en tierras palestinas, en tierras de guerra continua. No es fácil posicionarse ante Fauda. Siempre hay jarana, conflicto, muerte. Fauda es reevaluación continua. No para nunca. Y nunca sabes si un moderado siempre es moderado. Hebrón, Gaza y el mismo centro del Infierno. El mismísimo centro. El pueblo elegido. Menos mal que son el pueblo elegido, que decía EHDLCV. Infiltraciones, secuestros y el infierno de Gaza. Lo peor es muy personal y luego está el conflicto arabe-israelí (incluso cuando no hay oposiciones de Secundaria y no ponen un mapa del que puedes hablar mucho y una inmensa mayoría se queja sin motivo aparente). Pero esta, otra vez y con más ahínco, con más subrayado de boli rojo, se pone énfasis en el drama y sus daños colaterales en las familias de los que luchan por acabar con esa locura, con ese drama, con esa barbaridad. Tenemos que pensar que muchas veces, aunque se quiera hacer el bien, es imposible luchar contra el mal. Hay muchos malos. Y son sustituibles. Cambio de cromos. Lo vivimos aquí con ETA y las cárceles llenas de etarras. Hasta arriba. Pues los malos (casi siempre) ganan. Y hacen mucho daño. Mucho.

Nueva meta: 10 de mayo de 2020

domingo, 19 de abril de 2020

sábado, 18 de abril de 2020

La muerte

"Estamos en un mundo donde la muerte no se quiere ver". Más frases: "Contar lo que no se está contando". Noticias, recuentos, datos. No lo he podido ver todavía entero a esta hora, pero es ese retrato, el completo, el que debemos completar.

Después de la tempestad viene la calma...

...nada como escuchar el himno de España de esta manera.

viernes, 17 de abril de 2020

jueves, 16 de abril de 2020

The Kill Point. Primera temporada

"Libres o muertos". Como si de la persecución en pleno coronavirus por parte gubernamental al que piense se tratara. Vaya usted a saber. Ves a Omar de policía y te preocupas. Al final todo puede ser complicado o muy complicado. O complicadísimo. Robin Hood en un mundo de lobos, gatos y otros nombres de animales. Robo que no sale como esperabas, síndrome de Estocolmo, hija de señoritingo, policía muerto, conflicto de intereses y competencias entre cuerpos policias, heridas de Irak, héroes con galones y sin ellos, tonteos del momento. Un poco de todo. Viva The Kill Point. Llegó sin avisar y vino para quedarse. Agente del FBI herida. Pero lo que puede salir mal, sale mal. O muy mal. O rematadamente mal. Pero siempre habrá un Señor Rosa al que adorar o un Infierno que venerar. Ahora que hay que comprobar que las mentiras están institucionalizadas desde el gobierno, nada como reflexionar sobre los encierros a los que nos obligan, sobre los encierros que nos afectan y llevan a tumultos. O llevarán. La mentira hecha discurso oficial. Podemos buscar un Irak, como hacen en The Kill Point, para hacer el mal. Quien dice un Irak, dice un Yak-42. O dice un Prestige. O dice una pandemia de coronavirus. La mentira siempre triunfa, con aprobado general y con paga vitalicia para gandules de pro. O tal vez, no.

El aguador de Fernando VII y la colección de inútiles

El CIS en tiempos del coronavirus

miércoles, 15 de abril de 2020

For All Mankind. Primera temporada.

