lunes, 29 de agosto de 2022

City on a Hill. Segunda temporada.

“Confío más en los libros que en las personas”. Cuando una frase así la dice Jackie Rohr es que algo ha cambiado, que hay algo nuevo bajo el sol de Boston, si es que alguna vez hubo un rato de sol continuo en Boston y no solo bruma. “Coger a alguien con otra mentira, eso es casi bíblico”. City on a Hill nos recuerda que “la mayoría hacemos cosas que juramos que nunca llegaríamos a hacer”. Y es así. Convertidos en chistes ambulantes, no vivimos lo suficiente en el presente porque suena Lenny Kravitz en vez de Pearl Jam. No siempre elegimos los himnos, y no siempre el problema del racismo son los blancos contra los negros, algunas veces son los negros contra los negros. Y encima, entrados los 90’s y en el lugar de Patriots y Celtics, surge la variante IRA, surge el despido, surge el conflicto de intereses, porque al final todo son intereses cruzados, suene o no Lenny de fondo y suenen saxofones, porque en época de Clinton sonaban saxofones, aunque no tocara. “El miedo es una brújula”, pero una brújula muy hija de puta que se pasa el imantado por el forro de su cristalito. No estamos para nortes, ni magnéticos ni de los otros, porque en City on a Hill como en cualquier parte, nacimos desnortados. Y ese pasado familiar que hace tic tac, tic tac, y hasta en la noche te tortura. Y no se fíen de las sotanas, por muy engominadas que vayan. Nunca. “Matar es pecado salvo que lo hagas en grandes cantidades y al son de las trompetas”. ¿No eran al son de saxofones? Y ya puestos, le hacemos caso a Jackie Rohr y nos saltamos toda la misa y nos encomendamos a Dios directos a la comunión. Claro que sí. Que no falten salmos que cantar, ni padres violadores que buscar, ni universidades que mandan cartas de información relevante para el futuro de niñas atormentadas. Y un espejo en el que mirarte, siempre es bueno tener un espejo en el que mirarte cuando estás viendo City on a Hill: “Todos tenemos ego. Lo importante es lo que hacemos con él”. Al final esto se trata de supervivencia, de nacer cuando se pueda, de escapar en cuanto se ponen las cosas feas, y cualquier calle oscura está llena de cosas feas, o materias oscuras que no hace falta descubrir que son bellas. Y en esa ardua tarea, la de sobrevivir, la de escoger bando o marchar a Florida, la de matar al cuñado o vender droga, la de cerrar la peluquería o añorar las venganzas en caliente, siempre hay que pensar que todo puede empeorar, porque “te crees que sales de un agujero y acabas en una cloaca”. Y si en las camas de ciertas familias había cabeza de caballo, en la de Bill Russell solo había mierda, y nunca le ves solución al asunto: “Acabamos ahorcándonos todos tarde o temprano. Y tú lo harás”. Todo es mentira. Pero esto es Boston y no Aljucer y las frases no valen para todas las longitudes, las latitudes y cualquier cosa que empiece por ele: “Esto es Boston. Solo importan tres cosas: deportes, política y venganza”. Y al final todo nos da una conclusión, una metáfora de la vida en la que Jack Rohr es el término imagen, aprendiendo de los finales más que de los principios, que siempre nos cuesta empezar y poner en práctica la frase de Jesús García Roa: “Empezar con énfasis y acabar de forma triunfante”. Bueno, la frase no era de García Roa, era de un manual que citaba García Roa, pero es que City on a Hill es una sucesión de frases y citas, apócrifas hasta el tuétano o hasta que buscan su origen… o paradero. Al final, como todo en la vida, todo es mentira: “Una conciencia tranquila es señal de mala memoria". Viva Boston.

2 comentarios:

jm dijo...

Me quedo más con la primera frase, sobre lo de confiar más en los libros que en las personas

supersalvajuan dijo...

¡¡¡A mí me está encantando la serie!!!