sábado, 8 de abril de 2017

Medusa

Empieza con bruma Medusa de Ricardo Menéndez Salmón. Habla de tesis doctorales, de películas de tres minutos y veintisiete segundos. Vilna en el horizonte con la presencia nazi entre 1941 y 1945. El terror de lo sencillo. Palabras que no conoces como eviscerar, es decir, extraer las vísceras. Máquinas de extraer las vísceras. Visualizarlo en mitad de esa bruma. Y de golpe, tiros en la sien. Visionarios de número 12. Y la familiaridad para ilustrar momentos. Y alguien no deseado, alguien temerario, alguien que no era algo. Y batallas, como la de Tannenberg que hace perder al padre. ¿Alguien ha leído la Ilíada en edición infantil? ¿Seguro? Y las primeras pinturas, como Pelea de cangrejos. ¿Quién piensa en esos motivos para dibujar? ¿Septicemia? ¿Son el cine, la fotografía y la pintura las tres cimas del icono? ¿No eran los espejos? ¿Seguro que el arte da fe de lo que hacemos? ¿Seguro que es antipedagógico? 1918: gripes y cimitarras que acaban de vidas; el orden lo pone cada uno en primera persona del singular. 1919: comer hierbas, como el que come piedras. Pesebres germánicos en busca de sujetos que ejerzan su papel en le Belén. 1920: Padrastros sin uñas que adorar qu hablan de Hitler y se bajan del vagón en marcha. El cultivo de la soledad, como el suicidio, no tienden a principios educativos. Ya lo dijo el Maestro de Gramática, "no hemos sido educados en la altivez del suicidio". Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht y sus mentes de zoonosis. Hamburgo. Nacionalsocialismo y autodestrucción en la misma frase. Historia ficción (¿Alemania comunista?). Vivir con cara doble, con ideas triples. Escribe RMS del "hambre compartida". 1922: Arenques y playas, momentos que se quedan en las retinas. Sin Bertomeu, pero con crematorios en el ADN antes de saber como funcionaba la cámara de fotos. ¿Cómo mirar a gallinas asustadas? Y otra de esas palabras que no conoces: augural, aquello perteneciente o relativo a los agüeros o los agoreros. Adivinaciones, interpretar el vuelo de las aves, los fenómenos meteorológicos y todo lo demás. Y esa duna presente a lo largo del libro. Disfrutando de los libros, los únicos amigos que dan puñaladas pero salvan. Nos salvan una y mil veces. Sergio Algora nos habló de Justicia poética, ese sueño místico en mitad del infierno de la pesadilla. ¿Lasitud? El desfallecimiento, el cansancio, la falta de fuerzas. Rousseau y las esponjas antes de escuchar a Lori Meyers. Noche, frío, viento del norte en los genes del artista. 1926-1929: Hipótesis desde que conoce el cine, las nuevas pinturas, el amor/sexo/o como se diga. Y hay cosas en las que escuchamos ruidos por obligación (sí o sí). Y largan a Trotski de la URSS, y ese 1929 causa estragos en todas las latitudes. Y RMS vuelve a sacar el suicidio como imagen de múltiples aristas. Y conocer a fotógrafos de la FBB. Será por muertos. Nada como un selfie en los años 30 con el padre, la hermana o el hijo. Con los hijos recién suicidados o hechos migas por el tifus o jodidos por un pagaré que nunca cobrarán. Otra vez habla RMS de la notaría. ¿De verdad que vale la pena regresar de la Historia a la Historia? ¿En mayúsculas o minúsculas? Y el salto del 29 al 33, y entrar en nómina de la NSDAD, y vivir de un San José de las Kodaks y el negativo. Y la disciplina como novedad, y escuchar sobre Tito Adolfo al alba, al mediodía, en la comida, en el atardecer, en la noche, y en las pesadillas de madrugada. ¿Fáciles recompensas del alcohol? Pues sí, buenos chicos germánicos, no quedaba otra. 1930 vende a la Historia una cifra que nunca se olvidará: 117 diputados nazis (antes 13) y el 18% de los votos (viva el abuso de la estadística, viva el abuso en general), de alemanes que siguen las hammelísticas flautas de Tito Adolfo. Y en 1932, el desastre electoral (viva la democracia, viva el dolor), 230 diputados y el 37% de pequeños titos Adolfos potencia. Y ese 30 de enero de 1933, Hitler consigue la foto, ahora que hablamos de fotos. Y con esa imagen del principio del libro, la del Cristo resucitado de Bramantino, sale a relucir el ajedrez como escape, y tipos que se cruzan contigo y te cambian la vida, y suicidas que unen su camino al de Hitler, tipos inteligentes y aptos que hicieron de su rebañismo un ejemplo de antipatía personal. Habla RMS de las posibilidades que dan las palabras "azar", "fatalidad" y amistad". La racialidad hecha carne; el odio al comunismo convertido en palabra y obra. Pone énfasis el autor en los caminos que unieron a nazis y bolcheviques, encuentros y