lunes, 10 de junio de 2013

Juego de tronos. Tercera temporada

Acaba la tercera temporada de Juego de Tronos. Bueno, acaba, y como las otras, deja muchos frentes abiertos. Empezando por la cultura del penúltimo episodio, ese en el que te quedas boquiabierto y con cara de descontrolado. No esperas ciertas situaciones que ocurren y que son insospechadas. Demasiadas muertes de personajes carismáticos que parecían desde el principio que con ellos se acabaría todo el argumento. Y no. No es así. Demasiados vuelcos en Juego de Tronos. Tipos que parecían cabrones en la primera ahora parece que, incluso, tienen algo de corazón. Pero será el dilema del verbo parecer, que siempre hay que desconfiar. Demasiados reyes para el Invierno con mayúsculas. El peligro de las bodas. Los muros que nunca acaban. Ojos en blancos. La nieta de Chaplin y la otra que sacan la roja. Lo salvaje. El alcohol bienintencionado. Las hijas cuyo nombre no recuerda ni su padre. La lucha mujer Vs oso. De los dragones y su metabolismo mejor no voy a hablar. Lenguajes maternos que se recuperan con el tiempo. Consejeros políticos cabrones a todas horas. Bichos raros y mujeres rojas raras. Barcas al anochecer. Todo eso y mucho más en Juego de tronos. Coda: Y va a ser cierto que un minuto y treinta segundos nunca es suficiente.

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