domingo, 7 de febrero de 2016

Engrenages. Segunda temporada

De la barbacoa al infierno. Del París más cabrón, el de los suburbios, el de la droga, el de la cárcel, a Colera, al sufrimiento. Si en la primera temporada de Engrenages hablamos de ínfulas, ahora los deseos de ascensos meteóricos se repiten. Y en ese sentido, el papel del cuarto poder se mete en las entrañas de la fiscalía para promocionar a uno de sus secuaces. Pero todo se tuerce, hay infiltrados y demasiados intereses encontrados. Menos lágrimas que en la primera pero más canibalismo. Incluso más canibalismo. Pero no podemos negar lo que somos. Ni el rap mejor interpretado le llega a la suela del zapato a la peor de las sinfonías. Imposible comparar. Puestos a balancear, Engrenages mejora para ilustrar el cuadro con imágenes no siempre dulces, escalera arriba, escalera abajo, salto al vacío, locos con cartuchos, compras por Internet, pelirrojas peligrosas y todo lo demás. Y sí: el infierno, incluso en Francia, sigue lleno de buenas intenciones.

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