miércoles, 28 de diciembre de 2016

Muerte en León

Nada como un viernes por la noche para empezar a ver Muerte en León. Una cosa es lo que vemos en los telediarios, informativos, periódicos, radios. Y, cuando empiezas a ver Muerte en León, te entran las dudas. Lo que parecía sencillo, se vuelve difícil. Raro. Incomprensible. Mentiras. Discretas e indiscretas. Todo se vuelve brumoso. Demasiado brumoso. Niebla sobre niebla. Ojos cerrados. Venganzas. Historiales de internet. Balas. Ruidos. Puentes. Testimonios. ¿Es creíble que toda esta historia la tramen tres mujeres simplemente por venganza? ¿En un mundo civilizado llegamos a este nivel? Los tres primeros capítulos dejan muchos suspensivos, pero en el último cuarto de hora del último y cuarto capítulo, te entran los escalofríos. Hay que verlo. Cuando los conductores de la producción cruzan los datos telefónicos, empiezan a surgir dudas. Empiezan a surgir cuestiones. Empiezan a surgir preguntas. Ruegos. Una cosa son los enemigos políticos (dentro y fuera del partido, sobre todo dentro), y otra llegar al asesinato en pleno centro de una ciudad civilizada. De traca. Lo dicho, no solo son los testimonios. El odio. El caso de oposiciones con resultados manifiestamente dudosos (hecho que ocurre en toda España, por cierto, con la fortuna de los hijos de alcaldes, de concejales, de números equis de ciertos partidos en ciertas provincias, en ciertas diputaciones, en ciertas comunidades, en España). Demasiadas dudas. Demasiadas. Son de esos juicios que parece que no acaban nunca. ¿Pero ha acabado? Los personajes como Isabel Carrasco llegan a la política para quedar(se). Es difícil que se vayan. Cuando se van, las marchas son sonoras. En este caso, la marcha no fue voluntaria. Muerte en León hace un esfuerzo por resumirlo y que lo entendamos y que hagamos nuestra interpretación. Y sacas la conclusión en primera persona del singular, sacas una conclusión en la que no hay buenos ni buenas pero no están todos los malos. Aquí faltan muchos malos, muchos inductores, muchos cómplices, muchas voces que dieron empujones a personas a hacer una locura, una temeridad, un crimen. Un maldito crimen. El infierno es una cosa muy personal, pero nadie se merece una muerte así. Nadie.

2 comentarios:

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

Vi los trozos del telediario y te dije mi opinión.

supersalvajuan dijo...

Producción espectacular.