desencuentros, ese "manto oceánico" que lo ocupa todo. 1934 aparece para acercar a los ajedrecistas entre cerveza y cerveza (viva la soberbia de la juventud veinteañera). Y el 10 de mayo de 1933, día de quema de libros de degenerados, de enemigos del régimen, de Marx y Brecht, de Mann y Kafka, y de tantos otros. Como para olvidar aquel puto día. Piras de libros, piras de hombres. Y la fratría del odio, la hermandad del odio, la cofradía del odio, la tribu que repetía el estertor del odio. Y la muerte del hijo y el amor, así de pronto aparecen en el libro. Heidi aparecía en sus múltiples facetas del gerundio. Pero siempre, Heidi. Hasta la extenuación. Veintiocho años de amor en esas múltiples facetas del gerundio. 1936: aparece en el relato una referencia a la Guerra Civil Española, con un documental grabado por el autor. Y viajes entre Sevilla y Berlín, y otra palabra que no conocemos: Heteróclito. Casi nada al aparato. Y el Ministerio para la Ilustración Pública y Propaganda siempre presente. Y el espíritu del Sacro Imperio Romano Germánico, también presente, y cambiar el mapa y las fronteras y todo lo demás. Y el cebo puesto en Austria, semejante al de Moravia, similar al de Bohemia y su debilidad cristalina. Y la bendición de Baruch, el hijo perdido con año y pico. El dolor, el dolor, el dolor, el dolor. Y los vasos con forma de cuerno. Y la madre muerta suma más dolor. Y hay que estar de acuerdo con el autor de que el progreso siempre es una patraña. O casi siempre. Y degradar a las personas en simples números, en simple dolor estadístico. 5 millones de judíos muertos. Seis. Siete. Quizá ocho. Relojes borrachos sin tiempo llevan velocidades infinitas. 1941: ocupaciones. Polonia, Francia, Grecia, Rusia y tantos sitios más. Demasiados pespuntes para tan poco hilo. Demasiada madeja aria. Y la desaparición de unos meses, el silencio hecho cámara. 1942: la suerte cambia de bando, pese a la Solución final. Y lo real siempre es obsceno. Demasiado obsceno. Dachau en el horizonte. El amigo del pasado hecho prisionero. Las condiciones de la partida de ajedrez, cambian. El rebañismo salva unos meses al amigo mientras se documenta el horror del campo que empezó a funcionar en el 33. Y después de Dachau, baja temporal para una obra de dos años al borde de la locura. 731 dibujos de niños muertos. Con un par. En A3. 8 de mayo de 1945: Berlín hecho Rusia y la última foto berlinesa. Y borrón y cuenta nueva, y la etapa del 46 al 62 como catarsis. Daño, dolor y culpa como verdades únicas. 1946: España. El recreo de lo salvaje una y otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Resalta RMS las palabras "futuro", "progreso" e "Historia". La España del 46 es pesada, es intolerante y muy molesta. Quizá, demasiado. Autarquía y sotánicas verdades. Personas que se confunden. ¿España es algo más que pantanos y toros? ¿Seguro? Madrid, capital y calvario en una misma frase. ¿Cómo leer a Ángel Ganivet y no entenderlo y sufrir mientras disfrutas de su lectura? Del 46 al 50, paisajes españoles solo en fotos, nada de cuadros ni cintas. Pero postales, sí. Postales de ajedrecísticos encuentros. Maravillosas. Motivadoras. Y el matrimonio de los apestados, la humillación en plan foto. Siempre habrá un Franco, un Trujillo, un Somoza y llega a la América de las torturas, a la kafkiana Nicaragua, a la mierda de las ratas sobre las ratas. Infinitas ratas sobre el dolor humano. Siempre ratas, y, antes o después, todas las ratas se juntan. "Poesía", "ensueño", "mentira". Todo mentira. Y esos veintiocho años en común con Heide, ¿también mentira? ¿La domesticación de la rutina? Alcoholes sin nombre, ahí acierta RMS. Eso sí es dolor. Y la traducción de Borges del libro de Faulkner, en mitad de un barco camino a Kamimazelandia. En el Imperio recuperado pasan de 1960 a 1962. Nada como recordar el 6 y el 9 de agosto de 1945. Recordar, recordar, recordar. ¿Morigerado Japón? ¿Educado Japón? ¿Buenas costumbres en Japón? La desgracia siempre está ahí, esperando, a la más mínima. Y siempre nos toca nuestro momento suicida, en cada una de nuestras familias. Antes o después, pero siempre. Y siempre triunfa el horror, como el carbón y el petróleo, pero a diferencia de estos dos, nunca se agota y si se multiplica hasta la piraña infinita. Y desde ahí nos recuerda RMS que los historiadores siempre están contaminados, siempre condicionados por ideas ajenas que no permiten la impermeable necesidad de aislamiento. O tal vez, sí. Y volver a tierras germánicas, epifanísticamente distintas. Y abandonar(se). Y todo lo demás, también.