Después de The Morning Show, toca seguir con las producciones de la manzanita, con la primera temporada de For All Mankind. En época de modas distópicas, nada como pensar en las primeras mujeres astronautas yankis en una Gringolandia con Nixon y Ted Kennedy de presidentes, con luchas varias de todo enfoque. En época de confinamiento, y con un Hoover muerto, y con un Kennedy liado con una trabajadora de La Casa Blanca, nos habla de otros encierros: el de los astronautas en su órbita personal, la lucha de los afroamericanos por sus derechos, la lucha por el empoderamiento de las mujeres, la lucha entre Yankilandia y Rusalandia, la lucha de los homosexuales por sus derechos, la lucha por evitar que los sueños se hagan realidad. Muchas luchas en un encierro personal. Demasiadas. No solo cuenta la llegada de los rusos primero a territorio de la luna, sino lo que ello provocó. En medio de esta distopía, y con cierto aire de mirar por encima del hombro, también habla de las situaciones dañinas. For All Mankind reflexiona sobre la deriva que genera una situación inesperada: una mujer encontrando hielo en la luna, una mujer como directora de vuelo en una misión en la NASA, unas mujeres utilizadas como un parche propagandístico en mitad de una política sin escrúpulo. Y en esa locura de gasto superfluo, la llegada de los ruskis a la luna, hace que esa lucha lleve al establecimiento de bases en la luna, en esa Guerra Fría llevada hasta la paranoia. Y todo ello en mitad de otra Guerra que nunca acabó, la Segunda Guerra Mundial: el papel de los científicos nazis que se sumaron al desarrollo estadounidense, el proyecto Manhattan, el daño que provocó el la mente de esas cabezas pensantes la elaboración de la bomba de Nagasaki. Se hace muchas preguntas For All Mankind, sobre lo que nos conviene y nos convenía, sobre un encierro que dura mucho y que tiene consecuencias. Por ejemplo, con una pregunta que muchos se hicieron: ¿Se salvaron millones de vidas con las bombas atómicas en Japón evitando una invasión de marines en la tierra amarilla? ¿Cuánta mierda hemos de tragar haciendo que todo es mentira? ¿Es suficiente el barniz que ponemos para disimular una madera podrida? La ciencia y sus sorpresas y los accidentes y los capítulos de video repetidos hasta la extenuación. Y mucho miedo, con el recuerdo de la falta de oxígeno que provocó la muerte de astronautas antes de un lanzamiento que marcó una época. ¿Y por qué no leemos Bajo el volcán en los institutos? También nos hace llegar a la reflexión de si es lícito dejar morir a una persona por sacrificarla por los demás. En ese sentido, es importante lo que decimos, pero también los silencios ante otras situaciones. ¿Podemos callar mientras mueren miles de ancianos en residencias, hospitales y casas? ¿Podemos callar (ahora, luego, mañana, el año que viene) ante la situación de nuestros sanitarios y trabajadores ante el público? En esta distopía de For All Mankind, no todo vale ni con Tito Richard, ni con Ted ni con la llegada de Ronald. Todo es mentira, como casi ahora. Y el papel de las encuestas, hoy que el CIS vuelve a declarar nuestro SALVADOR INTERESTELAR a Pedro Sánchez. Aunque la pregunta es si todo esto ha servido de algo, si de verdad nos va a hacer mejores o simplemente nos lleva al barranco. ¿Saltamos o nos quedamos? ¿Volvemos a creernos la llegada a la luna? ¿Volvemos a creernos Vietnam y Corea? Callad, no vaya a ser que molestemos. Pedid perdón a los políticos por existir, no vaya a ser que se enfaden. No vaya ser. No vaya. No. Coda: Y ojito con la banda sonora, que no deja títere con cabeza. Menudo pelotón de himnos. Coda 2: Viva el espíritu de Jerry García.

Reyes siempre en mi equipo

Cifras y más

No solo cifras. No solo cifras. Hay más asuntos que las cifras. Pero esas cifras de ancianos fallecidos en Madrid en residencias y domicilios sin aparecer en las cifras oficiales, son de traca.

martes, 14 de abril de 2020

...para eso hemos buscado un himno.

La valla. Primera temporada.

Tiene una idea que ahora está de actualidad la primera temporada de La valla. De vírica actualidad. Pero es esa idea, que si hubiera sido llevada a la ficción de una manera más esquemática, la que se les va de las manos. Postguerra, o posguerra, según el día esté con té o café el Presidente Cum Fraude, muy muy larga. Nos ponemos en lo peor: Tercera Guerra Mundial, pasan dos décadas, España está hecha unos zorros (otra vez, cíclicamente), hay una refundación, hay nuevo país con los mismos colores de bandera, una Nueva España tras un gobierno de concentración, hay zona A y zona B, hay gente que vive en chalet con piscina y hay gente que pasa hambre, como antes y como ahora, como siempre y casi siempre. ¿Novedad? Un bicho, un virus, una prueba, unos ministros con problemas, unos hijos de ministros con problemas, unos buscavidas que quieren salir hacia adelante, unos sacamantecas que quieren perpetuarse en el poder, unos niños perdidos (otra vez suenan violines). Por recordar, hasta recuerdan a Federico García Lorca. Lo dicho, una idea muy buena pero muy difícil de llevar a la práctica aunque el resultado aprueba en su intento. La valla pretende llegar a extremos revolucionarios, a cambios radicales, a situaciones de banderías en las que hay que elegir lo menos malo o lo peor, lo necesario y lo imprescindible. En el centro del caos, todo es posible. Incluso, ver la primera temporada de La valla en mitad del confinamiento por el coronavirus. Curioso, que no casual, que las casualidades no existen.

lunes, 13 de abril de 2020

domingo, 12 de abril de 2020

Mirada perdida

sábado, 11 de abril de 2020

Band of Brothers. Primera temporada.

