martes, 29 de mayo de 2018

Killing Eve. Primera temporada.

Me recordó un poco el principio de Killing Eve al de la primera temporada de McMafia. Mucho país distinto, mucha ciudad distinta, mucha mierda distinta. Pero son cinco minutos. Luego se endereza el asunto y empiezan a intrigarte los asesinatos de esa loca loquísima que le tira el helado a una niña y que utiliza a otro crío para matar a su abuelo y que se limpia a una planta de hospital mientras vas a mear. Tal que así. Hay malas a las que adorar (las otras, las de la política, son odiadas). Y la otra pata de la mesa, la china cudeira que lo investiga todo, otra loca loquísima. Así que entre el Luis Valenciano y otros psiquiátricos anda el juego. Pero el miedo alimenta otros instintos. Y si sale Rusia, todo se dispara; y si salen cárceles rusas, lo peor de lo peor. Killing Eve tiene momentos mágicos, giros inesperados, muchos tiros y risas en mitad del caos. La puñalada, como la huida, siempre llega. Depende del contexto, como la del primer sorbo mágico en compañía. Y los puntos suspensivos también hacen pensar. ¿Qué hubiera hecho yo en ese momento? ¿De qué me sirve huir del plan a al plan b sin motivo aparente? ¿Qué gano yo con un cambio?

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