jueves, 3 de agosto de 2017

Orphan Black. Cuarta temporada

Siempre rizando el rizo, siempre sumando más clones, siempre liándolo aún más todo. Así comienza la cuarta temporada de Orphan Black. Más muertes, más flechas, más cisnes con y sin cuellos, más marchas de SM, más huídas, más muertes en las camionetas, más hermanas desconocidas (en más de un bando). Orphan Black, para bien o para mal, siempre da un giro inesperado, siempre otra vuelta de tuerca, siempre otra sorpresa que el sorpasso en las elecciones de diciembre nunca ocurrió. Y, del modo que lo hacemos, siempre hay momento para la reflexión: ¿Cuándo llegará un clon a un puesto de responsabilidad? Y más preguntas: ¿Por qué hay temas como la eutanasia infantil que son un tabú y de los que nadie quiere hablar ni escribir? A veces nos quedamos simplemente con la fachada, con el barniz, con el brillo en los ojos. Hay mucho más detrás de ese barniz, detrás de esa claridad en las mejillas. Y si no lo hay, debemos buscarlo como lo hace Orphan Blck en esta cuarta temporada. Injertos gusanísticos en bocas ajenas para que nadie se pierda el espectáculo, sueños de reencuentros que tardan en materializarse, malas con cicatrices en la cara, barbudos que siempre andan jodiendo la marrana sin pensar en las consecuencias. Reuniones inesperadas. Cuchillos que buscan cambiar la relación maternofilial. Tenemos un poquito de todo en Orphan Black.