Empieza Band of Brothers con una puta instrucción. Instrucción por un tipo que salía en Friends… ¿Esto es real? ¿Un cabrón graciosillo de Friends ejerciendo el mamporrerismo en una compañía que prepara a la soldadesca para la Segunda Guerra Mundial? Pues quizás sea eso lo que nos falta ahora, más instrucción. Mucha más instrucción, hasta potar la pasta con tomate que te acabas de tomar. O no. ¿Vale algo el esfuerzo? ¿Vale algo el sacrificio? ¿Nos sirve de algo enseñar unos principios? ¿Puede el Ejército equivocarse? ¿Existe el Principio de Peter en el Ejército? ¿Existe el Principio de Peter instalados en tiempos coronavíricos? ¿Tiene futuro la Vieja Europa después de la I Guerra Pandémica del Siglo XXI? ¿Nos quedará algo? ¿Nos sirve de algo la enseñanza del pasado para poder contemplar el mañana postcoronavírico? ¿Qué fue de nuestras cartas? ¿Fuimos fieles a nuestros principios antes del desastre? ¿Seremos libres para opinar después de esta mierda? El orden, el caos y el viento de levante. Motines, motines, motines. Seguimos con el Principio de Peter. ¿Cómo cojones permitieron los líderes europeos a Hitler hacer o que hizo? Abriéndole la jodida puerta, mirando para otro lado, aplaudiendo daños colaterales porque nunca llegaría a ellos. Nunca llegaría al Sena hasta que llegó, como un virus de mierda un ocho de marzo de mierda. Band of Brothers también empieza con la necesidad de cambiar al inepto de lugar, al incapaz de un puesto de responsabilidad. El fuego, la lluvia y las jodiendas con vistas al Támesis. O a la bahía. ¿Habrá rencor después del colérico día después de la paranoia coronavírica? Vaya usted a saber. En los nidos de víboras únicamente sobran borrachos tuiteando bestialidades. Escribía Juan Soto Ivars sobre lo que hubiera ocurrido el 11M con personajes como yo con Twitter. ¿De qué hubiera servido esa rabia? ¿Nos hubiera ayudado la iracunda salitre de nuestra voz? Reflexiona Band of Brothers sobre la importancia de las bajas, de las bajas con nombres y apellidos, en primera persona del singular. Cada una, no solo como un número de identificación, no solo como una caja de pino (si es que cada pino para tanto muerto, que escribió alguien el otro día). Ni en el jodido Líbano. La noche, la hora, los relojes. Y siempre hay alguien conocido que muere en Italia o en el pueblo de al lado. ¿Cuál será nuestro día D contra la pandemia? ¿Lo sabremos ese mismo día? Y ese piano en mitad de una calle… Ganar palmo a palmo, minuto a minuto, siempre sin descanso. Y Bastoña como paradigma de esta mierda que vivimos: solos, desamparados, sin ayuda externa, a verlas venir. Frases hechas para un desastre que nunca debió ocurrir en esta magnitud. Cádaveres, y más cadáveres y más daños colaterales de algo que nuca tuvo que pasar. O Sí, vaya usted a saber. Cada uno tiene el diablo que se merece. No lo sé. ¿Somos responsables de elegir a un Hitler? Pues quizás, sí. Quizás Alemania, otra vez, escogió su particular salida a ese periodo traumático. Coda: Pero todo esto es una mierda. Si no puedes contener el vómito, te jodes, te tragas tus babas y te pones el noveno capítulo. De golpe. Sin más. Llegar a un campo de concentración nazi después de seis horas quemando gente viva antes de largar(se). Lo demás, no importa: ni el bicho ni nada. Nada. Ni Sánchez. ¿Se puede comparar a un fraude con un campo de concentración? Pues no. No hay jabón suficiente en el mundo, como me dijo una vez EHDLCV (y acababa de recordar un día de accidentes en su puesto en urgencias después de llegar con sangre en las uñas a su casa en la Avenida de El Palmar, antes Carretera de El Palmar). Todo es mentira: El nido del Águila, Austria y el béisbol, las jodiendas con vistas al lago de Heidi y lo que te quieras imaginar. Todo es una puta mentira. No hay término medio Nunca.

La línea invisible. Primera temporada.

