jueves, 29 de junio de 2017

Versalles. Segunda temporada

Nada como cazar ratas por si luego hay hambre. Nada como elegir esposa para el hermano del rey entre la reina y la amante del rey. Nada como morir envenenado. Nada como ganar a los naipes en las timbas de la Corte. Nada como dormir en cama ajena con la madame de turno. Nada como volver a ver Versalles en su segunda temporada. Nada como hacer preguntas sobre la etiqueta cortesana. Nada como volver a buscar soluciones en los restos del envenenado. Nada como investigar los aposentos de una viuda. Nada como preparar el banquete de una celebración eclesiástica del XVII. Nada como tener oídos en los salones y sus fiestas. Nada como pensar en los testamentos ajenos de viudas ajenas. Versailles al poder. ¿Incluso en la luz son las sombras las que dicen la verdad? ¿Beber en pozos envenenados? Mierdas sobre cartas. Mierdas sobre extensiones de pelo. Mierdas sobre el palacio de los palacios. Mierda, mierda y mierda. Bajo la influencia de una mujer en cuestiones de Estado, perdición. Conclusión: ninguna. ¿Nuestras sombras caminan junto a nosotros? No escuchamos. Hacemos pensar que nos escuchan y que escuchamos. O algo así. Y en las altas esferas, todo se hace a cambio de algo o de alguien. Siempre hay sustitutos para los sustitutos de los titulares. Guillermito y sus naranjas, las amantes y sus cuitas, los milagros hechos cuñadas, los intereses económicos, los venenos de todos los colores. Andadas otra vez en torno a Versalles, en mitad de las locuras y las renuncias del rey Luis XIV de Francia. Marchales hechos policías; historiadores convertidos en policías; cruces multiplicadas. Guerras en las que sacar lo mejor y lo peor de uno mismo. Venganza y resurrección, venenos al por mayor, elecciones divinas en mitad de la consagración. Domingo de Pascua. Sermón. Sangre de Cristo. Cuerpo de Cristo. Música celestial. Conspiraciones. Lágrimas bajo el velo. Sacerdotes herejes. Misas satánicas. Sangre de pequeños seres. ¿Seguro que la noche más oscura da paso al amanecer?