domingo, 7 de mayo de 2017

Hotel Beau Sejour. Primera temporada.

No es fácil investigar su propia muerte. Una chiquilla, adolescente de las que adolecen de muchas cosas, debe meter(se) en susodicho jardín flamenco. Jodiendas con vistas al motocross, a hoteles con pocos clientes, a policías corruptos, a investigadoras federales con parientes por la zona, a pruebas de ADN que no llegan, a hermanastras con pretensiones, a padre alcohólico, a exnovio de pocas palabras. Y además, la muerta es vista por varios personajes, propios y extraños, relacionándolos aún más en esta locura bendecida. Momentos bien escritos y bien llevados a la ficción, que enganchan y perpetran una idea, un dolor innegable, un asunto difícil de tragar pero que hay que hacerlo. Bilis belga de la buena en esta primera temporada de Hotel Beau Sejour. Todos esconden algo: celos, dinero, desamor, lecturas imposibles, sangre en sus bañeras, tierra del pozo de grava. Todo es una gran mentira par encontrar la gran verdad. ¿O era al revés? Dramas en Flandes para pasarlo por las tragaderas. Casquería joven para digerir en encomiendas ajenas. No hay luna de miel en el pueblucho centroeuropeo. Lluvia en la noche y éxtasis en las venas. Demasiada hiel en el frío Hotel Beau Sejour. Pero los muertos no se rinden y, algunos vivos, tampoco. Nunca hay que rendir(se). Pero a veces le damos demasiadas vueltas a los asuntos, cuando de verdad todo ocurre por simple venganza, por conjunción de números y fechas, de odios fundados en años de rencor. Y todo lo demás, también.