La pregunta que quizás debería hacer(se) Barroso (y compañía[y nunca mejor dicho compañía, pagada por la empresa que tiene su origen en la etapa primorriverista]) es el motivo de que unos niños guays con americanas y jerseicitos decidieran empezar a pegar tiros y matar gente en Euskadi. En las jodidas Vascongadas. Ni más ni menos. Revolución, dolor, sangre. Muchas palabras para describir el dolor causado por ETA. Por la ETA. Por la puta ETA. Por la jodida ETA. La línea invisible es un buen producto. Visualmente, estilísticamente (a mí me parece inferior a El día de mañana, pero es que El día de mañana son palabras mayores, es un abecedario delante de un puñado de letras malparidas [otra vez me refiero a ETA, a la puta ETA]. "La lucha se convirtió en locura infinita que no sirvió de nada". Quizás la última frase de la serie intente explicar el motivo de esos guays y sus jerseys de joder la marrana. De crear dolor. De joder a la mejor zona de España, con la renta más alta, con la industria más avanzada... se joda. Se joda todo. Como si no hubiera mañana. Y más preguntas. ¿Cómo nos ha engañado esa superioridad moral de cierta izquierda en vendernos la mierda a precio de oro? Los vascos, dice la serie, miles de años y prestos ante miles de contagios. Pero ha llegado el coronavirus y ha dejado al PNV en bragas (otra vez). De los dos sepultados en un jodido vertedero de los que solo se acuerdan unas familias y les da publicidad Bea Fanjul hablaremos otro día. La caja del diablo... Y me he vuelto a dormir. Ese mismo PNV que durante la GCE jugaba en unas provincias con una baraja y en otras con otra baraja. Y siempre marcadas. En fin. También reflexiona (y mucho) La línea invisible en el asqueroso papel de la iglesia vasca, la asquerosa (en su mayoría) iglesia vasca en el germen de ETA. No nació en una jodida sacristía. Nació en salones parroquiales, que no es lo mismo. Mierda sobre mierda. Incienso sobre incienso. Agua bendita sobre agua bendita. Ponen en boca de uno de los ideólogos del invento vasco, del RH que ahora ha recordado Torra, palabras sobre marxismo y antifascismo y vasquismo. Pero no incluía a los de Murcia ni a los de Badajoz, ni a los de de Galicia. No. RH por encima del resto. Solo hay que ver el careto de Arzallus, de Ibarretxe, de Imaz, de aralares y bildutarras que esta semana, en plena pandemia coronoravírica, se sulfuraban por ver en un coche de policía local una bandera esapañola. Y tenían que salir curas sí o sí, y referencias a Cuba e Israel y la ría de Bilbao en los años 60. Todo mentira, por supuesto. Siempre mentira. Siempre hay un burgués jugando a la revolución bebiendo Nescafé. Siempre. O té. O ron con arándanos. Y el frontón, y la cesta punta y el ábaco como primera computadora de la historia. O de la Historia. ¿Empezó la Historia en Roncesvalles? ¿Fue Carlomagno el primer opresor del pueblo vasco? ¿Por qué no queremos acordarnos de Fernán González? ¿Y de García Fernández? Y alumnos metidos a profesores que juegan con sus gafas pijas con la vida de los demás. No da el pego. Y hablar, en mitad de un cuadro de Sorolla, con una buena mujer, sobre el futuro de la humanidad (¿era Lenin bueno de pequeño?), sobre lo que decimos al psicólogo o al psiquiatra ( o a la psicóloga, o al psicólogue, o al psiquiatro, o al psiquiatre o le psiquiatre). Todo mentira. ETA ES UNA GRAN MENTIRA, no se le puede poner algodón de azúcar. Esta semana de pasión sin procesiones por las calles no necesita dulcificación. Del amigo Asier hablaremos otro día. Espero que Federico le pregunte a Alaska por las palabras de Asier. Y rezando, de modo planetario, para que Asier dé una respuesta convincente (suenan violines en do menor). Suena Vivaldi esperando a Asier en San Juan de Luz. Más violines. Más Vivaldi. Más bucle. Siempre hay un Estudio 1 al que recurrir (yo he visto con mis padres un par de ellos ahora, muy recomendables aunque no juguemos [en privado] a regaladores de consejos). Ricardo III. Ni más ni menos. Vaya jodido Estudio 1. Casi nada, joder. ¿En qué consistió la lucha armada? ¿Qué mierda era eso de dar guerra? ¿Dar guerra? ¿El ejemplo era Argelia? ¿El ejemplo era Cuba? ¿El ejemplo eran casi mil muertos? Comparado con un día de coronavirus en el expediente de Pedro Sánchez, en el currículum de Lastra (ahora sí que suenan violines al son del Principio de Peter), en el no sé qué de Ábalos… Pero son con nombres y apellidos. Todos. Los de la metralla etarra en Hipercor y los que no pueden ser enterrados por sus hijos en 2020. Y siempre hay culpables. Siempre. Y todo lo demás, también.

viernes, 10 de abril de 2020

No hay propiedad privada sin ley

Alsina en un Viernes Santo distinto

Alsina no entiende, como no entendemos ninguno. "Tono churchilliano marca blanca" de Sánchez. Si hay que escuchar (casi) siempre a Alsina, hoy más. Si lamentable fue Sánchez, Adriana se supera. Escuchad si podéis el monólogo de hoy. "Definitivamente no estoy preparado para gobernantes...". Lo ha retratado a la perfección. "La política de arrabal, el navajeo...". Y sí, "la lucha contra los bulos empieza por uno mismo". Desmontando las mentiras de Lastra y Sánchez resumidas por Alsina a la perfección. En Bélgica, en Austria, en Hungría, en Portugal... Esos se nos olvidan. Lastra, "la lucha contra los bulos empieza por una misma".

Nox. Primera temporada.

