lunes, 11 de mayo de 2015

Momentos biliosos de los que hemos perdido

Extraños colores los de este mayo crepuscular. Cainitas del mundo preparan su mochila, con esta luz taurina en la capital del ya casi finiquitado sultanato de Sean Connery. ¿Qué implantan los recuerdos biliosos en nosotros? No es suficiente esta luz para sacar a los pesebristas del coche oficial. Los chicos del charrán, los chichos del Sterna hirundo (que no gaviota) nos toman por imbéciles en el reino valcarcil. Otra vez, los chicos del charrán, con su líder despidiendo interinos, hablan de prosperidad mientras sufrimos palizas, sufrimos demagogia, sufrimos la mierda instalada en la poltrona del poder desde el 95, desde el 75, desde el 39. Porque no nos engañemos: son los mismos. Son los hijos de los falangistas, son los hijos de los ucedistas, son los hijos de los cedeisistas, son los hijos del socialismo más cutre y son los hijos del charrán y del Sterna hirundo. Pero llega el día en que por no quedar, no queda ni bilis, no queda ni bazo para ayudar en mitad de la infección. Y todo lo demás.

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