sábado, 5 de mayo de 2018

AEK Vs UCAM (Semifinal Champions League de la FIBA)

Se ha escrito mucho desde anoche a las 22:35 cuando acabó con 77-75 para los atenienses. La derrota universitaria, duele; el final del partido, abochorno; el castigo al equipo universitario (faltas, arbitraje, doble rasero), cansa; los estigmas, duraderos; la incompetencia (Principio de Peter), reina. No es raro el resultado final (no me refiero a esos tres siete y a ese cinco), sino a la victoria griega. Era de esperar, como el año pasado la tinerfeña. Son raros los golpes en casas ajenas (menos los robos en las pedanías murcianas, esos sí que son robos de verdad) cuando todo el panorama está en contra. Siempre hay que cerrar el asunto antes de empezar. Si una competición como esta Champions League de la FIBA quiere crecer debe cerrar la sede de la Final Four antes de empezar la fase de grupos. Tal que así. Y sí, en plan presidente del PAO con la Eurliga, me voy. Sin más. Coda: Y otro día, con más tranquilidad hablaremos de los tiros libres fallados por UCAM, de la administración del cansancio, de fue o no manifiestamente mejorable el uso de ese banquillo. No es el día de criticar al autor intelectual de la llegada a la F4. No se nos olvide eso. Y todo lo demás, también. Coda 2: Dentro del dramón de partido, la tensión, los puñetazos que le daba a la silla del Fizpatrick que tenía delante, me reí mucho con los comentarios de un grupo de ciencuentones que hacían la narración del partido mientras escuchábamos de fondo a los Stones y músicas varias.