Ahora que creemos estar encerrados en esta coronavírica etapa (¿es esto real?), está bien ver el encierro ajeno involuntario, el secuestro. El puto secuestro. Y no cualquier secuestro. La primera temporada de Nox no va sobre un secuestro cualquiera. No. El secuestro con un doble fin: el económico y el sanguinario. Vender por dinero y vender para matar. Y no en cualquier lugar físico. Tampoco. En Los Parises subterráneos, en el tercer nivel del subsuelo francés. Todo empieza en un metro entre aullidos. Pero no ese oyen esos aullidos porque todo el personal (impersonalmente) vive pegado a unos cascos de música, a unos auriculares que ya son un órgano más de nuestra personalidad. Escuchar algo porque yo suena nada en nuestro interior. Mierda sobre mierda. Y cuando empiezas a escarbar, encuentras más mierda. Mucha más mierda, como si no hubiera mañana (quizás porque no lo tengamos tras el COVID-19, o por que el mañana será muy distinto). Y da igual si eres esrilanqués o galapagueño, todos tenemos diablos interiores. Diablos de lo peor. Piensas que tú no puedes dormir pero lo que no vas a dejar de hacer es quitarle el sueño a los demás, como si de un drama político se tratara. Ya lo dice Nox sobre los bichos: "Son cucarachas. Hay que irse. Si mandas a una, vienen diez más". ¿Qué fue de la inteligencia? ¿Cómo hemos llegado a la locura? ¿Tiene precio el dolor? ¿Podemos ver el dolor de los muertos confinados? ¿Podemos ver el dolor de una fosa común?¿Podemos ver el dolor televisado? ¿Somos residuos humanos para los políticos? ¿Les interesa nuestro dolor o solo se preocupan si es una amenaza terrorista? ¿Tenemos que leer a Sócrates para entenderlo todo? El dolor es un recuerdo del pasado con un póster de un político de fondo. Y al final, con la tomadura de pelo de la clase política, ya se sabe: "Todo el mundo la odia; ese es un criterio objetivo". Ratas de alcantarilla que nos utilizan, nos usan y luego se olvidan de nosotros. Casi todos. Ponga un yakseya en su vida. Y punto.

jueves, 9 de abril de 2020

Dead Set (Muerte en directo). Primera temporada.

Dead Set (Muerte en directo) es metáfora televisiva en palabra, imagen y silencios. El amigo creador de Black Mirror se anticipó con este Gran Hermano Zombie dentro de Gran Hermano. La tele dentro de la tele, muñeca rusa que idiotiza y sacar lo peor y lo puto peor de cada uno. Ni sabía que existía Muerte en directo hasta que el otro día, en el corazón de esta bucle coronavírico, alguien la recomendó en un tuit. Ahora, en el momento en el que después de casi un mes de confinamiento no distingo días, no sabría decir el nombre o el alias (¿habrá accidentes en el confinamiento en la rotonda de El Alias?) del recomendador. ¿Existe la palabra recomendador? Empieza Dead Set con un productor de mierda, baboso, manipulador, asqueroso… Piensa mal y acertarás, no falla nunca. No sé si el Principio de Peter es suficiente, pero cualquiera llega a presidente, a productor estrella, a cualquier estrellato en galaxia por explotar. Dice en un momento ese productor estrella hecho Presidente y Dios a golpe de Gran Hermano: “¿Sabes lo que es un insoburdinado? Pues no te hagas el enojado?”. El confesonario como estigma y paradigma, punto sobre una letra i que no llevan más que a la muerte. La preocupación del productor estrella, en mitad de la paranoia y la pandemia zombie, no es poner freno, no. Ni mucho menos. No. La preocupación principal del productor es … que no los sustituyan por un maldito informativo. Por un puto informativo. Como si la preocupación de un gobierno, con una pandemia encima, fuera darle a la manifestación masiva del 8M. Todas las comparaciones son odiosas; esta que estoy haciendo, mucho más, porque a fecha de Jueves Santo de 2020 las cifras son sonrojantes y nadie dimite ni pide perdón ni se mete en una pila con lejía hasta su autoflagelación. No. Siempre hay que culpar a otro, siempre hay que relatar una mentira hasta que parezca verdad. Pero como dice el productor a la hora de los disturbios, no vayamos a pensar, que eso, dentro de la dictadura que nos toca vivir, no se puede hacer: “No estamos en los 80’s. Deberían estar en casa y ver la tele”. Y si ponen un Martes Santo una comedieta sobre la pandemia, mejor que mejor. Nada como reir(se) de los muertos ajenos mientras yo voy como ministro a una clínica privada a curarme, no vaya a ser que cualquier piojoso de clase trabajadora me pegue algo en un hospital público. Y la única solución es buscar refugio, y dormirte en casa y hacer el tonto ante la epidemia. El show debe continuar. ¿Nos creemos que estamos vivos porque estamos dentro de una casa? Y en mitad de ese infierno, con o sin mayúsculas, siempre puede tocarte un encierro con un plagiador como líder, con otro plagiador como opositor, con una clase política galapagueña que no es la mitad de la mitad de la sombra de lo que fue. Las hemerotecas y videotecas, gran invento. ¿De quién es la culpa de la pandemia? ¿Del wifi? ¿De la puta conexión wifi? ¿De la Guerra de Irak? ¿Del Prestige? ¿Del YAK-42? ¿Del gas? ¿De? Y como Algora en cualquier momento, le damos al champán. Sed de champán y Champán para todos. ¿Qué más nos podemos exigir? ¿Podemos permitir un gobierno que nos mientan? Pensad en un 12 de marzo. Pensad en un 13 de marzo… Y ahora pensad en el 12 de marzo de 2004. Y en el 13 de marzo de 2005. “En hacer un presidente de los estados de ánimo…”. Canciones, himnos, referentes… Esta situación, como la de Dead Set, “asimilar esta especie del fin del mundo”. ¿Todavía no lo hemos asimilado? La supervivencia empieza por uno mismo. Pero todo sigue igual, todo emite las 24 horas, todos somos puestos bajo una lupa vecina que cuenta tus aplausos (o tus ausencias) a las 8, que mide el número de golpes a la cacerola a las 9, que cuenta tus blasfemias desde el piso de abajo a las 12 antes de dar vueltas en una cama que está quieta demasiados días. Pero al final tenemos que querer al productor estrella, al truco de marketing, al presidente de la vergüenza: “¿No sabe que está muerta? Como la audiencia británica”. Británica, española… Da igual, ya podemos cagar en papeleras que siempre habrá alguien que mire hacia otro lado. No hay cabezas pensantes en el gobierno. Da igual arre que so. Habrá que hacer como en Dead Set: “Estamos solos, asúmelo”. Debemos asumirlo, pero siempre desde un lenguaje inclusivo. Siempre. Y no nos vale mirar a Dios, ya sea “Él, Ella, Ello”. El puto lenguaje inclusivo hasta que nos despidamos en un tanatorio o en un cementerio, tres tipos despidiendo a una caja que no sabes si es la de tu familiar y a tres metros de cada uno. Ahora no se pueden regalar abrazos, ni besos, ni apretones de manos. No. Viendo el debate de este Jueves Santo en el Congreso, parece asumible al 100% la frase de Dead set: “Esto parece una reunión de putos fracasados”. ¿Podríamos salvar en el Gran Hermano Político Español a alguien de ese Congreso de los Diputados? Selección natural, jodidos Darwin de la epidemia. Pues eso, toca asumirlo, aunque leyendo esto nos demos cuenta de que “esto no es el Guardian”. El jodido “Guardian”.

