martes, 13 de agosto de 2013

The Killing. Tercera temporada

Nada que ver con la primera temporada de The Killing, ni con la segunda. Y me gustaron las dos primeras. Pero esta tercera son palabras mayores, ambrosía de soledad. Néctar único. Jodido néctar, pero la sarna con gusto no pico. Demasiados matices en esta tercera temporada de The Killing como para hacer espoilers por aquí, pero que son letras altas, seguro. Ahora, que nos preguntamos lo de siempre, si somos más de Linden o más de Holder, si somos más del exyonki o de la detective angustiada por su pasado y su presente. Y que más, mientras esté bien hecho el asunto. Y lo está. Sospechas, dibujos, niñas que ejercen de putas, putas que no ejercen de madres y madres que son unas hijas de puta. Claridad en mitad de nada y luego un lago donde ir a visitar el otro barrio. Y, otra vez la lluvia y niebla del noroeste americano, una y mil veces cada día. Y anillos, y dedos rotos, y fotos, y pastores descarriados, y taxistas peligrosos y un ferry que no lleva a ninguna parte. O tal vez si. Y todo lo demás.