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Haciendo un símil con Good Bye, Lenin

Sí, sí que ha cambiado España. Los suspiros de los viejos. Y el equipo de los coronovirólogo (o como se diga). Y tiene Rafa Latorre que no solo son los ancianos de las residencias, sino los ancianos solos que se encuentran los bomberos solos en sus casas, en los suelos, con la mierda hasta las rodillas. Y ver llorar a quien nunca había llorado.

miércoles, 8 de abril de 2020

Ya no está de moda

Los Nikis. Los Nikis hasta el infinito en esta jodida locura. Y si todo esto (medio)acaba alguna vez, ya no estarán de moda muchas cosas... Coda: ¿No será todo esto un ataque preventivo...?

Otro día, otro momento, otra libertad...

Coda: Miércoles Santo sin procesiones...

martes, 7 de abril de 2020

lunes, 6 de abril de 2020

Himno para el confinamiento (hasta el final)

Auga seca. Primera temporada.

Quizás las expectativas, viendo las panorámicas de las ciudades al comienzo, eran mayores para Auga seca. Una buena historia pero que no es redonda, que alarga demasiado el asunto, con algunos diálogos repetitivos y prescindibles (esa casera y las lavadoras), un Sergio Pazos (¿o es Erik Jiménez) demasiado frío... Como decía, la historia es buena, una familia más falsa que un billete de Mortadelo, policías corruptos, tráfico de armas galaico-portugués camino de África, una patrona con decenas de peinados y una pandilla de buscavidas que se meten en líos. El Infierno sigue lleno de buenas intenciones, como un bar de encuentros, ignorar lo que no es posible, barnices que esconden maderas podridas, fraternidad (mal)entendida y flujos comerciales enjambrados de mierda y corrupción y políticas que lanzan el hilo a un océano convertido en pocilga. Auga seca se queda en el camino de ser un gran producto, aunque en lo fundamental sirve para mantener la cabeza ocupada en tiempos coronavíricos.

La tendencia... parece que se confirma.

Y sí. Cinco lágrimas son pocas. Y muchos disgustos irreversibles. ¿Cuánto le queda?

Aute en El Zalacaín

domingo, 5 de abril de 2020

El Jurado. Primera temporada

Esperaba más de El Jurado. Más. Pero la idea es buena, aunque deja demasiado a la interpretación personal. Los que pasamos de los cuarenta y alguno, tenemos en el imaginario colectivo películas como Traición al jurado o Coacción al jurado. Pero los tiro van por otro lado en El jurado. La idea básica, aparte de la historia del juicio, es la interpretación personal de cada uno de los miembros del jurado dependiendo de lo que les pasa en ese momento, de su infierno personal. Todos tenemos infiernos personales que motivan situaciones concretas, crisis y etapas de esplendor, génesis de un dolor existencial que nos corroe o explosiones de felicidad. Ver terminar El jurado en tiempos de encierro coronavírico da aún (más todavía) que pensar. Pensemos en el modo de influir, en cada acto, en cada palabra que pronunciamos y en el modo de hacerlo, en tonos y hechos, en dimes y diretes que te pueden meter en líos o llevarte al infierno. Lo que no tiene sentido nunca tendrá sentido. O sí.

Himno para el primer domingo de abril de 2020

La casa de papel. Cuarta parte.

¿Cómo que las treguas son lo más importante de una guerra? ¿Seguro? ¿Las treguas? ¿Cuándo hay tregua en esta locura que es La casa de Papel? Demasiada vuelta al pasado para estirar un chicle que no sé yo si da para tanto. Mascar, masticar, salivar. Volver a mascar, volver a masticar, volver a salivar. Sobran minutos. Debería ser una montaña rusa con la mitad de tiempo, y olvidar a Franco Battiato y a Nino Bravo y a Van Morrison... O no. Y la metáfora del reloj, manifiestamente mejorables. Pese a eso, la historia sigue siendo buena, la idea es lo importante. Petit Suisse en vez de Danonino, eso sí que me gustó. ¿Quedan cabinas en Los Madriles? Lo que puede joder(se), se jode. Y mucho.

viernes, 3 de abril de 2020

Tratando de escribir algo que no sea una mierda...

Vamos Juan. Primera temporada.

Viendo la segunda etapa de aventuras de Juan en Vamos Juan, te das cuenta de que todo es mentira y paródico. Triste. Patético. Muy patético. Esperas más que esta paranoia triste. Ocurre como con Better Call Saul. Saul. Saul no es el Saul de Breaking Bad. Segundas partes solamente fueron buenas en algunas ocasiones. Solamente a veces. Pero es triste este Vamos Juan. No es Vota Juan. No. No es el chascarrillo fácil. No. Ahora es el personaje arrastrado, el último de la fila, un Juan Carrasco de la vida. Tristísimo todo. Muy triste. Pero seguimos viéndolo. ¿Por qué seguimos viendo Better Call Saul? ¿Con qué motivo? ¿Nos recreamos en lo malo que nos pasa? ¿Nos recreamos en lo malo que les pasa a los demás? Mazarrón, una camiseta del ejército español, una peluquería, gente del Opus, frikis en un Renault 21, días de caza y mantilla, los miguelitos de La Roda, el astronauta, los viajes peliculares a Turquía, entierros, relojes, comida de olla, himno de partido, bares, trolls y lo que haga falta.

jueves, 2 de abril de 2020

Ad Vitam. Primera temporada

Ad Vitam hace pensar, quiere hacernos pensar, debe hacernos pensar. Hoy que en España hemos superado oficialmente los 10.000 muertos, hoy que oficialmente hemos dejado unas cifras de mierda, se hace más necesario reflexionar con un experimento como el de la primera temporada de Ad Vitam. Quizás aberración fisiológica, quizás separación entre aptos y no aptos, quizás recurrente en esa idea contemporánea de que los niños sobran, quzás lenta pero introspectiva en esa idea de que "investigar lleva tiempo". ¿Y qué no lo lleva? ¿Qué no evoca al pasado constantemente? ¿Somos nostálgicos o supervivientes? Hay un momento en el que uno de los personajes de Ad Vitam nos dice (porque nos lo está diciendo, así, directamente) que "para soportar la eternidad se debe sentir el paso del tiempo". Pero no todo el mundo está de acuerdo. Cada uno tiene sus cultos particulares. Sus infiernos personales. No todo el mundo tolera en lo que te quieres convertir. Recuérdalo.

Recordando un viaje del año pasado (TEA)

"Azul como el mar..." Coda: ¿Cómo lo hace Alsina? ¿Cómo tiene ese talento para re(in)ventar(se) todos los días)?

miércoles, 1 de abril de 2020

El estado de sitio (obra de Albert Camus)

Empiezo, casi a la par, la lectura de espacios gaditanos en El estado de sitio de Albert Camus y de Trafalgar de Pérez Galdós. Cádiz, la vieja y nueva Cádiz, un espacio de contradicciones, de lucha entre Antiguo y Nuevo Régimen. Tropecé (visualmente) con El estado de sitio camusiano buscando libros de Miguel Hernández y de Pemán. Curioso, que no casual, que las casualidades no existen. Y empieza todo con música de alarma, mucho antes de que Protección Civil avise al personal de que por el coronavirus no se puede andar por las calles. Nunca. Mucho antes. Y La Peste, desde el principio, es la que manda, la que corta el bacalao. Y entre oscuridades varias, se avecina el fin del mundo. Y el calor de Cádiz, y la Guardia Civil mandando al personal a casa. Y una sucesión de frases que no dejan respiro: “No hay señales sin motivo”. ¿Tuvimos señales antes de la pandemia de coronavirus? ¿Se deben (ya) pedir responsabilidades?. “Pronto tendremos guerra”. Estamos viendo ya situaciones en el sur de Italia por el abastecimiento de alimentos o, en España, por la reubicación de enfermos, de odio. De un odio muy canalla. De Holanda y el trato a los ancianos, mejor no escupir ni decir maldades. ¿Creemos en señales en el siglo XXI? No lo sé. Otra frase: “La vida equivale a la muerte; el hombre es la leña con que se hacen las hogueras”. Hoy casi novecientos muertos en España. Habría que empezar el informativo con cada uno de esos fallecidos. Uno tras otro. Nombre, primer apellido, segundo apellido, padre de tal persona, también infectada… Alsina nos cuenta algunos cada mañana, y como dice Juan Soto Ivars, eso nos vale, o nos consuela, o directamente nos hace saltar las lágrimas. Más frases: “He leído en los libros que más vale ser cómplice del cielo que víctima suya”. Hoy cerraban la puerta del Santo Sepulcro; la última vez que se hizo de manera indefinida fue por la epidemia pestilente de 1349. Nos somos nadie. Esa imagen del Papa, solo en la plaza de San Pedro, con esa lluvia. ¿Nos lo hubiéramos imaginado alguna vez en nuestra puñetera vida? Pues no. Más frases: “Los buenos gobiernos son los gobiernos en los que nada pasa”. No sé, no sé: ¿Qué decir del gobierno de Sánchez con la peste del coronavirus? ¿Muchas mentiras, Cum Fraude? Tenemos un presidente con una tesis plagiada, tenemos al “líder” (¿es Casado líder de algo?) de la oposición todavía con aquello del Máster y el líder de Vistatriste… Más frases: “Nada bueno hay en lo nuevo”. Nada bueno en este gobierno, o casi nada. Nos vamos a condenar por nuestras malas costumbres. La figura del Astrólogo, que anuncia "sequía, hambre y peste para todos”. Y como uno de esos cinco curas que se turnan en el Palacio de Hielo de Madrid para el responso ante los muertos y los vivos, como ha dicho esta mañana Alsina en su monólogo. Más frases: “Habrá tantos muertos que ya no quedarán vivos para enterrarlos”. Como ahora. La rapidez de la epidemia, antes y después de marzos de llegar sola y no sé qué más, gritos sin motivo aparente que mezclaron de todo. Y como ahora, en El estado de sitio, se nos dice: “Los barrios están más contaminados de lo que se cree, lo cual me indica a pensar que hay que ocultar la situación y no decir la verdad al pueblo a ningún precio”. Si ahora son los viejos en las residencias, en EEDS son los “barrios exteriores, pobres y superpoblados”. Dice el Gobernador en EEDS, como si de otro 8M se tratara, como si de un Atalanta-Valencia se tratara: “Lo fastidioso es que yo debía ir de caza. Estas cosas suceden siempre cuando uno tiene algún asunto importante”. Y si hay que quedar(se) en casa, nos quedamos: “Quédate, la casa está tranquila en medio de la plaga”. Y el miedo, el miedo a tocar(se). Más frases: “Con el fin de evitar los riesgos del contagio, se prohíbe toda reunión pública y toda diversión”. ¿Y esto cómo terminará? Pues mal, porque “vale más un desorden que una descortesía”. Y como si de una ministra de asuntos laborales se tratara (vaya mitin el otro día, Díaz): “No hay desgracia que no tenga su lado bueno”. Y los cementerios, los cementerios… “hasta en los cementerios puede haber buenos negocios”. El Principio de Peter hecho políticos, ascendiendo, ascendiendo hasta la cumbre: “Peste o Gobernador, siempre es el Estado”. Pero esto no para, “la epidemia va más deprisa que nosotros”. Y si tenemos que llevarnos el pañuelo de vinagre a la boca, nos lo llevamos. Y nos dice La Peste: “Vosotros los españoles sois un poco noveleros”. Y añade: “Necesitáis lo patético”. Y concluye que “está prohibido el patetismo”. Pero no conocía a nuestro Sánchez, a nuestro Casado, a nuestros rufianes líderes políticos. En fin, que hay frases que son aplicables a muchos, a casi todos: “Una buena organización vale más que un mal patetismo”. Y todos incinerados, muy muy muy rápido. Ahora que sea apela al 128 de la Constitución Española de 1978, cualquier cosa es posible: “Cuanto más se suprime, mejor van las cosas”. Y claro, cada uno tiene el diablo que se merece, los líderes políticos que se merece: “Nuestra convicción es que ustedes son culpables. Culpables de ser gobernados, naturalmente”. Y el tedio, el cansancio, el aburrimiento (“cuando ustedes estén agotados de cansancio, lo demás vendrá por sus pasos”). Y sí, algunos lo suscriben: “Una buena peste vale más que dos libertades”. O tres, o cinco, como nuestras asquerosas televisiones (eran números primos al azar, podía haber dicho el cuatro o el seis, la misma mierda es). Más frases: “Nada es cobardía en el país de los cobardes”. O Casi nada. Y lo que viene ahora, va a ser de traca: “Hemos pagado siempre todo en moneda de miseria”. Y el desastre que nos espera: “Hay que matar para suprimir el asesinato, ejercer la violencia para subsanar la justicia”. Y luego, frases sanchistas en el país de Sánchez: “Ningún hombre tiene bastante virtud para que pueda consertírsele el poder absolutos”. Todo está escrito, pero luego se puede reescribir: “Atención, porque los que escriben la Historia vuelven. Se van a ocupar de los héroes. Los van a meter en la cárcel. Bajo la losa”. Y todo lo demás, también.

Primero de abril de 2020